Este es el día que tanto esperé, el día en que alguien debe responder por lo que me hicieron, dijo Jabati Mambu, estudiante de 20 años, al abrirse el juicio contra tres ex líderes del insurgente RUF de Sierra Leona.
En enero de 1999, miembros del RUF (Frente Revolucionario Unido) que avanzaban sobre Freetown le amputaron al entonces adolescente Mambu el brazo derecho.
Perdí la mejor parte de mi juventud y ahora estoy minusválido, lamentó el joven. Los rebeldes atacaron nuestra casa en el este de Freetown y secuestraron a mis dos hermanas, después de violarlas. Entonces, me cortaron el brazo con un machete desafilado.
Nunca perdonaré a esos monstruos. Sólo me sentiré satisfecho si el tribunal castiga a sus líderes, murmuró.
El RUF aterrorizó a Sierra Leona durante una guerra civil que ocupó buena parte de la década pasada. La insurgencia se financiaba por el tráfico ilegal de diamantes facilitado por el ex presidente de Liberia, Charles Taylor, hoy exiliado en Nigeria.
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Esta organización insurgente solía amputar los miembros de los civiles. Esos crímenes de guerra, entre otros, son parte de la acusación contra tres altos dirigentes del RUF en el juicio iniciado el lunes en el Tribunal Especial para Sierra Leona instalado en Freetown.
Estos tres acusados son perros de guerra y jaurías del infierno. Sus motivos para el combate fueron menos políticos que criminales, dijo el lunes el jefe de los fiscales, David Crane.
Es un escalofriante cuento de horror, una sociedad criminal que se propagó más allá del territorio de Sierra Leona y que involucró a extranjeros como el ex presidente de Liberia, Charles Taylor, observó Crane.
Los acusados en el actual proceso son Issa Sesay (líder del RUF tras el arresto en 2000 de su antecesor, Foday Sankoh), el jefe de seguridad de la organización, Augustine Gbao, y Morris Khallon, también conocido como Bilai Kareem.
Sesay, Gbao y Khallon afrontan 18 acusaciones, entre ellas las de asesinar, aterrorizar a civiles, ejercer violencia sexual, secuestrar y echar mano a niños soldados.
Los tres se declararon inocentes y desconocieron la autoridad del tribunal. En ese sentido, afirmaron que elevarán sus cuestionamientos a la Corte Suprema de Justicia.
El tribunal fundado en 2000 cuenta con el respaldo institucional de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y trabajan allí funcionarios naturales de otros países del foro mundial. Además, ha recibido ayuda financiera de Estados Unidos y Gran Bretaña.
Este es un problema constitucional. No veo cómo este tribunal podría estar por encima de la Corte Suprema de este país, dijo a IPS un abogado de la defensa este martes.
Sieh Mansaray, otro mutilado, saluda el inicio del proceso. En 1998, se encontraba buscando alimento en la provincia diamantífera de Kono cuando se topó con una unidad del RUF.
Eramos 24 y nos pusieron en fila. A 12 nos mutilaron, y al resto los mataron a tiros. Nos dijeron que fuéramos con el presidente Kabbah para que nos curara los brazos, porque habíamos votado por él, dijo Mansaray a IPS.
Ahmad Tejan Kabbah fue elegido presidente en 1996 y firmó de inmediato la paz con el RUF, pero fue depuesto al año siguiente por una conspiración en la que intervinieron oficiales del ejército e insurgentes.
Una fuerza regional permitió su retorno al poder en 1997, pero en enero de 1999 el RUF volvió a ocupar Freetown. Las partes en conflicto alcanzaron otro acuerdo de paz a fines de ese año, pero la guerra sólo concluyó en enero de 2002.
El Tribunal Especial para Sierra Leona es el único del país que procesa los abusos cometidos durante la guerra civil, y su acción está limitada a los crímenes perpetrados desde el primer acuerdo de paz firmado entre el gobierno de Kabbah y el RUF, en noviembre de 1996.
Hasta ahora, el tribunal acusó a 13 personas, entre ellas Charles Taylor, dada su responsabilidad en el financiamiento de los insurgentes mediante el tráfico de diamantes.
Otros acusados aún prófugos pertenecen a las milicias Kamajors, que apoyaron al gobierno, y el Consejo Revolucionario de las Fuerzas Armadas, la junta militar encabezada por Johnny Paul Koroma que derrocó a Kabbah en 1997.
La muerte el año pasado de Sankoh —en la cárcel, por causas naturales— y de su comandante Sam Mosquito Bockarie —mientras combatía en la guerra civil de Liberia— dejan la sensación en muchos de que se trata de un juicio irrelevante.
Si no pueden agarrar a Taylor ni a Koroma, ¿qué sentido tiene el tribunal?, dijo James Conteh, un taxista de Freetown.
La portavoz del Tribunal, Alison Cooper, dijo el martes a IPS que están realizando todas las gestiones necesarias para llevar a Taylor al banquillo, pero sólo puede solicitar la extradición a Nigeria. Dos ciudadanos nigerianos pidieron a las autoridades que se revise el asilo concedido al ex presidente.