Belice y Surinam, dos países miembros de la Comunidad y el Mercado Común del Caribe (Caricom) comenzaron esta semana con buenos auspicios sus relaciones con el cuerpo de la Organización Mundial del Comercio (OMC) que supervisa la liberalización de las economías de los Estados miembros.
El Organo de Examen de las Políticas Comerciales reconoció los progresos alcanzados por ambos países en la apertura de sus economías, aunque reprochó a Surinam el estancamiento del comercio y de las inversiones en ese país, y a Belice la aplicación de un régimen de licencias de importación no automático.
Ninguna de las dos naciones examinadas tiene representación residente en Ginebra, como ocurre igualmente con otros siete países caribeños que también son miembros de la OMC: Antigua y Barbuda, Dominica, Grenada, Guyana, San Cristóbal y Nevis, Santa Lucía y San Vicente y Granadinas.
El ministro de Comercio Exterior de Belice, Eamon Courtenay, destacó esa circunstancia desventajosa, que en su opinión refleja que losapremios financieros y humanosde los países del Caribeson reales, no imaginarios.
El ministerio que Courtenay dirige sólo cuenta en Belmopán, la capital beliceña, con siete empleados, una plantillamucho menos que la de algunas de vuestras misiones aquí, en Ginebra, dijo el alto funcionario ante delegados de los otros 146 miembros de la OMC.
Una de las críticas que las organizaciones no gubernamentales dirigen al régimen de la OMC apunta precisamente a la desventaja de los 24 países, todos ellos con economías en desarrollo y pequeñas, que carecen de una misión en Ginebra para atender los asuntos que se ventilan en el sistema multilateral del comercio.
Entre esos países figuran Belice, con una población de 273.000 personas y un producto interno bruto (PIB) por habitante de 3.332 dólares anuales en 2002, y Surinam, con unos 450.000 habitantes y un PIB por individuo de unos 2.200 dólares anuales.
La situación desventajosa de Surinam limita su capacidad de participar plenamente en los trabajos de la OMC, confirmó el ministro de Comercio e Industria de ese país, Michael Tien Fong.
Sin representación residente en Ginebra, es difícil movilizar los recursos destinados a tomar parte activa en las negociaciones de la Ronda de Doha, el proceso lanzado en noviembre de 2001 en esa ciudad, durante la IV Conferencia Ministerial de la OMC, con la intención de profundizar la liberalización del comercio internacional.
Esas negociaciones, que se previó originalmente concluir el 31 de diciembre próximo, arrastran prolongadas dilaciones, pero Tien señaló desde ya que la aplicación de los compromisos que de ellas surjan representará una enorme tarea para una economía pequeña como la de Surinam.
Por ese motivo, el ministro surinamés demandó que las actuales negociaciones de la OMC se concentren en el tratamiento especial y diferenciado a favor de los países en desarrollo, para impedir una marginación aun mayor de las economías pequeñas en el sistema multilateral de comercio.
La Ronda Uruguay, fase anterior de negociaciones comerciales internacionales (1986-1994) que dio lugar a la creaciónde la OMC en 1995, forzó a Surinam a asumir obligaciones considerables, pero los beneficios hasta ahora derivados del sistema multilateral no guardan proporción con esos compromisos, alegó.
La Ronda de Doha no debe terminar para Surinam con nuevas obligaciones que excedan su capacidad de aplicación y aumenten su vulnerabilidad, sostuvo Tien.
A su vez, la OMC demandó a Surinam mayor coherencia en los aspectos macroeconómicos, racionalización de la participación estatal en la economía, y cambios estructurales tendientes a desarrollar una cultura empresarial y mejorar la competencia en los mercados.
Surinam, la ex Guayana holandesa independizada en 1975, depende para financiar su desarrollo de las exportaciones de un puñado de productos primarios.
Arroz y banano figuran a la cabeza de las exportaciones agrícolas. Sin embargo, los ingresos por exportaciones de bauxita, petróleo y oro sumaron 70 por ciento del total en 2002.
La economía de Surinam, que también se apoya en la exportación de madera y de productos de la pesca, ha presentado una expansión modesta en los últimos años, con un aumento anual del PIB de 1,7 por ciento de 1998 a 2002, apenas superior a la tasa de crecimiento demográfico.
En cambio, Belice se colocó de 1997-2003 entre las economías de más rápido crecimiento del hemisferio occidental, con una tasa media anual de 7,2 por ciento, pese a condiciones metereológicas adversas, destacó la OMC.
Courtenay recordó que el territorio de su país, antes llamado Honduras Británica e independiente desde 1981, fue asolado de 1999 a 2001 por los huracanes Mitch y Keith, la tormenta tropical Chantal y el huracán Iris, que dejaron daños por valor de 850 millones de dólares.
Belice pertenece a la Caricom y mantiene también vínculos con el Sistema de Integración Económica de América Central.
El país, lindante con México y Guatemala, tiene la oportunidad y también la responsabilidad de tender un puente entre las dos regiones y ofrecer una plataforma para una integración más profunda de toda la subregión, dijo el ministro beliceño.
Las exportaciones de Belice se concentran en productos tradicionales como cítricos, banano, azúcar y pesca. Sin embargo, los mayores ingresos provienen en los últimos tiempos de la industria en auge del turismo, responsable de 18 por ciento del PIB.
A diferencia de los países industrializados, Belice no impone restricciones a la participación de empresas extranjeras en los servicios de transporte marítimo o aéreo, ni en las actividades relacionadas con el turismo.
La delegación de Estados Unidos objetó la actitud del gobierno de Belice en la aplicación de las normas sobre propiedad intelectual, que en su opinión es insuficiente ante la circulación de productos con marcas falsificadas en varios sectores, incluyendo el farmacéutico y el del tabaco.
La misión estadounidense expuso una preocupación especial por la ausencia de control en esa materia en la nororiental Zona Libre Comercial de Corozal, una instalación que ha alentado las violaciones de la propiedad intelectual y actividades delictivas relacionadas con ellas, afirmó.