La importante concentración de tropas en la frontera entre República Democrática de Congo y Ruanda desata temores a una renovación del conflicto en Africa central.
Unos 10.000 soldados congoleños fueron desplegados en el este del país luego de que ex rebeldes abandonaran del ejército y ocuparan la oriental ciudad de Bukavu el 2 de este mes.
Pero los insurgentes abandonaron la ciudad con los primeros golpes de las tropas leales contra sus posiciones en Bukavu.
Los rebeldes, liderados por Jules Mutebusi y Laurent Nkunda, dicen proteger a los tutsis de República Democrática del Congo —los banyamulenge— de supuestas operaciones de limpieza étnica a manos de las fuerzas armadas.
El gobierno de Joseph Kabila cree, en cambio, que el gobierno de Ruanda, que apoyó a los banyamulenge en su lucha contra la dictadura de Mobutu Sese Seko (1965-1997), está detrás de la acción en Bukavu.
El pequeño Ruanda invadió dos veces la enorme República Democrática de Congo en busca de extremistas hutu responsables del genocidio de 800.000 miembros de la minoría tutsi y hutus moderados en 1994.
El gobierno de Kabila ha negado que los extremistas usen territorio congoleño como base para atacar Ruanda. El gobierno ruandés, mayoritariamente tutsi, percibe hostilidad en el despliegue militar en su frontera, y advirtió que no se quedará quieto.
Los banyamulenge fueron privados de la ciudadanía por la dictadura de Mobutu en 1981 a pesar de que residen en el actual Zaire hace más de 200 años, pues quedaron separados del resto de los tutsis cuando las potencias coloniales se repartieron Africa el siglo XIX.
A los ojos de la mayoría de los congoleños, los banyamulenge —300.000 en una población de 46 millones— son extranjeros, específicamente ruandeses.
Muy motivados y listos para pelear, los banyamulenge estuvieron en la vanguardia de la insurgencia que en 1997 puso fin a la dictadura de Mobutu e impuso en el gobierno al fallecido Laurent Kabila, padre del actual presidente.
En 1998, esta comunidad se enfrentó con Laurent Kabila, quien más tarde expulsó del país a los soldados y oficiales ruandeses que lo habían ayudado en la guerra contra Mobutu.
Laurent Kabila mantuvo su liderazgo gracias a la intervención de tropas de Angola, Namibia y Zimbabwe, mientras los rebeldes contaron con el apoyo de Ruanda y Uganda. Joseph Kabila sucedió a su padre, asesinado en enero de 2001.
La animadversión de los congoleños ante los banyamulenge predomina aun entre los refugiados en Burundi. Allí, debieron instalarse dos campamentos, uno para los tutsis congoleños y otro, a ocho kilómetros de distancia, para el resto.
A fines de 2002, un acuerdo patrocinado por Sudáfrica puso fin a cinco años de guerra civil. Joseph Kabila encabeza hoy un gobierno de transición que incluye en sus filas ex rebeldes y representantes de la oposición.
De cualquier modo, la volatilidad persiste en el este del país, y la integración de tropas oficialistas y ex rebeldes en un ejército nacional ha sido lenta.
Los 10.000 soldados de la fuerza de mantenimiento de paz de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) tampoco cuenta con capacidad suficiente para vigilar la región.
Las preocupaciones se profundizaron con un fallido golpe de Estado en Kinshasa el 11 de este mes.
Los acontecimientos alarman a miembros de la Comunidad para el Desarrollo de Africa Austral (SADC), bloque que incluye a República Democrática del Congo. El ministro de Gobiernos Provinciales de Sudáfrica, Sydney Mufamadi, advirtió que el bloque no tolerará golpes militares.
Mufamadi, intermediario en las negociaciones de paz que condujeron al acuerdo de 2002, integró este mes una delegación de ocho representantes de la SADC que visitaron Kinshasa.
El canciller de Lesotho, Mohlabi Tsekoa, manifestó coincidencias con Kabila y estuvo a punto de acusar a Ruanda de estar detrás de las hostilidades en Bukavu.
"Alguno de los rebeldes" que capturaron Bukavu "procedían de Ruanda", sostuvo Tsekoa.
La SADC no debería enviar tropas para poner fin a los combates sin un mandato claro de la ONU, sostuvo el experto Norman Mlambo, del Instituto Africa, un centro académico radicado en Pretoria.
"La ONU y el resto de la Unión Africana deberían estar integrados en el mantenimiento de la paz. Esto no es un problema local, sino un problema internacional", dijo Mlambo a IPS.
La ONU ha responsabilizado a Ruanda, Uganda, Burundi, Zimbabwe, Namibia y Angola por sus intereses en las vastas reservas de diamante, oro, coltano y otros recursos en el subsuelo congoleño.
Pero Claude Kabenba, del Insitituto Electoral de Africa Austral, dijo a IPS que la SADC necesita "actuar como bloque y enviar tropas como organización regional". ***** +Comunidad para el Desarrollo de Africa Austral, en inglés, francés y portugués (http://www.sadc.int/index.php) +Misión de la ONU en República Democrática del Congo (http://www.un.org/spanish/Depts/dpko/monuc/index.html) (FIN/IPS/traen-mj/mn/jh/ip/04)