Ecuador, laboratorio de guerra. Desde el aire la frontera entre Colombia y Ecuador parece un mullido tapete verde. En sus 654 kilómetros de paisaje único y selvático en su mayor parte, se observa una tranquilidad total. Sin embargo, es uno de los trayectos que más inquieta a las autoridades de ambos países y, también, a los funcionarios del Departamento de Estado de Estados Unidos. Razones no faltan. Entre el clima temible y la vegetación inhóspita, con numerosos ríos de por medio, se mueven guerrilleros y paramilitares, que utilizan la región para el transporte de armas y drogas. Y es que desde hace un par de años, si bien Washington señaló a Colombia como una amenaza regional, ahora ha puesto sus ojos en Ecuador, especialmente por una razón: el tráfico de todo tipo de drogas y armamento, cuyos millonarios dividendos terminan alimentando la máquina del conflicto en la vecina nación. "En esta zona no predomina la frontera viva -o sea, la activa en términos de población e intercambio económico- sino la frontera muerta, que puede ser ocupada como retaguardia segura por actores armados, así como utilizada para el tráfico de lo que usted quiera", señaló John Blair (nombre supuesto) un investigador perteneciente a una de las agencias norteamericanas de inteligencia. "Ecuador se está convirtiendo en una especie de laboratorio de guerra", añadió.