El mundo audiovisual para niñas, niños y adolescentes inauguró esta semana una nueva plaza en Cuba, con la primera edición de un festival internacional que esta semana rinde homenaje al realizador uruguayo Walter Tournier.
Dos versiones, una historia, ¿Segundas partes nunca fueron buenas? ¡Decide tú mismo!, Clásicos y contemporáneos destacados, son los títulos de algunas de las muestras en exhibición que atraen al público en La Habana.
Un total de 269 filmes procedentes de 18 países participan en el concurso del Primer Festival Internacional del Audiovisual para la Niñez y la Adolescencia, inaugurado el 7 de este mes y que se extenderá hasta el próximo viernes 13.
Las personas menores de edad no sólo serán espectadores, sino jueces y creadores. Un jurado adolescente entregará los premios alternativos del festival y 12 niñas y niños participarán en un taller de animados y harán su propia película.
Cuba con 142 obras, Argentina con 45, y México con 13, son los países más representados en la competencia, seguidos de cerca por Alemania y España. Estados Unidos aparece como el gran ausente en la competencia.
En el próximo habrá muchos (filmes estadounidenses) porque tendremos otro presidente, opinó Julie Belafonte, intelectual estadounidense considerada la gestora y principal promotora de la cita que deberá realizarse cada dos años.
La ausencia de obras estadounidenses se atribuyó así a las fuertes restricciones impuestas por el gobierno de George W. Bush para el viaje de los ciudadanos de ese país a esta isla de régimen socialista.
Las muestras paralelas incluyen Derechos del Corazón, una serie canadiense que le da prioridad a la defensa de los derechos de la niñez, y Open the Door (Abre la puerta), colección de cortos de ficción sobre costumbres infantiles en distintas partes del mundo.
La decisión de rendir homenaje a Tournier coincidió con la alegría de saber que el cineasta uruguayo había solicitado inscribir seis obras para competir en el festival, dijo la cubana Esther Hirzel, directora del evento.
Tournier, uno de los fundadores de la Cinemateca del Tercer Mundo en Montevideo y cultivador de lo que después fue llamado a comienzos de los años 70 como el cine militante, optó por la animación desde 1973 con su primer corto En la selva hay mucho que hacer.
Entre otras obras, Tournier ha realizado Nuestro pequeño paraíso (1982), El cóndor y el zorro (1980), Los escondites del sol (1990), la serie ambientalista Madre Tierra (1991), El jefe y el carpintero (2000), y Navidad caribeña (2001). Quiero verlas todas, dijo Aitana, una niña de 4 años que aguardaba el inicio de la proyección bajo la mirada atenta de su padre para quien la programación satisface las expectativas de los adultos.
Es una buena opción, sobre todo en agosto cuando las escuelas están de vacaciones y los niños se vuelven como locos dentro de casa. Los lugares a donde ir nunca alcanzan si uno quiere que la pasen bien, dijo Darío Cabrera, arquitecto de 36 años.
La población cubana es amante del séptimo arte, predilección que alimentó desde los años 30 y 40 cuando llegaban a la isla intensos melodramas de Estados Unidos, México y Argentina. Esa afición se extiende en la actualidad al cine alternativo.
Filas de cientos y miles de personas, y verdaderas manifestaciones, pueden verse en las entradas de las salas de exhibición durante las ediciones anuales del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano o en ocasión de alguna muestra de cualquier país.
Cuba tiene amplia tradición en el mundo del audiovisual para niños y adolescentes desde que se fundó a inicios de los años 60 los Estudios de Animación del ICAIC, propicio ámbito de creación en ese sentido junto al Instituto de Radio y Televisión.
Sin embargo, la primera película de dibujos animados de Cuba se remonta a 1937, obra del dibujante y cineasta Manuel Alonso y estrenada 11 meses antes de que Walt Disney lanzara al mercado su largometraje Blancanieves y los siete enanitos.
La obra de Alonso Napoleón, el faraón de los sinsabores duraba apenas dos minutos, pero es citada por especialistas como uno de los antecedentes de la floreciente industria cinematográfica en la isla que se fomentó a partir de 1959.
Juan Padrón, uno de los presidentes de honor del certamen, es el creador de Elpidio Valdés, el personaje animado cubano más popular de las últimas décadas, y también de una serie de animados para adultos junto al humorista argentino Joaquín Lavado Quino.
La programación incluye además una exposición de juguetes ópticos, una muestra de carteles cubanos de cine con tema infantil y sesiones teóricas sobre la producción de animados con nuevas tecnologías.
Todo está pensado como un gran juego, afirmó Juan Carlos Cremata, director del grupo teatral infantil La Colmenita y miembro la presidencia de honor del festival, junto a Padrón y a Belafonte.