Evidencias ofrecidas por un alto funcionario de la CIA confirman que Saddam Hussein no ordenó la masacre contra los kurdos en Halabja de 1988, como sostuvo el ex dictador iraquí al abrirse en Bagdad el juicio en su contra.
Miles de kurdos iraquíes murieron al respirar gas venenoso en Halabja, en marzo de 1988, en las postrimerías de los ocho años de guerra contra Irán.
Durante mucho tiempo, se atribuyó la orden de la matanza a Saddam Hussein, y su concreción a Alí Hassan al-Majid, otro de los 12 acusados en Bagdad, conocido en Occidente como Alí Químico a causa de aquel acontecimiento.
La masacre de Halabja constituye hoy una de las principales acusaciones contra Saddam Hussein y Al-Majid en el juicio abierto el jueves en un tribunal especial en Bagdad.
Pero cuando se le leyeron los cargos, el ex dictador replicó que se enteró de la matanza a través de la prensa.
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Saddam Hussein ha rechazado las acusaciones desde su misma formulación.. Pero con el juicio en marcha, su defensa podría convocar a un testigo insospechado de querer beneficiarlo: el agente de la CIA (Agencia Central de Inteligencia estadounidense) Stephen Pelletiere.
La matanza no fue obra del régimen de Saddam Hussein sino de iraníes, según Pelletiere, que en los tiempos de la guerra Irán-Iraq era el principal analista de la CIA sobre cuestiones de Iraq.
La eventual citación de Pelletiere podría ser uno de los mayores desastres diplomáticos que haya sufrido Estados Unidos.
Por otra parte, un informe de la justicia británica indica que, a raíz de la masacre, Washington ayudó a Bagdad a construir su arsenal de armas químicas para contrarrestar las que tenía Teherán.
Pocos creen que un hombre de la CIA acudiría a un tribunal en Bagdad en defensa de Saddam Hussein. Pero el funcionario de la agencia hizo pública esta evidencia hace más de un año.
En su carácter de profesor de la Universidad de Guerra del ejército estadounidense de 1988 y 2000, está al tanto de la mayor parte del material de inteligencia secreto que llegó a Washington desde el Golfo, según él mismo dijo.
Además, Pelletiere condujo en 1991 una investigación del ejército sobre la capacidad militar de Iraq en una eventual guerra contra Estados Unidos. La versión secreta del informe analizaba en detalle la masacre de Halabja.
El ex funcionario hizo pública esa información en una columna publicada el 31 de enero de 2003, titulada ¿Un crimen de guerra o un acto de guerra?
El artículo cuestionaba una afirmación reiterada por el presidente estadounidense George W. Bush en las vísperas de la invasión a Iraq: El dictador que está ensamblando las armas más poderosas del mundo ya las ha usado contra poblados enteros, dejando a miles de sus propios ciudadanos muertos, ciegos o desfigurados.
Pelletiere recordó que la Agencia de Inteligencia de Defensa de Estados Unidos investigó y produjo un informe secreto tras la matanza en Halabja que, pese a la reserva, circuló profusamente por toda la comunidad de espionaje de Washington.
Ese estudio afirmaba que fue gas iraní lo que mató a los kurdos, no gas iraquí, escribió Pelletiere en The New York Times. La agencia descubrió que ambos bandos usaron gas en la batalla alrededor de Halabja, según el agente.
La condición de los cadáveres de los kurdos, de todos modos, indicaba que habían muerto por un agente sanguíneo —es decir, gas basado en cianuro— que Irán solía usar, sostuvo el funcionario de la CIA.
Los iraquíes, de quienes se sabía que usaban gas mostaza, no poseían entonces agentes sanguíneos, agregó.
Pelletiere escribió que esos hechos fueron de dominio público durante mucho tiempo, pero, extraordinariamente, son raramente mencionados cuando se habla de la cuestión de Halabja.
El funcionario indicó que Saddam Hussein tiene mucho que responder en materia de derechos humanos. Pero acusarlo de echarle gas a su propia gente en Halabja como acto de genocidio no es correcto, observó Pelletiere.
De acuerdo con la información que tenemos, en todos los casos en que (Iraq) usó gas se trató de batallas. Son tragedias de guerra. Podrá haber justificativos para invadir Iraq, pero Halabja no es uno de ellos, añadió.
Pelletiere ha mantenido su posición. Todo lo que Saddam Hussein tendría que hacer en el tribunal es citar el artículo publicado por The New York Times, aunque no convoque a Pelletiere.
El caso de Halabja fue mencionado no sólo por Bush sino también por el primer ministro británico Tony Blair para justificar la invasión. Saddam usó armas químicas no sólo contra un estado enemigo, sino contra su propio pueblo, indica un informe del gobierno de Blair.
Pero una investigación realizada en 1996 por el juez Scott indicaba que, después del uso de gas en 1988, Estados Unidos y Gran Bretaña comenzaron a suministrar aun más armas químicas a Saddam Hussein.
El ex canciller británico Geoffrey Howe escribió, según el informe de Scott, que el fin de la guerra Irán-Iraq significaría grandes oportunidades para la industria británica de equipamiento militar.
Hasta ahora, Saddam Hussein carece de abogado defensor. Un bufete de Jordania, al parecer, lo representará. Pero la mejor defensa del ex dictador podría estar en Washington y en Londres