Cientos de policías y militares fueron desplegados el miércoles en la capital de Bolivia, donde, a tres días del controvertido referéndum sobre el gas, los reclamos, protestas y amenazas de boicot se suceden a ritmo de vértigo. El despliegue militar y de las fuerzas de seguridad no se condecía con la aparente tranquilidad con que había amanecido La Paz, con el habitual y colorido trajín de su gente, a diferencia del resto del país, donde la situación era más conflictiva. A la larga lista de demandas, que van desde pedidos de autonomía regional hasta la volátil situación en Ayo Ayo, en la frontera con Perú, se sumó ayer un nuevo frente de tormenta para el presidente Carlos Mesa, que, incluso, significa una amenaza directa para la Argentina. Mientras, un grupo de campesinos cerró la válvula de un gasoducto e interrumpió parcialmente la exportación de gas a Argentina, en reclamo de la pavimentación de una ruta en el poblado de Santa Rosa del Sara, a unos 150 kilómetros de Santa Cruz. "No ha habido una interrupción total del flujo, sino una disminución, porque estamos recurriendo a otros gasoductos del sur del país para compensar la falta de suministro. En lugar de exportar a la Argentina cuatro millones de metros cúbicos de gas por día, ahora le enviamos 2,7 millones", explicó Amalia Limpias, vocero del Ministerio de Hidrocarburos boliviano.
