AMBIENTE: Amazonia guarda sorpresas buenas y malas

”Habrá muchas sorpresas, buenas y malas” en los estudios en marcha o ya efectuados dentro del Experimento de Gran Escala de la Biosfera-Atmósfera en la Amazonia (LBA), vaticinó uno de sus coordinadores, el investigador Flavio Luizao.

El LBA, el mayor programa de cooperación científica internacional en el área ambiental, involucra a 170 instituciones brasileñas y extranjeras. Su tercera conferencia se realizará entre el martes y el jueves de la semana próxima en Brasilia, con unos 800 asistentes y la presentación de 700 trabajos.

El programa iniciado en 1998 ya comprobó que los bosques amazónicos no son homogéneos como parecen, y prestan grandes servicios ambientales, como sumideros de carbono y proveedores de nubes y calor para la atmósfera global, influenciando el clima en vastas zonas del planeta.

Los bosques amazónicos absorben el carbono, principal gas que profundiza el efecto invernadero de la atmósfera recalentando el clima, pero falta saber si lo hacen en cantidad suficiente para compensar las emisiones provocadas por la deforestación y las ”quemadas”, señaló Luizao a IPS.

Investigaciones del LBA mostraron que los bosques amazónicos absorben entre media y una tonelada de carbono por hectárea al año.

Considerando la enorme extensión de esa región selvática que comparten ocho países del norte de América del Sur, se deduce ”la cantidad inmensa” del gas absorbido, observó el científico del Instituto Nacional de Investigación de la Amazonia (INPA).

Pero la destrucción de los bosques, en gran parte por las ”quemadas”, incendios provocados para preparar terrenos para la siembra, produce la emisión de 200 a 300 millones de toneladas de dióxido de carbono al año, según Carlos Nobre, otro de los organizadores de la conferencia de LBA.

Esa es la mayor fuente brasileña de gases invernadero, que el mundo busca reducir para evitar graves cambios climáticos. Las otras fuentes, como la combustión de petróleo y sus derivados, suman entre 80 y 90 millones de toneladas por año en este país, comparó Nobre.

El territorio de Brasil contiene la mayor porción de la Amazonia.

Si este país logra reducir drásticamente la pérdida amazónica de árboles, que alcanzó 25.000 kilómetros cuadrados el año pasado, los bosques locales volverán a ”prestar un gran servicio” al clima mundial con su absorción neta de carbono, destacó Luizao.

Es un hecho que podría tener inclusive resultados financieros para el país, si entrara en vigencia el Protocolo de Kyoto sobre cambio climático, que establece metas de reducción de gases emitidos por los países industriales, permitiendo cumplirlas a través de proyectos en otros países y creando mecanismos como el llamado mercado del carbono.

Otro servicio ambiental importante de la Amazonia es el ”papel claro de sus bosques como fuente de vapor”, que genera lluvias en regiones distantes, como el sur de Brasil, destacó Luizao.

Hay indicios de su influencia más lejana, aun en el norte de Europa, pero su confirmación exige todavía evaluar ”muchos factores”en estudios que superan el ámbito del LBA, acotó.

Las investigaciones descubrieron que la recuperación de los bosques incendiados se ve dificultada por falta de nitrógeno, que se va en el humo, y no de fósforo como se pensaba. Este conocimiento permitirá orientar la reforestación, alentando el uso de fertilizantes nitrogenados.

Pero las sorpresas señaladas por Luizao no se refieren sólo a la divulgación de conclusiones de los variados estudios en la conferencia de la próxima semana, ni de los que se logren en los dos próximos años de vida del LBA, según su plan original.

El programa concluirá en 2006 ”una primera fase de recolección intensa de datos”, pero ya tiene asegurados recursos para dos años más, que se dedicarán al análisis de las informaciones y a la integración de muchos estudios paralelos. El Experimento LBA se compone de 120 proyectos, 61 de los cuales ya fueron terminados.

La combinación de tanta información acumulada debería abrir paso a muchos descubrimientos y sorpresas posteriores. Será entonces el verdadero momento de ”extraer el oro”, afirmó el investigador.

Además del conocimiento sobre la complejidad de la Amazonia, otro resultado ya materializado es que el LBA es ámbito para los estudios de posgrado de 400 investigadores que permanecerán en la zona. ”Es la mejor ganancia para la región”, opinó Luizao.

Se estima que en la Amazonia brasileña hay 1.000 profesionales doctorados, pero hacen falta 10.000 para alcanzar el promedio ”modesto, no aún el ideal”, del resto del país, destacó.

Las investigaciones del LBA constituyen además una contribución impar a la definición de políticas de desarrollo para la Amazonia, donde viven 24 millones de personas, sumando los habitantes de los ocho países que comparten sus bosques tropicales.

Por eso, los coordinadores del programa se reunirán este viernes y el sábado en Brasilia con funcionarios gubernamentales y de otras instituciones, para exponerles un resumen de los resultados del LBA.

Las investigaciones son muy amplias y variadas. Por un lado desvelan el sistema natural, su papel en el clima y los efectos que causan las modificaciones, indicando ”lo que no se puede hacer”, explicó Luizao.

Por otro lado, hay estudios específicos, como el impacto de la extracción selectiva de maderas o alternativas de uso de la tierra, explicó Luizao.

Ahora se trata de traducir las conclusiones científicas para el ”usuario”, que deberá aprovecharlas en la orientación de políticas públicas, concluyó.

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