Más de 200 personas murieron en combates entre rebeldes islámicos y fuerzas del gobierno, que utilizaron aviones de guerra y tanques. Pero no ocurrió en Iraq, sino en Yemen.
Miles de familias todavía están en riesgo, ya que los combates continúan en las montañas de Marran, en la noroccidental zona de Saddah, unos 150 kilómetros al norte de la capital Sana'a, y muy cerca de la frontera con Arabia Saudita.
Saddah es el principal centro de acción de los musulmanes zaiditas, una secta de la rama chiita del Islam fundada hace unos 1.000 años, que tiene importante peso en Yemen.
Los rebeldes corean consignas contra Estados Unidos e Israel mientras enfrentan a las fuerzas del gobierno, que emplea todo su poder pero no ha logrado detener al líder de la insurgencia, Hussein Badr al-Deen al-Hothy.
Al-Hothy fue parlamentario por el partido Al Haq (Verdad), y ahora dirige la organización extremista islámica Juventud Creyente. El gobierno lo acusa de haber creado un grupo similar al libanés Hizbolá (Partido de Dios) para restablecer por la fuerza la monarquía.
También de instigar a los yemenitas a no pagar impuestos y de autoproclamarse imán, un cargo político y religioso que no existe en este país del Golfo desde que fue derrocado Hamid Al Din en 1962.
Al-Hothi niega veracidad a todas estas acusaciones, y afirma que Juventud Creyente es víctima de una campaña gubernamental debido a su fe en el Islam y su oposición a Washington y Tel Aviv.
Esa organización estaba bajo vigilancia de las autoridades, pero éstas nunca pensaron que fuera a volverse significativa, admitieron funcionarios yemenitas.
Desde que comenzó la invasión de Iraq encabezada por Estados Unidos, os seguidores de Al-Hothi estuvieron en la primera fila de las protestas callejeras. Pensamos que sólo se trataba de unos pocos jóvenes impetuosos, reconoció el propio presidente Ali Abdallah Saleh el fin de semana, en una reunión con académicos musulmanes.
Saleh afirmó que Al-Hothi ha izado la bandera de Hizbolá en vez de la yemenita, y que eso va contra la unidad.
Pero Hassan Nasrallah, dirigente de Hizbolá, sostuvo en Líbano que ese partido no tiene relación alguna con los rebeldes de Saddah, y arguyó que su política es no intervenir en asuntos de otros países.
El conflicto en Saddah ha agudizado el enfrentamiento político entre el gobierno y los partidos opositores islámicos, que demandan el cese del uso indiscriminado de armas contra los insurgentes, y el inicio de un diálogo con ellos.
También piden que se levante el sitio al que están sometidas varias áreas civiles de Saddah, y comentaron en un comunicado que es realmente lamentable y doloroso este baño de sangre con destrucción de hogares.
Grupos de ciudadanos de Marran pidieron a organizaciones internacionales y humanitarias que acudan con urgencia al rescate de miles de familias amenazadas por el sitio.
El gobernante Congreso General del Pueblo ha amenazado a la oposición con llevarla a juicio si mantiene su actitud en relación con los insurgentes.
La rebelión ha dividido a los clérigos zaiditas. Unos apoyan a Al-Hothi, pero otros rechazan la insurgencia y la consideran apenas un fitnah (disturbio), y el juez islámico zaidita Ahmed al-Shami arguye incluso que la acción militar del gobierno cumple una fatwa (decreto religioso) del presidente de la Autoridad Pública de Fatwas, Hamoud bin Abbas al-Moayyad.
Los segundos dicen que Al-Hothi no representa a los zaiditas, y que éstos no deben aceptarlo como lìder.
A comienzos de esta semana, el gobierno ordenó cerrar todas las escuelas religiosas que no contaban con licencia para funcionar, debido a la conexión entre el extremismo, la militancia y algunos programas de estudio que promueven ideologías desviadas y foráneas, según el gabinete ministerial.
En 1999, las autoridades integraron al sistema de educación pública a 140 escuelas religiosas dirigidas por musulmanes chiitas, sunitas y sufitas, pero muchas otras siguieron funcionando en forma independiente.
La orden de cerrar escuelas se debe a fuerte presión extranjera sobre el gobierno, dijo a IPS el analista político Mohammed al-Sabri. (