Estados Unidos debe mostrarse dispuesto a participar en misiones de paz en Africa y esforzarse por ganar la simpatía de la población musulmana del continente, recomiendan expertos.
En un estudio titulado Aumentar la apuesta de Estados Unidos en Africa, también exhortaron a Washington a incrementar la asistencia económica a ese continente, en especial mediante la promoción de inversiones en el sector del petróleo y el gas.
Si esas naciones logran una mayor estabilidad, invierten con sabiduría y mejoran su gobernanza y respeto de la ley, los beneficios se percibirán en todo el continente, indica el trabajo de 170 páginas.
Al mismo tiempo, se debe avanzar en los vitales intereses de Estados Unidos con relación a la estabilidad regional, la lucha antiterrorista, el desarrollo humano, y la promoción de la democracia, añade.
El estudio fue elaborado a pedido del Congreso legislativo por un grupo de expertos convocados por el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés), pertenecientes tanto al gobernante Partido Republicano como al opositor Partido Demócrata.
En el equipo de trabajo se destacan el ex subsecretario de Estado para Asuntos Africanos Walter Kansteiner y el ex vicecomandante de las fuerzas militares estadounidenses en Africa Carlton Fulford.
El estudio hace énfasis en la necesidad de que Washington inicie una política de acercamiento con los musulmanes africanos, para poner tope a la propagación del radicalismo islámico.
La mayoría de los musulmanes del continente están concentrados en el occidente y el Cuerno de Africa.
Con más de 300 millones de musulmanes, Africa es clave para el reclutamiento de extremistas islámicos y, al mismo tiempo, constituye una oportunidad única para que Estados Unidos atraiga al mundo musulmán, señala el informe.
La iniciativa implica una inversión de 200 millones de dólares anuales, e incluye la entrega de asistencia para el desarrollo y la financiación de programas educativos.
Además, los expertos proponen redoblar la presión a Arabia Saudita para que detenga el flujo de dinero desde sus organizaciones caritativas a grupos radicales.
Al mismo tiempo, Washington debe aplicar una más amplia estrategia antiterrorista, controlando el tráfico de armas livianas, mejorando la tarea de inteligencia con el envío de agentes, entrenando a las fuerzas de seguridad locales y desplegando fuerzas de paz, señalan.
Después de los atentados terroristas del 11 de septiembre en Nueva York y Washington, el gobierno de George W. Bush redujo su presencia militar en Nigeria y Kenia y la aumentó en el Cuerno de Africa, donde desplegó unos 2.000 soldados.
El estudio subraya que el combate contra el terrorismo requiere de mucho más que poder militar.
Para ser efectivo, tiene que estar enfocado en los mismos factores que atraen a los terroristas: la profunda marginalidad económica, la alienación, las fisuras étnicas y religiosas, la frágil gobernanza y la débil protección de sus derechos humanos, señala.
Por esta razón, la respuesta de Estados Unidos no debe consistir solamente en programas de seguridad. También requiere de atención sostenida al desarrollo económico, a los derechos humanos y a la democratización, añade.
El equipo de trabajo concluyó también que Washington tiene que apoyar más los esfuerzos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para acabar con los conflictos bélicos en el continente, y expresó su preocupación por la situación en la occidental zona sudanesa de Darfur.
Creemos que se necesita un rápido despliegue de una fuerza de la ONU en Sudán, tanto en el norte como en el sur, el este y el oeste. Esto significa un contingente bien equipado de entre 500 y 600 solados internacionales, dijo Rick Barton, del CSIS.
La contribución de Estados Unidos en los esfuerzos multilaterales de paz en Sudán demostrará la buena disposición de Washington hacia los árabes y musulmanes, señala el estudio.
Pero también se le recomienda al gobierno de Bush que brinde apoyo militar a Jartum para controlar la insurgencia en Darfur.
El estudio también sugiere prestar especial atención a Somalia, debido a ese país en ruinas aún constituye una base de apoyo y de oportunidades para la red terrorista islámica Al Qaeda.
En lo económico, el informe propone continuar con la liberalización de los mercados del continente y respaldar todos los esfuerzos para reformar el sector financiero, así como estimular las inversiones extranjeras y locales.
También elogia la nueva Cuenta para el Desafío del Milenio, de Estados Unidos, que concede asistencia extra a aquellos países que se comprometen a reformar el mercado, luchar contra la corrupción, respetar los derechos humanos y garantizar la democracia.
En cuanto a la lucha contra el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), el equipo aplaudió la decisión de Bush de donar 15.000 millones de dólares durante los próximos cinco años para combatir la enfermedad en el continente.
No obstante, recomendó que la ayuda adquiera una naturaleza multilateral.
Según el plan de Bush, sólo 1.000 millones de dólares serán provistos al Fondo Mundial contra el Sida.
Esta recomendación llega justo cuando Estados Unidos afronta una gran crítica en la XV Conferencia Internacional sobre el Sida, que se realiza en Bangkok, por sus políticas sobre la enfermedad y la pequeña delegación que envió al encuentro.
Estados Unidos debe hacer que el multilateralismo sea el canal de sus esfuerzos contra el sida, exhorta el estudio.