MUSICA-NEPAL: Los nuevos trovadores

Grupos de rock y pop de Nepal están ocupando el lugar de los tradicionales ”gandarvas”, trovadores del Himalaya que recorrían las aldeas con canciones sobre historias míticas.

Ya casi no se encuentra a esos cantantes en los pueblos, pidiendo monedas y tocando su típico ”sarangi” (instrumento de tres cuerdas). Sólo se puede ver a alguno esporádicamente en una esquina de Katmandú.

Sin embargo, muchas de las canciones populares creadas por tales músicos ambulantes permanecen en la memoria colectiva.

Una de las más recientes trata sobre la masacre del 1 de junio de 2001, cuando toda la familia del rey Birendra fue asesinada por el príncipe Dipendra, quien luego se suicidó.

Este reino hindú de 24,1 millones habitantes es ahora gobernado por el monarca Gyanendra, hermano menor de Birendra.

”Raja lade Tribhuvan Sadanma” (”El rey yace sobre el palacio real”), dice la letra de la canción, compuesta por un gandarva y popularizada en las calles, pero que, hasta ahora, nunca había sido grabada en un disco.

En los últimos años surgieron grupos pop como Nepathya, que modernizan las canciones gandarva y las adaptan al mercado musical asiático, rescatando de alguna forma una tradición que estaba a punto de extinguirse.

Los sarangis son remplazados por guitarras eléctricas y sintetizadores, y la música adquiere un ritmo más occidental.

”Nos gusta hacer esto porque refleja a nuestra sociedad, a nuestro pueblo y sus miserias”, explicó el vocalista Nepathya, Amrit Gurung.

La banda lanzó a comienzos de este año el disco ”Bhedako Uun Jasto” (”Como piel de oveja”), que lleva el título de una canción típica de las comunidades tamang y sherpa, en las montañas del noroeste de Katmandú.

La semana pasada, el grupo realizó un recital en la occidental ciudad estadounidense de Phoenix, considerado el espectáculo que ha congregado a la mayor cantidad de nepalíes en el exterior.

”Nos sentimos orgullosos de haber logrado esa convocatoria”, afirmó Gurung, otro de los miembros de la banda, al referirse al concierto organizado por la Asociación de Nepaleses en Estados Unidos.

El grupo nació hace 14 años en el occidental valle de Pokhara, y ya ha editado seis discos. Los jóvenes músicos son populares en todo el país y en el noreste de India, donde hay una importante colonia nepalí.

Otra banda pop que también mezcla la música tradicional nepalí con la occidental es 1974 AD. Este grupo ha llegado a competir con Nepathya en popularidad.

1974 AD saltó a la fama luego de que dedicara su canción ”'Sambodhan timilai gardaichhu ma” (”Te llamo humildemente”) al rey Birendra y su familia, tras la masacre de 2001.

El año pasado, la banda realizó un concierto conjunto con Nepathya que llenó el Estadio Dasharath de Katmandú de decenas de miles de fanáticos. Luego inició una gira por Estados Unidos y Gran Bretaña, con recitales en ciudades como Nueva York, Londres, San Francisco y Washington.

A comienzos de junio, el grupo lanzó su sexto disco ”'Pinjadako Suga” (”El loro de la jaula”), con canciones escritas por las principales figuras de la literatura nepalí.

En medio de una guerra civil entre el gobierno y la insurgencia maoísta, estos grupos pop también son un medio para llevar mensajes de paz y solidaridad.

El rock and roll entró en este reino himalayo en los años 60 y 70, cuando un gran número de hippies occidentales se trasladaban a Katmandú para conocer la cultura asiática.

De abril a mayo, Nepathya realizó una gira llamada ”Educación por la paz” por 15 localidades del país y en la que recolectó 140.000 dólares, que serán donados a las escuelas de los lugares visitados.

Mientras estos grupos gozan de cada vez más popularidad, los gandarvas van desapareciendo lentamente. El conflicto bélico interno los ha desplazado, obligándolos a instalarse en ciudades como Pokhara o Katmandu, donde cantan en las calles por unas monedas.

”Nuestros oyentes están en todos lados: en las calles, en los negocios, en las casas”, señala Rubin, un gandarva de apenas 10 años, que gana de 100 a 150 rupias diarias, mucho menos que lo que necesita para sustentarse y ayudar a sus padres luego de todo un día en las calles de Katmandú.

”Mi vida está llena de desilusiones y penas”, lamenta. (

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