El arresto en Pakistán del joven mago de la computación Mohammed Naeem Noor Khan pudo ser el 12 de julio el comienzo de un durísimo golpe del gobierno estadounidense a la red terrorista islámica Al Qaeda (La Base), pero la prematura divulgación de su identidad parece haber frustrado tal posibilidad.
Khan, de 25 años, cooperó con la policía pakistaní y con la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos desde que fue detenido sin oponer resistencia, pero la revelación de su nombre el 3 de este mes, por parte del diario estadounidense The New York Times y con base en una filtración desde la Casa Blanca, se produjo antes de que sus vínculos con los principales dirigentes de Al Qaeda fuera plenamente explotada.
Esa filtración buscó contrarrestar el escepticismo de la población estadounidense ante las advertencias gubernamentales sobre posibles ataques terroristas, que muchos consideraron una maniobra para impulsar la reelección del presidente George W. Bush, pero que según las fuentes del New York Times, se apoyaron en información aportada por Khan.
Según informes periodísticos, funcionarios de inteligencia paistaníes y británicos reaccionaron con ira ante la divulgación del arresto de Khan, que obligó a la policía de Gran Bretaña a arrestar con urgencia a 13 personas sospechosas de integrar Al Qaeda, que al parecer mantenían comunicaciones por correo electrónico con Khan hasta que se produjo la filtración.
Otros cinco sospechosos no pudieron ser arrestados, y según versiones periodísticas, no está claro que se hayan reunido pruebas suficientes para condenar a los 13 arrestados.
El ministro del Interior pakistaní, Faisal Saleh Hayyat, admitió que el trabajo para desmantelar a la red con la que estaba vinculado Khan no había terminado.
Todo este asunto huele a incompetencia, o a algo peor, dijo a la agencia de noticias Reuters el experto en seguridad Tim Ripley, de la publicación británica Jane, especializada en defensa.
La divulgación del nombre de Khan va contra todas las reglas del contraespionaje y el antiterrorismo, ya que insertar agentes dentro de una organización terrorista es el Santo Grial de las las agencias de inteligencia, y estropear eso es un gran revés que tira abajo meses o años de trabajo, que puede ser muy difìcil recuperar, comentó.
Rtevelar la identidad del único doble agente con inserción profunda (en Al Qaeda) que hemos tenido arruinó la posibilidad de capturar a docenas o quizá cientos de integrantes de ese grupo, sostuvo el ex fiscal John Loftus, en una entrevista difundida el sábado por la cadena de televisión Fox News.
Khan era probablemente el mayor capital que Estados Unidos ha tenido dentro de Al Qaeda, y la filtración es un enorme desastre, y un revés para los intentos de terminar con los principales líderes de ese grupo, al que el gobierno estadounidense considera responsable de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington, afirmó Juan Cole, especialista en Medio Oriente de la estadounidense Universidad de Michigan.
Estados Unidos quiere que Gran Bretaña le entregue a dos de los arrestados tras la filtración, Abu Issa al Hindi y Babar Ahmed. Según versiones periodísticas, Ahmed obtuvo información detallada sobre los movimientos del portaaviones estadounidense Constellation en 2001, seis meses antes dek ataque suicida de Al Qaeda contra el portaaviones Cole, de la misma bandera, frente a costas de Yemen.
De acuerdo con esas versiones, Al Hindi fue enviado por el grupo terrorista a Estados Unidos al mismo tiempo, para vigilar sedes de instituciones financieras clave en Nueva York, Washington y la nororiental ciudad de Newark, señaladas como probables blancos en los últimos mensajes de alerta del gobierno estadounidense.
Esos datos forman parte de los funcionarios estadounidenses llamaron un tesoro de información halado en computadoras de Khan, quien aparentemente acordó mantener su intercambio de mensajes cifrados con Al Qaeda, para facilitar la captura de más integrantes de esa red.
Según esas fuentes, uno de los archivos informáticos sobre los resultados de la vigilancia de Al Hindi había sido abierta en enero, y eso sugirió la posibilidad de que se preparara un ataque inminente contra alguna de las instituciones cuyas sedes se observaron, entre las que están el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.
La asesora de seguridad nacional de Bush, Condoleezza Rice, confirmó el domingo que funcionarios de la Casa Blanca proporcionaron al New York Times el nombre de Khan, y arguyó que eso se hizo para que el público viera que las medidas de alerta tenían fundamento..
Pero el secretario del Interior británico, David Blunkett, opinó en un artículo publicado el domingo por el periódico The Observer que no tiene sentido que altos funcionarios se dediquen a alimentar a la prensa y aumentar la preocupación de la población.
En esta situación, pienso que (la Casa Blanca) debió haber mantenido la boca cerrada, salvo para decir: 'Tenemos información. Créannos', comentó el senador George Allen, del gobernante Partido Republicano estadounidense y normalmente defensor de las acciones de Bush.
La incredulidad que Washington quiso contrarrestrar ha sido causada por la propia Casa Blanca, según observadores. Una encuesta realizada en las últimas semanas indicó que 40 por ciento de los consultados pensaban que el gobierno manipula los mensajes sobre posibles ataques con fines electorales.
Esa sospecha ganó terreno luego de que el nivel de alerta fuera elevado a naranja por el Departamento de Seguridad Interna en forma coincidente con la postulación formal del adversario de Bush, John Kerry, del Partido Demócrata.
Hace un mes, el semanario estadounidense The New Republic citó a funcionarios de inteligencia pakistaníes que revelaron que la Casa Blanca les había pedido que anunciaran el arresto o asesinato de cualquier blanco de alto valor integrante de Al Qaeda del 26 al 28 de julio, los tres primeros días de la Convención del Partido Demócrata que proclamó la candidatura de Kerry.