Aunque siempre será imposible evaluar la desolación de una familia que lo pierde todo, los daños provocados por el huracán Charley a su paso por Cuba el día 13 fueron calculados en más de 1.000 millones de dólares.
Casas totalmente destruidas, pueblos devastados, una provincia entera sin electricidad durante 11 días y cientos de miles de personas sin agua son sólo algunos detalles del impacto de este desastre en la población del occidente cubano.
Más de 73.500 viviendas fueron afectadas, de las cuales quedaron totalmente destruidas una 4.000, asegura un informe oficial presentado por Pedro Sáez Montejo, primer secretario del gobernante Partido Comunista en la capital de la isla.
Del total de viviendas totalmente deshechas, sólo 469 corresponden a la capital, donde resultaron afectadas unas 31.000. El viento derribó allí más de 8.000 árboles.
El cálculo de los daños fue incluido el martes en el programa televisivo Mesa Redonda, que se transmite al final de cada tarde bajo la orientación directa del gobierno cubano.
De acuerdo con esas fuentes, el huracán arrasó 95 por ciento de las plantaciones de plátano y 66 por ciento de las de cítricos en las provincias afectadas. Se perdió totalmente una cosecha de toronja destinada a Europa.
Para colmo de males, Charley fue un huracán seco. Las lluvias que suelen acompañar a los ciclones tropicales hubieran tenido un impacto positivo en Cuba, víctima de una severa sequía que se extiende hace más de un año.
Sin embargo, las precipitaciones apenas alcanzaron entre 100 y 150 milímetros en las áreas donde más llovió, una cantidad insignificante cuando algunas fuentes de agua se encuentran totalmente secas.
Actualmente, las limitaciones con el abasto de agua en la capital no están relacionadas con el huracán, sino con la sequía, afirmó este miércoles el diario Granma, órgano oficial del Partido Comunista.
Según fuentes oficiales, carros cisterna abastecían de agua a 94.000 residentes en La Habana, que la seguirán recibiendo de esa manera mientras no vuelva la lluvia.
Charley necesitó apenas dos horas para atravesar Cuba de sur a norte, pero las autoridades requirieron de 10 días para evaluar los daños ocasionados a la economía. Cuatro personas murieron y otras cuatro resultaron lesionadas.
El huracán, con vientos de hasta 170 kilómetros por hora y rachas de hasta 250, prácticamente barrió con los poblados costeros de Cajío y Guanimar, en el sur de la provincia de La Habana, vecina a la capital.
Las víctimas fueron mínimas porque las autoridades evacuaron a unas 215.000 personas del occidente de la isla, sobre todo a residentes en viviendas en mal estado o en zonas costeras bajas, amenazadas por penetraciones del mar.
Ese mismo día, el gobierno de Estados Unidos lamentó los daños y ofreció la entrega de inmediato a través de su oficina de intereses en La Habana de un fondo de 50.000 dólares para afrontar las necesidades de los damnificados por el huracán.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba rechazó a través de una declaración el ofrecimiento por considerarlo cínico e hipócrita y calificó la ayuda ofrecida como ridícula y humillante limosna.
Ningún cubano ha quedado, ni quedará jamás desamparado tras un desastre natural u otra emergencia, de cualquier índole o envergadura, aseguró la cancillería.
Con anterioridad, el vicepresidente cubano Carlos Lage había declarado que el país poseía los recursos necesarios como para iniciar de inmediato la recuperación, en los sectores de la economía afectados y también en las viviendas.
El registro de pérdidas incluye severos daños a los servicios de acueducto, telefonía y electricidad. Sólo en el último sector se constató el derrumbe de 1.400 postes, 28 torres de alta tensión y 291 transformadores.
Hasta el cierre del informe oficial presentado el martes, las brigadas que trabajan en la recuperación habían recogido más de 900.000 metros cúbicos de árboles y follaje derribados y, según fuentes del gobierno, aún falta una gran cantidad.
Saéz informó que una cantidad importante de personas damnificadas aún se encuentran en albergues de escuelas preuniversitarias (bachillerato), y que su situación debe resolverse antes del inicio de los cursos en septiembre.
En total, más de 13.000 personas permanecen fuera de sus hogares después del huracán, según fuentes de los gobiernos locales. Un número no revelado de ellas perdió definitivamente su vivienda y permanecerá albergado hasta su reposición. (