Según una encuesta divulgada este viernes, la intención de voto en noviembre por la reelección del presidente estadounidense George W. Bush ha disminuido en la comunidad de origen cubano del sudoriental estado de Florida, decisiva para que triunfara en 2000.
Bush fue apoyado hace cuatro años por casi 82 por ciento de los cubano-estadounidenses, y consultas a 812 integrantes de esa comunidad que realizó la firma MirRam Global en varias áreas electorales clave de Florida, del 29 de junio al 7 de este mes y por encargo del Instituto William C. Velasquez, mostraron un respaldo en torno a 66 por ciento.
Eso sugiere que el candidato John Kerry, del Partido Demócrata, podría ganar considerable apoyo entre los cubano-estadounidenses, especialmente de los que llegaron al país después de 1980 y los que nacieron en Estados Unidos, ya que en esos dos grupos se registraron los menores porcentajes de respaldo a Bush.
Sin embargo, el descontento (con Bush) no significa apoyo al candidato demócrata, señaló el director de MirRam, Luis Miranda. Sólo 16 por ciento de los entrevistados consideraron probable que voten a Kerry.
De acuerdo con la encuesta, una de las principales causas de la disminución del apoyo a Bush es la impopularidad de restricciones vigentes desde fines de junio de los viajes a Cuba y del envío de dinero y mercancías a esa isla caribeña.
Esas medidas, adoptadas con la intención declarada de acelerar la caída del gobierno cubano, acotan la relación de los exiliados con sus familiares en Cuba, y son perturbadoras sobre todo para quienes llegaron hace relativamente menos tiempo a Estados Unidos. Como fueron impulsadas por exiliados más antiguos, el resultado es la división de la comunidad cubano-estadounidense.
Estas nuevas y severas políticas sólo sirven para dividir a las familias cubanas e imponer un castigo sin sentido a quienes necesitan ayuda humanitaria, opinó Mavis Anderson, del Grupo de Trabajo Latinoamericano (LAWG, por sus siglas en inglés), con sede en Washington.
El LAWG es una coalición de iglesias y grupos humanitarios contra el embargo comercial a Cuba que el gobierno estadounidense mantiene desde hace 44 años.
Los resultados de la encuesta muestran que la anquilosada política hacia Cuba ya no es apoyada plenamente por la comunidad cubano-estadounidense, comentó Anderson.
Casi dos tercios de los entrevistados por MirRam que llegaron a Estados Unidos después de 1980, y 59 por ciento de los nacidos en Estados Unidos, expresaron fuerte desaprobación de la limitación de viajes a Cuba, de uno por persona y por año a uno por persona cada tres años. Pero sólo 38 por ciento de los que llegaron antes de 1980 dijeron que desaprobaban esa medida.
Las restricciones dividen políticamente a la comunidad cubano-estadounidense y contribuyen a erosionar el apoyo al presidente Bush, según Geoff Thale, especialista en Cuba de la Oficina de Washington para América Latina (WOLA, por sus siglas en inglés).
Los resultados de la encuesta se divulgaron un día después de que la Cámara de Representantes, donde es mayoría el gobernante Partido Republicano, expresara su rechazo a las últimas medidas de Bush contra Cuba, y especialmente a la restricción del envío de bienes.
Fueron 46 los diputados republicanos que se sumaron a los demócratas para votar negativamente un proyecto que asignaba fondos para aplicar la restricción del equipaje en viajes de Estados Unidos a Cuba, y la prohibición de enviar como regalos a cubanos, entre otras cosas, ropas y artículos de tocador.
Entre los republicanos que formaron mayoría hubo muchos representantes de estados dedicados a la agricultura, que hace años se unieron a los demócratas para exceptuar del embargo a las exportaciones agrícolas, y que son partidarios de establecer más excepciones.
En el otoño (boreal), también se unieron demócratas y republicanos, en ambas cámaras, para levantar restricciones a los viajes a Cuba, pero Bush vetó esas decisiones parlamentarias.
Las nuevas disposiciones del Poder Ejecutivo no sólo disminuyen la frecuencia permitida de visitas a familiares en Cuba, sino que también establecen una definición mucho más restrictiva de familia, e imponen mayores trabas a los viajes por razones educativas o culturales.
Además, reducen mucho el total de dinero que los cubano-estadounidenses pueden dejar en Cuba, cuando la visitan, y prohíben el envío de remesas a residentes en esa isla que no sean familiares directos.
Todas esas disposiciones se deben en gran medida a la intención de satisfacer, en un año electoral, a los integrantes más derechistas de la comunidad cubano-estadounidense, que durante los tres primeros años del mandato de Bush demandaron medidas más agresivas contra el gobioerno del presidente cubano Fidel Castro.
Esa presión, encabezada por los diputados republicanos Ileana Ros-Lehtinen y Lincoln Díaz-Balart, ambos de Florida, aumentó especialmente luego de un fuerte golpe represivo de La Habana contra disidentes que recibieron severas condenas de prisión.
Pero tras el anuncio en mayo de la nuevas restricciones, grupos más moderados, entre ellos la tradicional Fundación Nacional Cubano-Estadounidense (CANF, por sus siglas en inglés), opinaron que quizás el Poder Ejecutivo estaba yendo demasiado lejos, y que era posible que debiera pagar un precio político por ello.
Una de las consecuencias fue la creación, por parte de varios grupos de la comunidad, de la Comisión Cubano-Estadounidense por los Derechos de la Familia, que se moviliza contra las nuevas restricciones.
Las encuestas muestran en forma consistente que la gran mayoría de los cubano-estadounidenses están a favor de los viajes para visitar a familiares en Cuba, aseguró el presidente de la Comisión, Alvaro Fernandez.
En Estados Unidos, el presidente es elegido en forma indirecta por un Colegio Electoral de 538 integrantes, en el que triunfa quien logre 270 apoyos. Ese Colegio está formado por representantes de los estados que forman el país, y el candidato a la presidencia ganador en un estado, aunque sea por mínima diferencia, logra todos sus representantes en el organismo elector.
En 2000, Bush ganó en Florida por apenas 500-votos, y los votos de Florida fueron decisivos en el Colegio Electoral. En esta elección, Florida es considerado uno de los 10 estados donde no está claro si ganará Bush o Kerry.
En las elecciones de legisladores, los cubano-estadounidenses suelen repartir sus votos entre demócratas y republicanos, sin grandes desproporciones, pero en las presidenciales ha sido habitual que se vuelquen en forma masiva hacia los republicanos, con mayorías de 75 a 85 por ciento. (