Los líderes de Africa subsahariana insisten en que los une con el mundo rico una alianza forjada en el aliento de la inversión y el buen gobierno. Pero eso quedó en entredicho en la última cumbre del Grupo de los Ocho (G-8).
Los jefes de gobierno de los ocho países más poderosos del mundo (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia) recibieron a seis presidentes de la Unión Africana (UA), uno de ellos árabe, en el lujoso centro turístico estadounidense de Sea Island.
Abdelaziz Bouteflika, de Argelia, John Kufour, de Ghana, Olusegun Obasanjo, de Nigeria, Abdoulaye Wade, de Senegal, Thabo Mbeki, de Sudáfrica, y Yoweri Museveni, de Uganda, expusieron a sus pares del mundo industrial una iniciativa de pacificación continental.
El plan les permitiría entrenar y equipar para 2100 a 75.000 soldados y policías dedicados a tareas de mantenimiento de la paz en todo el continente.
También solicitaron al G-8 y a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ayuda para detener la masacre en la occidental región sudanesa de Darfur, donde milicias afines al gobierno árabe realizan una campaña de limpieza étnica contra la población local negra.
Apelamos a la ONU para que encabece el esfuerzo internacional dirigido a impedir un gran desastre, y trabajaremos juntos para lograr ese objetivo, dijeron los mandatarios en un comunicado.
De todos modos, el régimen islámico de Sudán acusa a Occidente de la agonía de Darfur, donde la mayoría de la población es musulmana.
El vicepresidente sudanés Alí Osman Taha dijo a 300 intelectuales de Egipto y de su país en El Cairo que las sanciones económicas internacionales privaron a su gobierno de millones de dólares necesarios para desarrollar Darfur, lo cual predispuso esa región al conflicto.
Las sanciones fueron impuestas después de que el presidente Omar Hassan al-Bashir se encaramara en el poder al derrocar en 1989 al primer ministro democráticamente electo Sadiq al Mahdi.
Luego, Bashir convirtió Sudán en un refugio seguro para terroristas islámicos como el saudita Osama bin Laden.
La Unión Europea acordó el jueves asignar 12 millones de dólares al apoyo del rápido despliegue de una fuerza de mantenimiento de la paz de la Unión Africana (UA) en Sudán.
La UA también anunció sus planes de enviar 90 observadores —60 militares y 30 civiles— a Darfur. El presidente de Sudáfrica, Thabo Mbeki, informó que enviará 10 altos oficiales militares al área.
No está clara la efectividad de 90 observadores en un área del tamaño de Francia, donde ocurren masacres y violaciones a diario, advirtió la organización de derechos humanos Amnistía Internacional.
La UA ya tiene fuerzas de mantenimiento de la paz operativas en Sierra Leona, Liberia, República Democrática de Congo, Costa de Marfil y Burundi.
En una media que contempla especialmente a los países de Africa subsahariana, los líderes del G-8 anunciaron que ampliarían la iniciativa para países pobres altamente endeudados del Banco Mundial, cuya finalización estaba prevista para fin de año, hasta 2006.
Además, exhortaron a la comunidad científica internacional a acelerar el desarrollo de una vacuna contra el sida, enfermedad que ha diezmado la población activa africana.
Unos 26,6 millones de personas son portadores del virus que causa el sida en Africa, y 3,2 se suman todos los años.
Investigadores australianos realizan pruebas sobre un tratamiento que controla el desarrollo del sida y mejora la inmunidad de los portadores del virus que causa la enfermedad. Estados Unidos prometió asignar a esa investigación 500 millones de dólares.
Pero los líderes del G-8 depararon a Africa apenas dos horas de su atención por razones de agenda, dijo Mbeki a la prensa.
Al cabo de la cumbre, pareció que Medio Oriente había robado la escena. En la reunión, el presidente estadounidense George W. Bush se entrevistó con el nuevo primer ministro iraquí, Ghazi al-Yawar, y con el rey Abdullah de Jordania.
Bush reiteró su intención de exportar la democracia al mundo árabe, piedra angular de su política exterior.
Este es el cuarto año consecutivo que líderes de la UA son invitados a una cumbre del G-8, en el contexto de la Nueva Alianza para el Desarrollo de Africa (Nepad).
Académicos africanos y activistas de la sociedad civil han cuestionado el compromiso de Occidente con Nepad, que propone medidas para desarrollar buenos gobiernos en el continente, lo cual deberá, a su vez, contar con la contrapartida de inversiones del Norte industrial.
Pero los países ricos informaron que Africa debería mejorar su sistema impositivo para recaudar los 64.000 millones de dólares que busca del G-8.