ESTADOS UNIDOS: Más de lo mismo para la CIA

El nombramiento de Porter Goss por el presidente George W. Bush como nuevo director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos provocó escepticismo de políticos y analistas, que esperaban un cambio radical en la conducción de ese organismo.

Según los críticos, el mandato del legislador republicano Goss como presidente de la Comisión de Inteligencia de la Cámara de Representantes, desde 1996, estuvo signado por su estrecha relación con el ex director de la CIA, George Tenet, al menos hasta que el gobierno decidió cargar la culpa a la agencia por la información errónea usada para justificar la guerra contra Iraq.

”Cuando George Tenet anunció su renuncia (el pasado junio), pensé que su reemplazo sería alguien de capacidad e independencia incuestionables, que restauraría la credibilidad de los servicios de inteligencia de Estados Unidos”, manifestó el senador Jay Rockefeller, del opositor Partido Demócrata, que integra la Comisión de Inteligencia del Senado.

Corresponde a esa Comisión confirmar o rechazar la designación de Goss, anunciada el martes por Bush.

”Dije entonces y todavía creo que la elección de un político -cualquier político, de cualquier partido- es un error”, declaró Rockefeller, y advirtió que el candidato ”deberá responder preguntas difíciles sobre sus antecedentes y su posición acerca de la reforma y de la independencia del líder de la comunidad de inteligencia”.

Otros fueron más duros. Stansfield Turner, director de la CIA bajo la presidencia de Jimmy Carter (1977-1981), consideró que el nombramiento es ”el peor en la historia de ese cargo”.

Mel Goodman, ex analista de la agencia y actualmente del Centro de Políticas Internacionales, afirmó que el candidato tiene ”todas las credenciales inadecuadas” para el puesto, entre ellas haber sido un agente secreto de la CIA en América Latina y Europa durante nueve años, en la década de 1960.

Algunos describieron a Goss, de 65 años, como un ”títere” del vicepresidente Dick Cheney. La oficina de Cheney tuvo un papel crucial en la corrupción del proceso de inteligencia previo al ataque de Washington a Iraq, en marzo de 2003, según varios funcionarios de inteligencia retirados.

El nombramiento, que también incluye el cargo de director de inteligencia central, se produjo en medio de un intenso debate provocado por las recomendaciones de la llamada ”Comisión 9/11” para reorganizar la comunidad de inteligencia, en vista de su completo fracaso en cuanto a la previsión y prevención de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington.

La más radical de las propuestas de esa comisión bipartidaria fue la creación de una dirección nacional de inteligencia, con sede en la Casa Blanca, con un presupuesto anual de 40.000 millones de dólares para las 15 agencias diferentes que constituyen la comunidad de inteligencia, y con facultad de contratar y despedir a los directores de cada una de ellas.

Actualmente, 90 por ciento del presupuesto de inteligencia se destina a agencias controladas por el Pentágono (Departamento de Defensa).

Tras recibir considerable presión de la propia Comisión 9/11, Bush aceptó la idea de crear la dirección nacional de inteligencia, pero sin darle poderes tan amplios. Su reacción fue criticada por reformistas del Congreso, que en julio creó un comité especial para redactar una ley que ponga en práctica la mayoría de las propuestas de la comisión.

El hecho de que el futuro de la comunidad de inteligencia sea tan incierto otorgó mayor importancia al nombramiento de Goss.

El gobierno había intentado aparentar que no tenía apuro por sustituir a Tenet por un político, pero la sustitución se vio forzada por temores a que Bush sea culpado de pasividad en caso de un nuevo ataque terrorista en territorio estadounidense antes de las elecciones del próximo noviembre.

Una vez propuesto el nombre de Goss, la administración de Bush puede trasladar la culpa a la oposición demócrata en caso de que ocurra tal atentado sin que el candidato haya sido confirmado en su cargo.

Goss nació en el estado de Connecticut en 1938, en el seno de una familia acaudalada. Después de graduarse en la Universidad de Yale, en 1960, trabajó para los servicios de inteligencia del ejército estadounidense y más tarde para el centro de operaciones de la CIA. Es congresista desde 1988 por el estado de Florida.

”Conoce la CIA por dentro y por fuera”, dijo Bush en referencia a su candidato.

Varios funcionarios retirados de la CIA coincidieron en que Goss ha tenido relaciones demasiado estrechas con la agencia y con el actual gobierno para ser un director creíble.

Ray McGovern, un funcionario de carrera retirado, afirmó que, ante todo, Goss es ”leal al (gobernante) Partido Republicano”, y que ”ha demostrado estar bajo el hechizo de Cheney y respondería en primer lugar al vicepresidente y a Karl Rove, asesor político de la Casa Blanca”.

”Goss fue un firme defensor de la agencia y nunca nadie lo ha asociado con ninguna propuesta de cambio”, agregó David McMichael, ex analista de la CIA. ”Su nombramiento puede interpretarse como más de lo mismo”, concluyó.

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