El programa de política exterior del candidato del opositor Partido Demócrata a la presidencia de Estados Unidos, John F. Kerry, podría resumirse en cuatro palabras: hegemonía sí, imperio no.
Una revisión de la trayectoria de Kerry y de su carrera hacia la Casa Blanca sugieren que el candidato intentará volver al realismo diplomático que abrazaron en sus presidencias George Bush (1989-1993, padre del actual mandatario) y Bill Clinton (1993-2001).
Ambos gobernantes pensaban que, para mantener el dominio internacional, Washington debía tomar en cuenta los intereses de otras naciones, en especial los de sus aliados.
Esas ideas alimentan el discurso multilateralista de Kerry, acentuado por el consejo de ex altos funcionarios del gobierno de Clinton y de diplomáticos retirados que rodean hoy al candidato demócrata.
Debemos trabajar con la comunidad internacional para definir una estrategia mundial (contra el terrorismo) que sea colectiva y no imperial, dijo Kerry en diciembre ante el académico Consejo de Relaciones Exteriores (CFR).
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El candidato, que avaló en el Senado —con reservas— la invasión a Iraq, también comparte con el primer Bush y con Clinton la opinión de que, si bien el multilateralismo es siempre preferible, Washington puede actuar de forma unilateral si están en peligro intereses vitales del país.
Como presidente, no cederé nuestra seguridad a ninguna nación o institución. Y los adversarios no tendrán duda de mi determinación a decidir el uso de la fuerza de ser necesario, afirmó el abanderado demócrata, quien será proclamado este jueves en Boston.
A pesar de tales declaraciones, analistas políticos han abierto un interminable debate sobre si Kerry representa, en sustancia y no sólo en estilo, grandes cambios a la política exterior de Bush.
En todo caso, muchos observadores se preguntan si el discurso de Kerry se traduciría, de llegar a la Casa Blanca, en políticas reales, en particular si el hoy gobernante Partido Republicano mantiene el control del Congreso legislativo.
Después de todo, Clinton prometió un multilateralismo enérgico en la campaña electoral de 1992, pero sus intenciones fueron bloqueadas desde 1994, cuando los republicanos obtuvieron en las urnas, por primera vez en 40 años, la mayoría de las dos cámaras del Congreso.
Parece haber poca duda de que Kerry está genuinamente furioso con los efectos que tuvo en la prédica y el poder internacional de Estados Unidos la política exterior de Bush en los últimos tres años, particularmente tras la guerra en Iraq.
Digamos, simplemente, que el gobierno de Bush ha desarrollado la más arrogante, inepta, imprudente e ideológica política exterior de los tiempos modernos, dijo Kerry en su discurso ante el CFR, un bastión de la diplomacia estadounidense.
Según diversas fuentes, la aversión de Kerry por las actitudes arrogantes de Washington es sincera.
Cuando funcionarios del gobierno de Clinton comenzaron en los años 90 a referirse a Estados Unidos como la nación indispensable, el hoy candidato le dijo a un diplomático: ¿Por qué estamos adoptando un tono tan arrogante y odioso?
Esa sensibilidad parece, en parte, basada sobre su educación inusualmente cosmopolita, para no mencionar sus 10 años de matrimonio con Theresa Heinz-Kerry, la extravertida millonaria políglota nacida en Mozambique y educada en Sudáfrica.
El periodista Franklin Foer, de The New Republic, recordó que el padre del candidato, el diplomático Richard Kerry cuestionó en 1990 el moralismo de la política exterior de Washington en su libro Star-Spangled Mirror.
El público estadounidense es propenso a ver el mundo y las relaciones exteriores en blanco y negro, advirtió Richard Kerry, quien falleció hace cuatro años.
El hoy virtual candidato asistió a escuelas en Europa y solía hablar de política internacional con su padre, de quien procede directamente la visión de las relaciones exteriores del hoy senador, según su biógrafo Douglas Brinkley.
Kerry le dijo al diario The Washington Post que su padre le enseñó los beneficios de aprender a mirar los problemas, esperanzas y desafíos de otros países a través de sus ojos, algo que Estados Unidos no siempre hace bien.
Esa visión del mundo se reforzó por su experiencia como marino en la guerra de Vietnam, donde fue galardonado por su desempeño en combate en el río Mekong. Kerry regresó a Estados Unidos para liderar la organización Veteranos de Vietnam contra la Guerra.
Una vez elegido senador, junto con el ex prisionero de guerra y par republicano John McCain, promovió la reconciliación con Vietnam, un esfuerzo que le deparó poca recompensa política.
Kerry considera que Bush dio un viraje muy agudo a la política exterior estadounidense luego de los atentados que dejaron 3.000 muertos en Nueva York y Washington el 11 de septiembre de 2001.
El gobierno republicano amenaza con destruir las alianzas forjadas por Estados Unidos luego de la segunda guerra mundial (1939-1945) y que dieron a este país, en su carácter de primero entre pares, una influencia que nunca hubiera alcanzado por sus propios medios, según Kerry.
Sus primeros pasos en la Casa Blanca tenderían a restaurar alianzas con lo que el secretario (ministro) de Defensa de Bush, Donald Rumsfeld, ha llamado peyorativamente la vieja Europa.
Al mismo tiempo, intentaría diluir crecientes conflictos de Washington —entre los más destacados, los de Corea del Norte e Irán— que originan molestias en aliados de Estados Unidos, tanto en Europa como en Asia oriental.
En un tercer frente, Kerry emitiría señales hacia la comunidad internacional y particularmente hacia la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para dar pruebas de su enfoque multilateralista.
Uno de esos gestos será, casi con certeza, el retorno de Estados Unidos a negociaciones como las del Protocolo de Kyoto contra la emisión de gases invernadero y de la Convención sobre Armas Biológicas.
También podría recortar los programas del sistema de defensa misilística y eliminar el presupuesto para el desarrollo de nuevas armas nucleares, asignar más dinero al Fondo Global para la Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria y restaurar el aporte de Washington al Fondo de la ONU para la Población.
Otro gesto sería dejar de lado las gestiones por la impunidad de los funcionarios estadounidenses ante la Corte Penal Internacional que procesa crímenes de guerra, contra la humanidad y actos de genocidio.
En su discurso ante el CFR, Kerry se comprometió a convocar una cumbre para establecer medidas contra el terrorismo y tender puentes con el mundo islámico.
El candidato demócrata podría desarrollar tal agenda si su eventual triunfo electoral es acompañado en noviembre por la conquista por parte de su partido de la mayoría en al menos una cámara legislativa.
Pero también dependerá de cuán dispuesta esté la comunidad internacional, en particular los aliados tradicionales de Estados Unidos, en sacar al país de su actual aislamiento. Comenzando por Iraq.