IRAQ-EEUU: Neoconservadores en desgracia

– Catorce meses después de alcanzar la cúspide de su influencia en la política exterior de Estados Unidos con la invasión a Iraq, los neoconservadores han caído en desgracia, tanto dentro del gobierno de George W. Bush como en la propia Bagdad.

Las señales de la derrota de esas fuerzas conservadoras y unilateralistas por la realidad y por los llamados ”realistas”, encabezados por el secretario de Estado (canciller) Colin Powell, están en todas partes.

Una de las mejores ilustraciones de esa derrota está probablemente en la tapa de la última edición de la revista Newsweek, que presenta una fotografía enmarcada de Ahmed Chalabi, el antiguo ”mejor amigo” de Washington en Iraq, rota durante una redada conjunta de soldados estadounidenses y la policía iraquí en su casa y sus oficinas de Bagdad, el pasado 20 de mayo.

El título de tapa es ”Bush's Mr Wrong” (El Sr. Error de Bush), en referencia a los datos de inteligencia erróneos que Chalabi suministró a Washington, referentes a supuestas armas de destrucción masiva en manos del ex presidente iraquí Saddam Hussein, y que el gobierno de Bush utilizó como justificación para lanzar la guerra contra a Iraq.

La victoria de los realistas, que incluyen a oficiales militares y la Agencia Central de Inteligencia (CIA), pareció completa el lunes con el anuncio del nuevo gobierno interino iraquí, al que las autoridades de ocupación transferirán la soberanía, en condiciones aún indefinidas, el próximo 30 de junio.
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No sólo el Consejo de Gobierno iraquí designó como primer ministro a Iyad Allawi, archirrival de Chalabi en el exilio, sino que ni éste ni ninguno de sus principales socios en ese órgano, como el ministro de Finanzas Kamel al Gailani (acusado de entregar gran parte del sistema bancario iraquí a Chalabi durante su mandato), fueron nombrados para integrar el gobierno interino.

”Parece que Chalabi es el gran perdedor”, comentó un asistente del Congreso legislativo estadounidense.

”Y 'neoconservador' se ha transformado en una mala palabra aquí”, agregó, en referencia a la creciente inquietud de legisladores republicanos por las últimas debacles en Iraq, entre ellas el escándalo por la tortura de prisioneros iraquíes y la acusación a Chalabi de haber pasado información de inteligencia a Irán, quizá durante años.

”Debemos contener los crecientes instintos mesiánicos de Estados Unidos… que se siente con el derecho y la obligación de promover la democracia, por la fuerza si es necesario”, exhortó el senador Pat Roberts, miembro del gobernante Partido Republicano y presidente de la Comisión de Inteligencia del Senado, en un discurso que fue interpretado como un golpe directo a los neoconservadores.

Los neoconservadores son políticos, académicos y analistas de medios de comunicación con gran influencia en asuntos de política exterior dentro del Partido Republicano. Son belicistas y hostiles a los procesos multilaterales en general, y dominan el Pentágono (Departamento de Defensa) y la oficina del vicepresidente Dick Cheney.

En su mayoría son judíos de derecha, estrechamente vinculados con el gobernante partido Likud de Israel, y abogan para que la política antiterrorista de Washington apunte contra todos los grupos y países que consideran amenazas para los intereses israelíes.

Los neoconservadores, parte clave de la coalición de ”halcones” que domina la política exterior estadounidense desde los atentados del 11 de septiembre de 2001, fueron los primeros en reclamar públicamente el derrocamiento de Saddam Hussein, para volver al mundo árabe ”más hospitalario” hacia los valores occidentales, los intereses de Washington y las ambiciones territoriales de Israel.

Desde fines de la década de 1990, cuando encabezaron la campaña por la aprobación de la Ley de Liberación de Iraq de 1998, los neoconservadores convirtieron a Chalabi y su Congreso Nacional Iraquí (CNI, un partido opositor a Saddam Hussein en el exilio) en su instrumento favorito para lograr esa transformación en Medio Oriente.

La influencia de los neoconservadores aumentaba a medida que las fuerzas estadounidenses consolidaban su control de Iraq.

Sin embargo, la estrella de los ”neocon” comenzó a apagarse el pasado agosto, cuando quedó clara la falsedad de sus predicciones de un pueblo iraquí agradecido por la ”liberación” y de sus afirmaciones sobre las armas de destrucción masiva de Saddam Hussein y los supuestos vínculos de éste con el grupo terrorista Al Qaeda, basadas en gran medida en datos proporcionados por Chalabi.

Previendo problemas, la consejera de seguridad nacional, Condoleeza Rice, pidió al ex embajador en India, Robert Blackwill, que regresara a la Casa Blanca. Rice y Blackwill formaron el pasado octubre un Grupo de Estabilización en Iraq que gradualmente tomó el control de la política iraquí de manos del Pentágono.

En ese proceso participó con entusiasmo Paul Bremer, jefe de la Autoridad Provisional de la Coalición en Iraq, que no oculta su desprecio hacia Chalabi y sus promotores neoconservadores en Bagdad y Washington.

El proceso se completó con el anuncio a fines de mayo de que el Departamento de Estado asumiría el control de 14.000 millones de dólares de fondos para la reconstrucción de Iraq que el Pentágono no había gastado aún.

Durante mayo, el declive de los neoconservadores se transformó en derrota, mientras los informes sobre la complicidad de Chalabi con Irán ganaban crédito y altos oficiales militares señalaban la imposibilidad de una victoria sobre la insurgencia iraquí.

Cuando destacados neoconservadores visitaron a Rice en la Casa Blanca el mes pasado para protestar por el maltrato que Chalabi estaba recibiendo de la CIA, Bremer y el Departamento de Estado, la consejera se limitó a agradecerles su opinión. No asistieron a la reunión el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, el vicepresidente Dick Cheney ni ninguno de sus colaboradores directos.

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