Las comunidades indígenas pehuenches de Chile que se opusieron sin éxito durante ocho años a la construcción de la central Ralco, en el sur del país, serán las primeras en recibir energía de una pequeña represa certificada como verde.
El río Bío-Bío es el más caudaloso de Chile, y de la zonas de su curso superior, unos 500 kilómetros al sur de Santiago, proceden este mes dos noticias paradójicas, dijo a IPS el presidente del Instituto de Ecología Política (IEP), Manuel Baquedano.
Por un lado, se va a inaugurar la represa de Ralco, que generó uno de los conflictos étnico-ambientales más importantes que haya vivido el país, y por el otro, se firmó un convenio para construir una microcentral hidroeléctrica verde que abastezca a los pehuenches de la zona, explicó..
El acuerdo, que permitirá contar con electricidad en forma definitiva a esos indígenas, que son parte de la etnia mapuche, se firmó entre la Universidad Bolivariana y la Cooperativa Eléctrica Charrúa durante el Seminario de Electricidad Verde en Chile, organizado este mes por el IEP. La cooperativa aportará el financiamiento de la microcentral.
La electricidad verde es aquella generada a partir de fuentes de energías renovables, cuya producción se realiza en forma sustentable, es decir, preservando el entorno natural, respetando a las poblaciones locales y promoviendo la equidad económica, explicó Baquedano.
Son energías verde la mini-hidráulica, a partir de pequeñas represas, la eólica, la solar, la geotérmica, que emplea el calor producido por la tierra, la generada por biomasa (materia orgánica) y la mareomotriz, que aprovecha la fuerza de las mareas.
En Chile existen otras microcentrales hidroeléctricas, pero hasta ahora no se había certificado como verde a ninguna de ellas, como lo hará ahora el IEP, apoyado por la Red Europea de Electricidad Verde, con la que abastecerá a los pehuenches y a otras personas, 1.200 veces más pequeña que Ralco, y que estaría operando dentro de un año.
Los 500 kilovatios que generará esa pequeña central, aprovechando la corriente de un afluente del Bío-Bío, serán consumidos por unas 15.000 personas de las comunas rurales de Santa Bárbara y Bío-Bío.
La minicentral estará conectada a una subred local, que a su vez estará ligada a la red del Sistema Interconectado Central (SIC). Así los pehuenches contarán con electricidad, ya que Ralco no se planteó la tarea de brindarles energía mediante la construcción de una subestación, dijo Baquedano a IPS.
El presidente Ricardo Lagos inaugurará el 27 de este mes la central hidroeléctrica Ralco, propiedad de la trasnacional española Endesa, cuya controvertida construcción se inició en 1995.
Su costo total fue 570 millones de dólares y trabajaron en ella más de 3.500 personas, 10 por ciento de ellas pehuenches.
Se trata de la mayor generadora de electricidad en Chile, y su potencia de 570 megavatios equivale a nueve por ciento de la energía que consume el SIC, desde Taltal, 1.100 kilómetros al norte de Santiago, hasta Chiloé, 1.200 kilómetros al sur.
En esa área vive aproximadamente 93 por ciento de los 15,2 millones de habitantes del país.
Lagos visitó la obra el 10 de este mes y dijo que allí se pudo compatibilizar un megaproyecto con los intereses y necesidades de las comunidades que habitaban el sector.Una opinión no compartida por las comunidades indígenas y los grupos ecologistas que se opusieron desde un comienzo a la construcción.
Los críticos alegan que la inundación de 45 kilómetros de tierras no sólo significó despojar de sus propiedades a 92 familias pehuenches, integradas en total por alrededor de 550 personas, sino que también provocó un daño ambiental irreparable.
Uno de los escollos más importantes que debió sortear Endesa fue el de permutar a los indígenas sus tierras ancestrales en el curso superior del río Bío-Bío por otras.
En 1998 la empresa logró un acuerdo con 77 familias y sumó luego el consentimiento de otras 11. Pero las hermanas Berta y Nicolasa Quintremán, líderes de la resistencia, mantuvieron paralizado el proyecto varios años.
En diciembre de 2002, Nicolasa cedió y aceptó un pago de casi 300.000 dólares y 77 hectáreas de un sector aledaño. El mismo camino siguieron su hermana y otras dos familias.
Ralco desató un debate sobre la ausencia de una política energética integral sustentable en Chile, que se acentuó este año con los problemas de suministro de gas natural desde Argentina.
Hasta hace poco la única política energética del país era tener los menores costos de producción posibles. No se potenció la seguridad en el suministro ni se previó que el impacto ambiental fuera bajo, explicó a IPS el ingeniero civil mecánico Roberto Román, de la Universidad de Chile y experto en temas de energía,.
Actualmente, 65 por ciento de la demanda energética es satisfecha desde fuera del país, y se calcula que esa proporción puede llegar a 80 por ciento al finalizar esta década.
La matriz energética de Chile depende mayoritariamente de recursos no renovables: 41 por ciento petróleo, 23 por ciento gas natural y 13 por ciento carbón.
Diecisiete por ciento de la energía procede de la quema de leña, un recurso renovable si se maneja en forma adecuada, y sólo seis por ciento de hidroelectricidad generada en grandes centrales, que aprovechan una fuente renovable, pero de un modo cuestionado por sus efectos ambientales y sociales.
Las grandes centrales son criticadas, incluso por expertos del Banco Mundial, debido a que sus embalses alteran en gran escala ecosistemas ligados a cursos continuos de agua, con impactos como sedimentaciones de lechos fluviales y desaparición de especies de flora y fauna.
Además, la construcción de grandes represas determina generalmente la reubicación de poblaciones, que a menudo despoja a comunidades de parte de su patrimonio territorial y cultural.
La vulnerabilidad del sistema chileno quedó en evidencia en 1997 y 1998, con recortes de electricidad debido a la sequía que afectó al país, a lo que se suman ahora problemas con el gas argentino.
Organizaciones ambientalistas han insistido sobre la conveniencia de usar más fuentes renovables. Sólo en Estados Unidos, la energía verde abastece a 18 millones de usuarios, con más de 100 generadores certificados.
Los expertos coinciden en que están dadas todas las condiciones para empezar a estimular su uso en Chile, especialmente por la aprobación en curso de modificaciones a la Ley General de Servicios Eléctricos, que permitirán la conexión a la red de centrales que generen menos de nueve megavatios sin pago de un peaje.
Según Baquedano, el IEP trata de impulsar que cualquier ciudadano pueda elegir la electricidad que desea, pero eso puede llevar cinco o diez años.
Lo primero es lograr que las empresas, además de comprometerse con el ambiente, aprovechen su uso de electricidad verde como factor promocional ante los consumidores.
Por primera vez hay voluntad para diversificar las fuentes, dejar entrar actores más pequeños y darle una opción a la energía renovable, no solo a nivel normativo, sino también buscando mecanismos para financiar en parte los primeros proyectos, enfatizó Román.
El nuevo plan de obras de la Comisión Nacional de Energía contempla la construcción de tres centrales geotérmicas desde el año 2007 en adelante, agregó.
Esa comisión y la Sociedad Alemana de Cooperación Técnica, GTZ, colaboran en el proyecto Energías renovables no convencionales en Chile, que prevé apoyo a actores locales e impulso a la inversión privada.
Para conocer bien el recurso eólico se requiere por lo menos de un año de estudio por punto, y para realizar un mapa eólico del país se deben estudiar 40 a 50 puntos distintos, advirtió Román. (