Más de 360 marcas de cigarrillos en venta en Brasil son ilegales, esto es seis veces más que las registradas según las normas, denunció la empresa Souza Cruz, filial del grupo transnacional British American Tobacco, cifra avalada en general por las autoridades.
Esta firma, que controla tres cuartos del mercado formal del sector en el país, también indicó que casi 40.000 millones de cigarrillos consumidos en 2003 eran producto de falsificaciones, contrabando o incumplimiento de encargos tributarios, mientras que las ventas legales alcanzaron a 91.000 millones.
El contrabando desde Paraguay es la principal fuente de ese comercio informal, estimulado por la fuerte carga impositiva de los cigarrillos producidos en Brasil, que llega a 70 por ciento del valor de venta y eleva ese precio del producto legal.
Eludir tales encargos permite a una red de vendedores callejeros ofrecer incluso marcas nacionales conocidas por mitad del precio que cuesta en las tiendas normales. Cada paquete en el mercado formal se vendió el año pasado a un promedio de 1,70 reales (57 centavos de dólar), contra 0,89 reales (30 centavos) de cada unidad ilegal, según la Souza Cruz.
La pérdida del gobierno en ingresos tributarios es estimada en 1.400 millones de reales (500 millones de dólares) al año. Por ello el combate al contrabando de cigarrillos es una prioridad de las autoridades policiales e impositivas.
Paulo Campos, uno de los miles de "turistas de compras" que se ganan la vida adquiriendo productos más baratos en Paraguay para venderlos en las grandes ciudades brasileñas, es un testigo de esa prioridad.
El autobús en que hace casi 14 años viaja semanalmente a la fronteriza Ciudad del Este, del lado paraguayo, ya fue inspeccionado varias veces por la policía y los agentes de la Secretaría de Renta Federal, responsable de la recaudación de impuestos.
Pero "sólo dos veces tuvimos incautadas nuestras compras?, dijo Campos a IPS. En otras oportunidades la inspección de las valijas y bultos no tuvieron consecuencias, los inspectores "dejaron claro que sólo buscaban cigarrillos, drogas y armas", explicó.
Por esa razón, en el autobús en que viajan 24 de esos importadores informales hay una regla rígida: cigarrillos, nunca. Así se ponen a salvo los aparatos electrónicos, bienes de informática, juguetes y otros productos, en general hechos en Asia, con los que se abastece el mercado de Belo Horizonte, capital del estado de Minas Gerais.
El contrabando alimenta la industria de Paraguay. En ese vecino país de Brasil había sólo tres fábricas de cigarrillos en 1993 y ahora ya suman 42, según datos de Souza Cruz. La capacidad de producción supera muchas veces el consumo paraguayo, generando un gran excedente destinado a la exportación legal o ilegal.
La diferencia de carga tributaria, ya que en Paraguay es de 13 a 16 por ciento según institutos de sondeos de mercado, permite la exportación legal a Brasil con gran ventaja. Pero se sabe que el contrabando es la principal vía de intercambio.
Miles de habitantes de Foz de Iguazú, la ciudad brasileña unida a Ciudad del Este por un puente fronterizo, obtienen sus pobres ingresos trabajando como "naranjas", los que cruzan la línea divisoria transportando productos para los compradores brasileños. El cigarrillo es un rubro importante en la actividad.
Pero el comercio ilegal también se alimenta de cigarrillos hechos en el mismo Brasil, pero que van al mercado informal por varios caminos. Uno es el robo de cargas, que se hizo muy frecuente en las carreteras del país. Liviano y favorecido por ventas rápidas, este producto es uno de los blancos preferidos de los asaltantes.
Pero hace algunos años también se empleaba la falsa exportación, un delito más fácil de controlar. Paraguay fue durante algunos años en el pasado un gran importador de cigarrillos brasileños que, en realidad, ni cruzaban la frontera, sino que eran vendidos en el mismo Brasil.
La operación exportadora se destinaba sólo a evadir la fuerte tributación brasileña. Combatir el comercio ilegal, que ofrece precios muy baratos, es uno de los compromisos que impone el tratado antitabaco aprobado el año pasado en la Organización Mundial de Salud. El Congreso legislativo de Brasil aún no ratificó el acuerdo, aunque este país fue uno de sus principales promotores.
El acuerdo recomienda además prohibir la publicidad y contener el consumo de cigarrillos por otras medidas, como el aumento de los precios y la tributación.
Son medidas que, según la empresa Souza Cruz, favorece el comercio ilegal. Una mayor tributación estimula la evasión y sin publicidad no se puede presentar a los consumidores las marcas legales, distinguiéndolos de los contrabandeados y falsificados por la calidad y los cuidados en su producción, argumentan sus ejecutivos. ***** + Souza Cruz, en portugués (http://www.souzacruz.com.br)
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