Cuando parecía que México blanquearía la situación de los juegos de azar legalizando los casinos que funcionan aunque están prohibidos, intelectuales y académicos blanden ahora razones éticas contra la iniciativa.
Permitir los casinos sería como echar aguas negras a la inundación de corrupción que ya existe en México, dijo a IPS el escritor Homero Aridjis, presidente del PEN (Poetas, Ensayistas, Novelistas) Club Internacional.
Aridjis, varios propietarios de hoteles y cerca de 50 personalidades de la academia y la cultura, como los escritores Carlos Monsiváis y Elena Poniatowska y el historiador Enrique Krauze, suscribieron un pronunciamiento, publicado este jueves en varios periódicos, contra el proyecto de ley para autorizar el funcionamiento de casinos.
Los intelectuales sostienen, entre otros argumentos, que apostar constituye una conducta altamente destructiva para las personas e impacta negativamente a sus familias y a la sociedad.
La posición contra los casinos sí es una cuestión de posición moral, pues no queremos que el país, que de por sí ya es corrupto, se hunda aún más en las redes de la prostitución y el narcotráfico, señaló Aridjis.
Para el columnista Sergio Sarmiento, ésta es una postura errada, pues el Estado simplemente no tiene derecho a prohibir actividades consensuales entre adultos que no dañen a terceros.
La moral debe ser un empeño individual. Es perfectamente respetable que alguien decida no apostar, pero esto no le da derecho a imponerle su decisión a alguien más. Si una persona quiere apostar, ése es también su derecho. El Estado no tiene por qué inmiscuirse, apuntó.
Tras nueve años de marchas y contramarchas, y vencidas las resistencias de la Iglesia Católica y de sectores conservadores, en abril el congreso legislativo ingresó en la última fase de discusión de un proyecto para autorizar el funcionamiento de casinos, en principio apoyado por muchos diputados.
Se esperaba que el proyecto, con respaldo velado del gobierno de Vicente Fox, sería ley en septiembre, pero mientras transcurre el plazo surgen nuevas voces contrarias y sus propios impulsores dudan de la aprobación.
El legislador Francisco López, presidente de la Comisión de Turismo de la Cámara de Diputados y promotor de la iniciativa, admitió que ahora existe división en los partidos políticos sobre el tema.
El funcionamiento de casinos legales atraería más visitantes a este país de más de 100 millones de personas, y proporcionaría ingresos anuales netos por más de 200 millones de dólares, mientras el Estado recaudaría impuestos algo más de 250 millones de dólares, según legisladores del gobernante y centroderechista Partido Acción Nacional (PAN) de Fox.
A mediados de 1995, el gobierno de Ernesto Zedillo (1994-2000), del Partido Revolucionario Institucional (PRI), propuso autorizar los casinos, pero no logró convencer a las fuerzas políticas necesarias y quedó bajo intenso fuego de la Iglesia.
A pesar de tanto ruido, en México funcionan unos 1.000 centros de apuestas, algunos autorizados por decreto desde los años 80 y otros ilegales.
Para los intelectuales que cuestionan la autorización, existen dudas e inquietud sobre los beneficios y costos de esos centros, lo que justifica que la iniciativa parlamentaria se detenga y se estudie el asunto más profundamente.
En su pronunciamiento, los intelectuales citaron fragmentos de un estudio, según el cual del total de personas que apuestan en Estados Unidos, entre 1,7 y 7,3 por ciento se vuelven jugadores compulsivos o patológicos.
Estoy decepcionado, pues hay muchos estudios que ya presentamos y discutimos sobre casinos desde 1995. Además hay un proyecto de ley que es muy duro contra la corrupción. Pero ahora de un plumazo estos señores (intelectuales) dicen que hay que estudiar más, dijo a IPS un funcionario de la Secretaría (ministerio) de Turismo, que prefirió no dar su nombre.
El proyecto dispone que los centros de apuestas serán regulados y vigilados por una comisión con representantes del gobierno, la fiscalía general, el Poder Legislativo y ciudadanos independientes, así como mecanismos para limitar las apuestas y el uso de dinero ilícito.
El proyecto prohíbe celebrar apuestas sobre toda actividad que constituya un delito o vaya en contra de la moral y las buenas costumbres y el orden público, y establece que los empresarios autorizados a operar casinos deberán presentar cada trimestre informes financieros completos.
No confío de lo que digan las leyes, pues casi no se aplican, así que mejor paramos eso de los casinos, pues no queremos echar más leña a la sociedad corrupta en que vivimos, apuntó el presidente del PEN Internacional.
Sí, esta es una cuestión moral. Los que quieran jugar que se vayan a Las Vegas que para eso tienen dinero, añadió el escritor.
Yo creo que gente que opina que la libertad de cada uno es lo más valioso, no puede adoptar la posición de papá y decir a los otros que está prohibido apostar, comentó a IPS una estudiante de filosofía, Valeria Cruz.
Los mexicanos ya estamos maduritos para decidir por nuestra propia cuenta qué queremos hacer como adultos. Esas posturas de prohibir las drogas, el alcohol, la prostitución o cualquier otra cosa con el argumento de que hacen mal a la familia, me parecen retrógradas, añadió.
Sarmiento arguye que si es cierto que una proporción de las personas que apuestan se vuelven jugadoras compulsivas habría que prohibir muchas otras actividades y productos.
Por ejemplo, un porcentaje de las personas que compran medicinas, como barbitúricos o anfetaminas, hacen mal uso de ellas: habría, pues, que prohibir las medicinas. Un porcentaje de las personas que consumen bebidas fermentadas o destiladas se vuelven alcohólicas: habría, así, que prohibir las bebidas alcohólicas, alegó.
Hay mucha hipocresía en México, pues tenemos casinos funcionando, pero se prefiere cerrar los ojos y no regularlos ni autorizarlos, sino dejarlos así para el beneficio de unos pocos, dijo Cruz. (