Chile despertó este lunes en estado de gracia, luego de un fin de semana en que el tenis reportó a este país las mayores glorias deportivas de su historia con dos medallas de oro ganadas en los Juegos Olímpicos Atenas 2004.
Cansados empleados municipales barrían desde las primeras horas de la mañana toneladas de papel picado en el centro de Santiago y en otras ciudades, testimonio del desborde de alegría colectiva que estalló en la tarde del domingo, cuando el chileno Nicolás Massú derrotó en la final de tenis individual al estadounidense Mardy Fish.
Fue el segundo festejo en 24 horas. El sábado, los chilenos se lanzaron a las calles en sus autos y a pie para aplaudir la presea dorada que conquistaron el propio Massú y Fernando González en la final de dobles, en la cual se impusieron a los alemanes Rainer Schüttler y Nicolas Kiefer.
El mismo sábado, González alcanzó la medalla de bronce como vencedor de Taylor Dent, de Estados Unidos, en un intenso partido a cinco sets que se prolongó por tres horas y 25 minutos. Luego, él y Massú necesitaron también cinco sets y tres horas con 43 minutos para ganar a la pareja de alemanes.
La alegría de este país sudamericano de 15,5 millones de habitantes fue proporcional a la adrenalina y el dramatismo acumulados en las dos jornadas ante las pantallas de la estatal Televisión Nacional, que transmitió en directo los encuentros, porque el domingo Massú completó otras cuatro horas en otros cinco sets para doblegar a Fish.
Gracias a Massú y González, Chile se encumbró, al menos temporalmente, al primer lugar del medallero olímpico de América Latina en Atenas en cuanto a las conquistas de oros, esquivos hasta el domingo para atletas de la región.
Otra medalla de oro fue asignada en la madrugada de este lunes por el Comité Olímpico a Yumileidi Cumba, de Cuba, en lanzamiento de bala, tras la descalificación por dopaje de la rusa Irina Korzhanenko, ganadora original de la prueba.
La otra medalla dorada fue para el velerista brasileño Robert Scheidt, quien repitió su corona olímpica en la categoría Laser.
Para el balance final se espera que Brasil en fútbol femenino, Argentina en hockey femenino y en fútbol masculino (donde también destaca Paraguay), y Cuba con sus boxeadores, hagan que más latinoamericanos puedan lucir medallas y ceñirse las coronas de laurel con que Grecia rescató en esta justa la antigua tradición olímpica.
Los cubanos tienen ahora ocho medallas, seis de bronce, una de plata y una de oro, encabezando a la región.
Brasil ha conseguido tres, dos de bronce y una de oro. Argentina apenas dos de bronce y Venezuela sólo un bronce.
Nunca más triunfos morales, dijeron los comentaristas deportivos a propósito de estas dos primeras medallas de oro conquistadas por el deporte chileno en 108 años de historia de los Juegos Olímpicos modernos.
Massú, de 24 años, y González, de 22, consiguieron a través de un deporte de elite, el tenis, lo que no pudieron disciplinas de raigambre popular, como el maratón, el boxeo y el fútbol, ni otras pruebas en juegos anteriores, donde los escasos éxitos de Chile se tradujeron en medallas de plata o bronce.
Fue también en el tenis que Marcelo Ríos se situó en 1998 durante seis semanas como número uno de la ATP (Asociación de Tenis Profesional), en lo que hasta entonces se registraba como única cumbre superior alcanzada por el deporte chileno en nivel mundial.
Del mismo modo el tenis, también con la pareja de Massú y González, ha dado a Chile los primeros lugares en los mundiales de Düsseldorf en los años 2003 y 2004.
Faltaba entonces que ese deporte diera satisfacciones para la historia olímpica de Chile, que comenzó en 1928 en los Juegos de Amsterdam cuando Manuel Plaza, quien de niño había sido un humilde vendedor callejero de periódicos, conquistó la plata en el maratón.
En Helsinki, en 1952, el capitán de la policía de Carabineros Oscar Cristi ganó otra medalla de plata en la prueba individual de equitación y obtuvo una segunda presea plateada en la prueba de equitación por equipos, junto a Ricardo Echeverría y César Mendoza, también oficiales de Carabineros.
Mendoza no pasó a la historia por sus méritos olímpicos, sino como miembro de la junta militar que el 11 de septiembre de 1973 derrocó al gobierno constitucional de Salvador Allende.
En los Juegos de Melbourne de 1956 Chile obtuvo medallas de plata con Marlene Ahrens en el lanzamiento de la jabalina y el boxeador Ramón Tapia, mientras otros dos púgiles, Claudio Barrientos y Carlos Lucas, ganaron bronces.
Transcurrieron l32 años para que en los Juegos de Seúl, de 1988, Alfonso de Iruarrízaga, conquistara una plata en el tiro al vuelo.
Vinieron entonces otros 12 años de sequía, hasta que en Sydney 2000 la selección de fútbol chilena alcanzara el bronce, con un equipo en que los jugadores de la categoría sub-23 tuvieron los refuerzos del delantero Iván Zamorano, retirado hace un año de las canchas, y de Nelson Tapia, actual portero del Santos de Brasil.
En síntesis, hasta las conquistas de Massú y González, Chile acumulaba apenas nueve medallas olímpicas.
El presidente Ricardo Lagos felicitó el domingo a los deportistas y expresó el deseo de rendirles homenaje en el palacio de gobierno de La Moneda en una ceremonia que tendría lugar a fines de septiembre, una vez que regresen de su participación en el Abierto de Estados Unidos, hito importante en el circuito de la ATP.
Lagos dijo que el desempeño en Atenas de los dos jóvenes tenistas es un aliciente para este país. Ellos demostraron que cuando los chilenos queremos, podemos, afirmó el mandatario.
Pero más allá de las palabras y felicitaciones, la prensa deportiva dejó constancia que el mérito de estas conquistas recae fundamentalmente en Massú y González y en el apoyo de sus familias y no en políticas de Estado de apoyo al deporte de alta competencia.
González tenía apenas diez años cuando su padre decidió apostar al todo o nada por el futuro deportivo de su hijo. Vendió sus bienes y renunció a su cargo de gerente en un molino de trigo y se trasladó durante cinco años a Miami para que su hijo fuera entrenado con todo el rigor de un profesional.
Más o menos similar fue la historia de Massú, nacido en 1979 en Viña del Mar, 120 kilómetros al oeste de Santiago, cuya familia, y en particular su madre financió su carrera gracias a la fortuna lograda en negocios inmobiliarios.
Por más que se diga que las medallas (de Massú y González) son de todo Chile, este oro no alcanza para todos, escribió este lunes en el diario El Mercurio el periodista deportivo Aldo Schiappacasse.
Si se logra que en los programas de gobierno para las elecciones presidenciales de diciembre de 2005, los candidatos dediquen algunas líneas a las políticas deportivas o se anuncien correcciones a la actual Ley de Deportes, ineficiente y engorrosa, de algo habrán servido estas medallas, agregó el analista.