Una decena de cineastas filmaron 10 cortos de 10 minutos cada uno para componer una película de homenaje a las 85 personas que murieron en la capital argentina en el atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), del que se cumplen 10 años el 18 de este mes.
El largometraje se llama 18-J, en alusión al 18 de julio de 1994, y apela a la misma fórmula de 11-9-01. El día que cambió al mundo, estrenada en 2002 y que refiere al atentado que destruyó el World Trade Center de Nueva York, aunque en este último caso se trató de 11 directores de 11 países distintos.
La avant premiere de 18-J está prevista para el domingo 18, el mismo día del aniversario del ataque con explosivos que derribó el edificio sede de la mutual judía fundada hacía entonces más de un siglo, para brindar asistencia social gratuita a la comunidad israelita de Argentina.
No obstante, esa función será exclusivamente para los equipos técnicos de los cortos y para miembros de organizaciones de la comunidad judía. Su estreno comercial está previsto para comienzos de octubre y lo recaudado se destinará a 10 organizaciones humanitarias sin fines de lucro.
Al presentar el proyecto en el Festival Internacional de Cine de Cannes, Francia, el director del Instituto Nacional de Cinematografía y Artes Audiovisuales (INCAA), Jorge Coscia, señaló que este filme es un aporte a la paz en tiempos de terrorismo y violencia. El instituto participó de la producción y la selección de los cineastas.
Por su parte, Fabián Blanco, gerente de Fomento del INCAA, dijo a IPS que fue un proyecto magnífico de productoras privadas, apoyado financieramente por el instituto, porque apunta a recuperar la memoria. El cine es un vehículo cultural muy grande para mantener latentes los acontecimientos históricos, opinó.
Los cineastas convocados para esta película colectiva son Daniel Burman, Adrián Caetano, Lucía Cedrón, Alejandro Doria, Alberto Lecchi, Marcelo Schapces, Carlos Sorín, Juan Bautista Stagnaro, Adrián Suar y Mauricio Wainrot, este último es un coreógrafo que por primera vez incursiona en la dirección cinematográfica.
La productora Alex Media, mentora de la idea, fue la que reunió a las productoras correspondientes para que cada una propusiera a un director.
El resultado es tan variado como la gama diversa de realizadores. Burman, quien cuenta entre sus trabajos la exitosa El abrazo partido, eligió el testimonio de un médico que ese día atendió un parto en el Hospital de Clínicas, el centro universitario de salud cercano a la AMIA, adonde luego llevaron a centenares de heridos por el atentado.
Luego la cámara recorre el barrio de Once, cercano al centro de Buenos Aires y el lugar tradicional de la colectividad judía donde se levantaba el edificio de la AMIA, y se detiene en las calles, los comercios y los protagonistas de la vida cotidiana de esa zona, que cambió dramáticamente su fisonomía desde el atentado.
En cambio Caetano, director que se destacó con el filme Un oso rojo, eligió un rodaje sin actores, sólo con objetos personales de las víctimas, ropa tendida y muebles situados en torno a la AMIA que vuelan en pedazos en el momento del ataque. La originalidad de su propuesta está en la explosión que parece detenerse en cada secuencia.
Por su parte, el corto de Cedrón, la directora de En ausencia, cuenta la historia de una pareja de judíos que llega a Argentina en 1930 huyendo del nazismo. En 1976, cuando los militares asaltan el poder para perpetuarse hasta 1983, el matrimonio manda a su hija a vivir a Israel. Así, la pantalla muestra como la pareja se prepara para viajar a conocer a su nieto cuando se desploma la AMIA.
Doria se expresó a través del monólogo de la actriz Susú Pecoraro, protagonista de la laureada película Camila, en el que se mezclan episodios de ficción con asuntos de la investigación judicial sobre el atentado, que todavía prácticamente no arrojó resultados ciertos. Doria cuenta en su haber trabajos de destaque como la comedia Esperando la carroza.
Lecchi, realizador de Apariencias, mira el atentado desde la quebrada de Humahuaca, en la noroccidental provincia de Jujuy. Allí una mujer se entera del ataque a la AMIA por televisión y se desespera por conocer el paradero de su hijo, que vive precisamente en el barrio de Once.
Para Schapces, el ataque se presenta como un castigo a la rebeldía de un joven que se niega a hacer su bar-mitzva, preso como está de las dudas religiosas, y para Sorín, realizador de Historias Mínimas, el homenaje consiste en presentar los rostros felices de las víctimas que miran y sonríen desde distintas fotografías familiares.
A su vez, Stagnaro, director de Casas de Fuego, cuenta la historia de un grupo de estudiantes secundarios que se preparan para rendir un examen sobre La Divina Comedia justo cuando los sorprende el atentado. El descenso a los infiernos que describe Dante Alighieri parece hacerse realidad en las escenas del derrumbe de la mutual, del llanto y de las víctimas.
Por su parte Suar, exitoso actor y productor de televisión y cine, realizó su primer corto en el que relata las alternativas de un hombre que va a la AMIA en busca de documentos de la historia familiar. Mientras que Wainrot cuenta su versión del atentado a través de la danza de dos bailarinas que personifican el dolor y el paso del tiempo.