Las razones del "no" de España, maquillado detrás de una supuesta pérdida de interés de Colombia en los blindados AMX-30, fueron múltiples. La primera es que la venta, heredada al gobierno español del socialista José Luis Rodríguez Zapatero de su antecesor, el derechista José María Aznar, era incómoda para una agrupación que, como el Partido Socialista Obrero Español, siempre ha estado más del lado del diálogo y la negociación como vía idónea para la solución de conflictos. A eso se sumó una firme campaña de varias ong (Amnistía Internacional, Intermón-Oxfam, etc) en la que se le recordaba al mismo gobierno que retiró sus tropas de Irak por considerar que esa era una intervención ilegítima, al margen de la legalidad internacional, que la Unión Europea prohíbe la venta de armas a países en conflicto y/o con historial en materia de violación de derechos humanos. También fueron importantes las presiones de Venezuela, bajo el argumento del peligro de una carrera armamentista en la región.