Señores de la guerra respaldados por Estados Unidos, sumados a la falta de fuerzas de seguridad y de observadores electorales, amenazan las elecciones presidenciales del 9 de octubre en Afganistán, advirtió la organización Human Rights Watch (HRW).
Los afganos creen que esos jefes tribales representan una amenaza mayor a su seguridad que las milicias del grupo fundamentalista islámico Talibán, derrocado a fines de 2001 por fuerzas de Estados Unidos, sostiene un nuevo informe de HRW, una organización estadounidense de defensa de los derechos humanos.
Miembros de Talibán, acusado por Washington de proteger a los terroristas que perpetraron los atentados del 11 de septiembre de 2001, permanecen ocultos en regiones montañosas de Afganistán y han cometido varios ataques mortales.
El informe de HRW, titulado El imperio de las armas: Violaciones a los derechos humanos y represión política en vísperas de las elecciones presidenciales en Afganistán, sostiene que la comunidad internacional, y los países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en particular, deberían incrementar el número de soldados en Afganistán para garantizar la seguridad en los comicios.
Asimismo, el documento señala que hay muy pocos observadores internacionales para observar las elecciones y asegurar el secreto del voto. Increíblemente, …los planes de seguridad para la elección presidencial incluyen el empleo de señores de la guerra para custodiar centros de votación, aunque ellos son a quienes más temen los afganos, dice el informe.
Además, agrega, los funcionarios estadounidenses involucrados en la preparación de los comicios parecen complacientes con esta situación y aseguran que la democracia está ahora en el horizonte.
Las continuas violaciones a los derechos humanos crean un clima general de represión y miedo en muchas partes del país, y aparte numerosos votantes de diversas regiones no parecen comprender el valor del voto ni tener fe en su secreto, en especial por la presión de milicianos, según HRW.
Los señores de la guerra son todavía los que mandan, afirmó Brad Adams, director de HRW en Asia. Muchos votantes de zonas rurales dicen que los milicianos ya les han dicho a quién votar, y que tienen miedo de desobedecerlos. Activistas y organizadores políticos opuestos a esos jefes temen por su vida, escribió en el informe.
El documento, publicado nueve días antes de las elecciones, reproduce muchas de las preocupaciones ya expresadas por otras organizaciones de derechos humanos y feministas en las últimas semanas.
Los principales candidatos son el actual presidente interino y favorito de Washington, Hamed Karzai, y su ex ministro de Educación e Información, Yonus Qanooni, además de una decena de postulantes con menores posibilidades.
Entre estos últimos hay al menos tres señores de la guerra, incluido el general Abdul Rashid Dostum, que lanzó su campaña con una gigantesca manifestación en su natal Shibarghan, en el norte del país, donde predomina la etnia uzbeka.
Funcionarios de Estados Unidos intentaron persuadir a Qanooni de que retirara su candidatura para promover un gobierno de unidad nacional encabezado por Karzai, miembro del mayoritario grupo pashtun, que constituye la base étnica de Talibán.
Qanooni es un tajiko del Valle de Panjshir, bastión de la Alianza del Norte, el grupo opositor de Talibán que ayudó a Estados Unidos a derrocar al régimen.
Estados Unidos, que tiene más de 10.000 soldados desplegados en territorio afgano, también intenta impedir que fuerzas talibanes y sus aliados hagan fracasar la elección, en especial en las regiones pashtunes del sur y el sudeste, donde perpetraron atentados de consecuencias fatales contra funcionarios electorales.
Aunque HRW admite que Talibán es una amenaza de violencia en vísperas de elecciones, votantes y organizadores políticos entrevistados por el grupo en todo Afganistán coinciden en que las facciones armadas locales, muchas de ellas respaldadas por Washington y toleradas por el gobierno de Karzai, son la mayor amenaza al proceso democrático.
La realidad es que la mayoría de los afganos involucrados en política en el terreno temen principalmente a los señores de la guerra y a sus facciones mucho más que a Talibán, declaró Adams.
Al igual que otros activistas de los derechos humanos, Adams manifestó frustración porque la Fuerza Internacional de Asistencia de Seguridad, encabezada por la OTAN, no extendió su presencia más allá de la capital, Kabul.