(Un informe que resalta los beneficios de los cultivos de transgénicos de la estatal Agencia Francesa para la Seguridad Sanitaria de los Alimentos (Afssa, por sus siglas en francés) fue recibido con escepticismo en círculos científicos locales, que resaltaron la ambigüedad de sus conclusiones.
Los redactores del informe aseguraron que los transgénicos pueden reducir el uso de pesticidas e insecticidas en las plantaciones, así como la contaminación vegetal con hongos tóxicos.
Sin embargo, evitaron las conclusiones rotundas y expresaron por ejemplo que "es muy difícil declarar si los efectos positivos detectados son garantizados y generalizados".
El reporte fue publicado el 23 de julio y coincide con un renacimiento en toda Europa del debate sobre la conveniencia de autorizar la importación de ese tipo de alimentos y su cultivo experimental al aire libre.
Según el periodista científico Hervé Kempf, del diario francés Le Monde, la Afssa respondió con un indeciso "sí, puede ser" a la pregunta formulada en el título de su informe: "Organismos genéticamente modificados (OGM) y alimentación: ¿Es posible identificar y evaluar beneficios para la salud?".
Esa respuesta va acompañada de tantas restricciones que deviene rápidamente un "más bien no, pero hay que continuar las investigaciones", añadió.
El bioquímico Maxime Schwartz, director del grupo de investigadores de la Afssa, reconoció la falta de resultados más concluyentes.
"En general, los OGM presentan beneficios potenciales, teóricos, pero que no han sido demostrados de manera definitiva. Por esta razón, es necesario continuar las investigaciones", dijo a Tierramérica.
Es muy difícil medir "el impacto real" de los nuevos cultivos, y actualmente sólo hay "un estado de presunción de beneficios para la salud", señaló Schwartz.
La Afssa se basó en estudios realizados por instituciones científicas de otros países sobre los efectos de variedades genéticamente modificadas de maíz, arroz y remolacha.
"Evitando toda generalización apresurada, parece que la manipulación genética tiene efectos positivos en dos sentidos", sostuvo la agencia.
"La introducción en América del Norte y Extremo Oriente de variedades vegetales resistentes a insectos ha permitido una reducción significativa del uso de productos fitosanitarios" como los insecticidas, afirmó.
Además, destacó que los cultivos transgénicos presentan menos micotoxinas, sustancias dañinas producidas por diversos hongos que crecen sobre plantas y alimentos vegetales, en determinadas condiciones de temperatura y humedad.
Aparte de causar perjuicios a la salud, incluyendo cáncer, las micotoxinas destruyen hasta 25 por ciento de las cosechas de alimentos en el mundo, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación.
Una de las micotoxinas que se desarrollan más frecuentemente en alimentos es la ocratoxina A (OTA), producida por algunos hongos de los géneros Aspergillus y Penicillium. Otra es la fumonisina, que ataca el maíz.
La Afssa registró que la menor contaminación con micotoxinas del maíz transgénico "ha permitido observar un mejor crecimiento de cerdos y aves" que lo reciben como alimento.
Pero también apuntó que nuevos productos herbicidas como el glifosato, desarrollado por la transnacional Monsanto junto con los transgénicos que lo resisten, se disuelven en agua más fácilmente que los tradicionales, lo que aumenta su peligrosidad para el ambiente, aunque sean poco volátiles y de baja solubilidad en tejido graso humano.
Al examinar la producción azucarera con remolachas transgénicas, que no requieren herbicidas, la agencia concluyó que aporta escasos beneficios, porque los procesos de depuración para refinar el azúcar blanco tradicional son muy eficaces.
"Los resultados positivos de la manipulación genética pueden ser válidos para el algodón, pero no para el maíz", dijo a Tierramérica el líder campesino francés José Bové, notorio enemigo del cultivo de alimentos transgénicos.
"Si plantamos sólo maíz modificado genéticamente" para producir sustancias insecticidas, "el resultado será que los insectos van a mutar y volverse resistentes. Es por eso que incluso las autoridades estadounidenses, primeras interesadas en generalizar los OGM, aconsejan mantener por lo menos 40 por ciento de la superficie cultivada con maíz natural", arguyó.
Estados Unidos es el primer productor mundial de transgénicos.
Según Bové, los científicos deberían analizar los efectos en humanos "del cóctel de OGM que las multinacionales quieren que consumamos en los años por venir".
El día de la publicación del estudio de la Afssa, Bové preparaba la destrucción de plantaciones experimentales de maíz transgénico en Verdun sur Garonne, al sudoeste de Francia, que realizó junto con unos mil activistas, entre ellos diputados del Parlamento Europeo.
Alcaldes, integrantes de concejos regionales, y asociaciones de agricultores y de consumidores han demandado el cese de tales plantaciones.
Bové puede ser condenado a cinco años de prisión y a pagar una multa de 75 mil euros (unos 90.000 dólares) por haber participado en la destrucción de esos cultivos.
* Publicado originalmente el 14 de agosto por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.