Veintisiete altos diplomáticos y militares retirados exhortaron a la ciudadanía de Estados Unidos, en una actitud sin precedentes, a desalojar al presidente George W. Bush de la Casa Blanca en las elecciones de noviembre.
Para muchos de nosotros, un paso tan público es muy difícil, y tomamos nuestras decisiones luego de una profunda reflexión, dijo la principal portavoz de los firmantes, Phyllis Oakley, ex jefa del Buró de Inteligencia e Investigación del Departamento de Estado (cancillería).
Es hora de un cambio, indica la declaración de una carilla divulgada este miércoles en conferencia de prensa por los firmantes, muchos de los cuales alcanzaron la cúspide de sus carreras durante la presidencia de George Bush (1989-1993), padre del actual mandatario.
Nunca en los dos siglos y cuarto de nuestra historia Estados Unidos estuvo tan aislado entre las naciones, ni tan ampliamente temido, añadieron los firmantes.
El gobierno de Bush ha demostrado que no comprende las circunstancias de esta nueva era, y que no es capaz, en estilo ni en sustancia, de asumir las responsabilidades de liderazgo mundial. Es hora de un cambio, reiteraron.
La declaración es señal de la disconformidad que despierta la gestión de Bush entre los estamentos profesionales que dirigen la diplomacia, la inteligencia y las fuerzas armadas, a los que suele denominarse el gobierno permanente.
El mes pasado, unos 60 diplomáticos de carrera —entre ellos 16 ex embajadores— y otros ex funcionarios que prestaron servicios al gobierno en el extranjero difundieron una carta abierta al presidente para protestar por su apoyo al gobierno de Israel en el conflicto con Palestina.
Esta actitud, advirtieron, le cuesta credibilidad, prestigio y amigos a nuestro país, anotaron.
Esa carta se inspiró en una protesta similar de 51 embajadores y altos funcionarios del gobierno británico al primer ministro Tony Blair a fines de abril.
También el mes pasado, el general retirado Anthony Zinni, ex jefe del Comando Central que abarca el Golfo y Asia central, pidió públicamente la renuncia de jerarcas civiles del Departamento de Defensa, miembros del Consejo de Seguridad Nacional y colaboradores del vicepresidente Dick Cheney.
Zinni, infante de Marina (marine) retirado que se opuso a la guerra en Iraq, es muy respetado entre los militares de carrera.
Pero la carta publicada este miércoles, firmada por hombres y mujeres que alcanzaron los puestos más encumbrados de los servicios militares y diplomáticos, van mucho más allá al llamar a la derrota electoral de Bush.
Algunos firmantes se identifican como simpatizantes del opositor Partido Demócrata, e incluso asesoran a su virtual candidato presidencial, John Kerry.
Pero la mayoría alcanzaron la cúspide de su carrera durante el gobierno del padre de Bush y probablemente lo apoyaron en su fracasada campaña por la reelección.
Cuando me retiré hace 10 años, me registré como republicano, dijo el ex comandante de la Fuerza Aérea Merrill McPeak, uno entre media docena de generales firmantes. En 2000, integró la organización Veteranos por Bush. Pero hoy asesora a Kerry.
También firmaron la declaración el almirante William Crowe, presidente del Estado Mayor Conjunto durante la presidencia de Ronald Reagan (1981-1989), y el general Joseph Hoar, jefe del Comando Central en la presidencia del primer Bush.
Del mismo modo, entre los embajadores retirados figuran dos —Arthur Hartman y Jack Matlock Jr.— que representaron a Washington en la Unión Soviética durante el gobierno de Reagan.
También firmaron embajadores que trabajaron durante la presidencia del primer Bush, como William Harrop (Israel), Robert Oakley (Somalia) y Freeman (en Arabia Saudita). La carrera de muchos firmantes prosperó durante gobiernos republicanos.
Durante casi medio siglo trabajamos con energía en todas las regiones del mundo, frecuentemente en circunstancias muy difíciles, con el objetivo de construir pieza a pieza una estructura de respeto e influencia para Estados Unidos, que sirvió muy bien en los últimos 60 años, sostuvo Phyllis Oakley.
Hoy vemos cómo esa estructura se desmorona bajo una administración cegada por la ideología y la insensible indiferencia a las realidades del mundo que nos rodea, advirtió.
Nunca antes tantos de nosotros habíamos percibido la necesidad de un gran cambio en la dirección de nuestra política exterior, sostuvo la experta.
No solo hemos trabajado en el extranjero: también hemos tenido posiciones de gran responsabilidad en los departamentos (ministerios) de Estado y de Defensa, en el Consejo de Seguridad Nacional, y en la Organización de las Naciones Unidas, explicó Oakley.
La carta acusa a Bush de adoptar un enfoque despótico del rol de Estados Unidos en el mundo, basado sobre el poder militar y la supuesta superioridad moral, insensible a las preocupaciones de amigos y aliados tradicionales y desdeñoso de la Organización de las Naciones Unidas.
Los firmantes acusan a Bush de conducir al país a una mal planificada y costosa guerra en Iraq cuya salida es insegura.
La invasión, agregaron, se justificó mediante la manipulación de inteligencia incierta sobre armas de destrucción masiva y por una cínica campaña de persuasión al público de que (el depuesto presidente iraquí) Saddam Hussein estaba vinculado con (la red terrorista islámica) Al Qaeda y los atentados del 11 de septiembre de 2001.
En un informe publicado también el miércoles, la comisión creada por Bush para investigar las circunstancias que rodearon los atentados que dejaron 3.000 muertos en Nueva York y Washington desacreditó la existencia de ese vínculo.
Los firmantes de la carta también cuestionaron el alineamiento del gobierno de Bush con el primer ministro israelí Ariel Sharon, que no redunda en un valiente, enérgico y equilibrado esfuerzo para alcanzar la paz entre israelíes y palestinos.
El liderazgo fue un completo fracaso en este asunto, sostuvo Michael Sterner, embajador en Emiratos Arabes Unidos durante los gobiernos de Richard Nixon (1969-1974) y Gerald Ford (1974-1977). (