Nadie podría convencer de salir de su casa los sábados por la tarde a la trabajadora japonesa en su hogar Michiko Suda, de 38-años, fascinada por el culebrón sudcoreano Sonata de invierno y especialmente por su protagonista, Bae Yoon Joon, a quien llama el mejor actor del mundo.
Ni mi marido ni mis mejores amigas lograrían que deje de verlo. Preferiría perderme un casamiento que un episodio, aseguró la mujer, una de las miles de treintañeras y cuarentañeras que pierden la cabeza por lo que el diario japonés Daily Yomiuri llama la matadora sonrisa del actor.
Ese nuevo fenómeno crea un precedente en la lucrativa industria japonesa del entretenimiento, que se ha apoyado tradicionalmente en las producciones locales u occidentales.
Estamos ante un boom de Corea del Sur, afirmó Haruko Konishi, productor de la compañía de emisiones vía satélite So-Net, creada hace dos años por la corporación Sony Comunicaciones, que ha realizado una fuerte inversión en programas sudcoreanos.
La enormemente exitosa Sonata de invierno integra la programación de NHK-G, una filial por banda ancha de la emisora pública NHK, que la divulgó primero en 2002 por su canal vía satélite BS-2, con muy buena acogida del público, y la repuso este año con resultados aun mejores, desplazando a populares programas estadounidenses del horario de mayor audiencia.
La popularidad de las producciones sudcoreanas destaca una nueva tendencia, que llegó para quedarse, opinó Tomohiro Sagawa, analista de la revista especializada en asuntos empresariales Nikkei Business, líder entre las de su tipo.
Eso abre camino para la penetración de otros productos culturales asiáticos, sostuvo.
Hasta ahora, las producciones japonesas eran la gran moda en Asia, pero ahora se puede decir que se da la inversa, aseveró Sagawa.
So-Net tiene tres canales, uno de programas deportivos, otro de documentales y un tercero de series para televisión, en el que, según Konishi, la emisión de los 18 capítulos del drama sudcoreano Shinjitsu ('Verdad) ayudo el año pasado a triplicar la cantidad de abonados, de 749 a unos 2.250.
Reinventamos nuestra imagen, y ahora nos dedicamos sobre todo a dramas sudcoreanos, explicó el productor.
En mayo, So-Net invitó al actor sudcoreano Ryu Shi Won a visitar Japón para promover el tercer culebrón que lo tiene como protagonista.
En agosto, la emisora comenzará a presentar Lavanda, un culebrón taiwanés.
Aprovechamos el boom de las producciones asiáticas y avanzamos hacia otros países. Vale la pena correr el riesgo, alegó Konishi.
En los últimos tiempos se han lanzado 78 nuevos canales por cable o banda ancha, cuyos suscriptores aún son relativamente escasos, de tres a cuatro millones en una población total de 126 millones, pero los especialistas predicen que aumentarán pronto.
Nuestro principal destinatario es el público joven, más abierto a la variedad y que necesita constantes estímulos. Los productos asiáticos se adecuan a nuestra demanda, porque ofrecen algo nuevo y además son más baratos, adujo Konishi.
Incluso la industria de los dibujos animados japoneses, que es la envidia del mundo, puede afrontar pronto un gran desafío de otras producciones asiáticas, presagiado por el programa Lagnarok, procedente de Corea del Sur y de 26 episodios sobre las coloridas aventuras de seis monstruos, que empezó a ser emitido el 7 de abril por el principal canal del género en Tokio.
En el territorio de la música popular, el último éxito es la cantante Palmy, de 22 años, nacida en Tailandia, con una imagen y una voz muy adecuadas para el mercado japonés según el productor artístico Hiroaki Kaneko.
Los jóvenes de Japón pueden identificarse con ella, porque se parece físicamente a ellos y está a la moda. Con promoción masiva, podemos convertirla en una estrella a la par de las locales, sostuvo.
La cuestión es convencer al público japonés de que Asia tiene producciones de calidad equivalente a la de las japoneses y occidentales. Debemos concentrarnos en educar a los japoneses para cambiar la vieja actitud de considerar que Occidente es superior, arguyó Kaneko. (
