Hasta ahora hay coincidencia entre los ambientalistas y el gobierno de Brasil respecto de que el biodiesel debe ser incorporado a la matriz energética del país de forma sustentable y en servicio de la inclusión social, beneficiando a los pequeños agricultores.
En ese marco, se advierte que se debe evitar la experiencia del Programa Nacional del Alcohol, que fuera inaugurado en 1975 en respuesta a la primera crisis mundial del petróleo para sustituir la gasolina, pues tuvo grandes impactos ambientales y expandió el monocultivo de la caña, expulsando pequeños agricultores y multiplicando el empleo temporal precario.
La decisión del Ministerio de Medio Ambiente, de autorizar a partir del próximo año una mezcla de sólo dos por ciento de biodiesel en el combustible para motores diesel de origen petrolero, significa una implantación gradual que es el mejor camino, opinó a IPS Delcio Rodrigues, investigador de la organización ambiental Vitae Civilis.
De esa forma se puede incluir la agricultura familiar en la producción de oleaginosas que servirán de materia prima, evaluar los impactos en el medio rural y acelerar el proceso según la capacidad de respuesta de los actores, argumentó este físico experto en energía.
Rodrigues explicó que para el ambiente urbano sería mejor una rápida sustitución del combustible fósil, pero exigiría una expansión acelerada de la producción de oleaginosas, a través del agronegocio de monocultivos, ampliando la invasión y la deforestación de la Amazonia.
La política anunciada para el biodiesel es positiva, coincidió el secretario ejecutivo del Ministerio de Medio Ambiente, Claudio Langone. Es producto de una elaboración conjunta de varios ministerios y su prioridad es beneficiar los pequeños y medianos agricultores, especialmente en las áreas de mayor pobreza, informó.
Nuestra opción no es por la soja, porque no queremos sustituir alimento por combustible, acotó el funcionario, cuyo cargo corresponde al de viceministro.
Así, el ricino es apuntado como la materia prima ejemplar, por su gran potencial productivo en tierras poco fértiles e incluso las semiáridas del noreste brasileño, área de mayor concentración de pobres en el país.
Un proyecto de siembra de ricino ya arrancó en el municipio de Canto do Burití, en el nororiental estado de Piauí, donde la empresa Brasil Ecodiesel está asentando un núcleo de 560 familias, dividido en células de 35 viviendas.
Escuela para los niños, incluso con computadoras y bibliotecas, un lujo en la región, pequeñas áreas para el cultivo de hortícola y un sueldo inicial hasta la primera cosecha de ricino son ofrecidos para atraer los campesinos.
El aceite de ricino es una materia prima que obtiene altos precios en el mercado internacional, por ser usado en más de 700 productos medicinales, cosméticos, lubricantes y químicos. Bajar ese precio al nivel del diesel mineral es uno de los retos.
Su posibilidad de promover la agricultura familiar en el noreste, generando ingresos para gran cantidad de personas, es una gran ventaja en relación a otros aceites vegetales, como la soya que favorece la producción en grandes propiedades, por la facilidad de mecanización.
El programa brasileño del biodiesel, a ser definido hasta noviembre, apunta a la diversidad de fuentes, aprovechando las vocaciones locales. Puede ser desarrollado a partir del ricino, palma, soya, semillas de algodón, girasol y otras oleaginosas, incluso vegetales nativos de la Amazonia.
El riesgo, en algunas áreas, para los ambientalistas, es promover los monocultivos extensivos, con efectos negativos para el ambiente y la población.
El programa del alcohol carburante, que hoy sustituye un tercio de la gasolina que Brasil consumiría, redujo la contaminación urbana y abrió enormes perspectivas de exportación, pero generó también graves problemas.
La caña de azúcar invadió extensas zonas, provocando un gran éxodo rural y ofreciendo muchos empleos solo en los meses de cosecha.
Se diseminó así el fenómeno de los boias frias (comida fría), los cortadores de caña reclutados para el trabajo cada día, en condiciones penosas y riesgosas, con la desocupación asegurada en los próximos meses. Muchos venían de lejos, teniendo que vivir en alojamientos precarios.
La vinasa, residuo líquido del proceso de destilación, se convirtió en problema ambiental y contribuyó a matar muchos ríos de las regiones cañeras. Luego pasó a ser aprovechado como fertilizante, pero durante años constituyó un veneno temible.
Un problema ambiental hasta hoy no resuelto es la quema de la paja de los cañaverales para facilitar la cosecha. La mecanización, estimulada incluso por leyes prohibiendo esa práctica, soluciona la contaminación, pero aumentó el desempleo.
Económicamente, tanto el alcohol o etanol como el biodiesel parecen tener el toque de rey Midas, por lo menos para Brasil.
Muchos países empiezan a adicionar etanol a la gasolina, para reducir la contaminación atmosférica. El alza del petróleo estimula esa tendencia.
En el primer semestre de este año, Brasil exportó 930 millones de litros de alcohol, 237 por ciento más que en igual período de 2003, según la Unión del Agroindustria Cañera de Sao Paulo (Unica), que reúne los mayores productores brasileños.
Con el surgimiento del automóvil bicombustible, que usa gasolina o etanol, o una mezcla de los dos en cualquier proporción, está aumentando el consumo del segundo en el mercado nacional.
En 2010, este país estará consumiendo 18.000 millones de litros al año, 50 por ciento más que ahora, según proyectó Luiz Vaz, coordinador del Simposio Internacional y Muestra de Tecnología del Agroindustria Sucroalcoholera (SIMTEC), iniciado el martes y que finaliza este viernes en Piracicaba, a 180 kilómetros de Sao Paulo.
El biodiesel es un hermano más nuevo que sigue las huellas del alcohol. La sustitución de dos por ciento del diesel representará el próximo año un ahorro de por lo menos 1.200 millones de dólares en importaciones del derivado petrolero, se estima.