El verano muestra un panorama laboral poco agradable en España: vacaciones reducidas o inexistentes, condiciones de trabajo en caída y aumento del régimen temporal. Pero los inmigrantes tienen más de que quejarse, pues para ellos no hay contratos, mucho menos días de descanso pagos.
En la Comunidad Autónoma de Madrid, una de las más desarrolladas de las 17 que integran España, 80 por ciento de los contratos de trabajo de los menores de 30 años de edad son temporales.
La mayoría de esos contratos se firman los lunes con una duración de cinco días. Así, el empleado comienza a trabajar el primer día de la semana, finaliza el viernes y al lunes siguiente vuelve a firmar un contrato.
Ese régimen se prolonga semana tras semana, aunque se labore un año entero para la misma empresa, según una investigación del sociólogo Pablo López de la Calle.
En esas condiciones, los trabajadores no generan derecho a vacaciones, que por ley debe durar un mes por cada año laborado.
Según López de la Calle, ese derecho, tan habitual veinte años atrás que ningún empresario se hubiera atrevido a discutir, es ahora un privilegio para un grupo cada vez más reducido de trabajadores, por culpa de la temporalidad laboral.
ôLo peor de todo es que entre los jóvenes esto se ha aceptado como si fuera algo normal, concluye el sociólogo.
Otro fenómeno no resuelto por el mercado laboral español es la distorsión de la vida familiar por la creciente incorporación de las mujeres a la actividad económica.
Las complicaciones se manifiestan como nunca en verano, cuando los hijos gozan de tres meses de asueto escolar, mientras los padres sólo tienen un mes de descanso, en el mejor de los casos.
Así, las familias deben resolver como pueden el cuidado de niñas y niños durante por lo menos dos meses al año. Se recurre entonces a la ayuda de los familiares más próximos, en especial los abuelos.
Treinta y siete por ciento de las mujeres mayores de 65 años cuida a sus nietos asiduamente, de acuerdo con una ponencia de la socióloga Lourdes Pérez en el II Congreso sobre la Familia en el Siglo XXI, publicada en un libro que acaba de editar la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción.
Además, los padres apelan a diversas actividades para mantener activos y atendidos a sus hijos, como prácticas de deporte, campamentos, talleres artísticos, etcétera.
La mayoría de las actividades extraescolares deben pagarse, pues hay muy pocas escuelas que las realizan durante el verano boreal en Europa.
La administración pública debe tomar nota y adaptarse a las necesidades de esos padres, organizando actividades para los niños sin costos adicionales para las familias, pues la sociedad ha cambiado, sostiene el dirigente sindical Francisco García, de la Confederación Sindical de Comisiones Obreras (CCOO), de origen comunista.
En el otro extremo de la realidad laboral sigue vigente y sin solución el drama de los trabajadores extranjeros sin documentos ni permiso de trabajo, pero necesarios para sectores económicos muy importantes, sobre todo la construcción y la agricultura.
En 2004 se redujo la llegada de las frágiles embarcaciones conocidas en España como pateras con inmigrantes procedentes del norte y noroccidente de Africa.
En lo que va de este año llegaron 100 pateras y 1.000 inmigrantes menos a través de las aguas cercanas al Estrecho de Gibraltar, en el mar Mediterráneo, o desde Marruecos a las españolas Islas Canarias.
La razón es la multiplicación y perfeccionamiento de los sistemas de vigilancia policial y fronteriza.
Según un portavoz de la Asociación de Trabajadores e Inmigrantes Marroquíes en España (Atime), el Estrecho de Gibraltar ôes un inmenso matadero, que desde 1997 a 2002 se cobró la vida de 4.000 personas.
Las muertes se deben a las frecuentes zozobras de las embarcaciones o a la decisión de sus patronos, que arrojan a sus pasajeros al mar para no ser descubiertos por los sistemas electrónicos de detección.
La semana pasada el Estrecho se cobró por primera vez la vida de un bebé de nueve meses. Lo hallaron ahogado luego de que una lancha se estrelló contra la costa. Su madre, identificada porque llevaba una silla porta-bebés a la espalda, también murió.
Pero menos pateras que ganan la costa o que son interceptadas por guardias costeras no impiden que aumente la inmigración irregular.
De hecho, la mayoría de inmigrantes llegan por vías terrestres y aeropuertos. En los últimos años, además del flujo tradicional desde países árabes de Africa del Norte, aumentó el procedente de Europa oriental, y en especial de dos países que en 2007 serán parte de la Unión Europea, Rumania y Bulgaria.
Los extranjeros pasaron de 637.085 en 1998 a 2.664.168 en 2003, considerando a residentes legales e indocumentados.
Según cifras del estatal Instituto Nacional de Estadísticas (INE), los inmigrantes representan 6,2 por ciento de la población española, de 40 millones de habitantes.
Los ecuatorianos constituyen 14,6 por ciento del total, seguidos de los marroquíes con 14,2 por ciento. Ecuatorianos, marroquíes y colombianos juntos suman 40 por ciento de la población inmigrante.
La mayor parte se ocupan en la agricultura y la construcción sin contratos laborales. Con sus ingresos ayudan a sus familiares en los países de origen.
De acuerdo con un informe de la Dirección de Cambios de Rabat, los trabajadores marroquíes en España enviaron en 2003 a su país 299 millones de euros (unos 260 millones de dólares) en remesas a través de bancos.
En España viven 300.000 marroquíes con permiso de residencia. Se desconoce cuántos más residen sin permiso de las autoridades.