Los Conservadores de Canadá sufrieron, contra todos los pronósticos, una fuerte derrota ante el oficialismo en las elecciones parlamentarias del lunes.
Los dirigentes del sector formado por la fusión del Partido Conservador, de 160 años de antigüedad, y la Alianza Canadiense/Partido Reformista, fundada hace 15 años, esperaban alcanzar una votación que les permitiera formar un gobierno en minoría.
Los Conservadores confiaban en que lograrían un gran avance en la provincia de Ontario, la más populosa del país.
Se preveía que el Partido Liberal perdería fuerza en las grandes ciudades del este, tras 11 años de ejercicio del poder y varios escándalos políticos.
Pero, a pesar de todos los pronósticos, los liberales obtuvieron 76 de los 106 escaños correspondientes a Ontario.
Ahora, con el apoyo del socialdemócrata Nuevo Partido Democrático, los liberales conservarán una escueta mayoría en la Cámara de los Comunes.
Si el presidente que elija el cuerpo parlamentario es opositor, la ventaja será de un voto. Pero los liberales y socialdemócratas perderán esa ventaja si el presidente sale de sus filas, en cuyo caso deberán buscar algún tipo de apoyo del separatista Bloc Quebecois.
El resultado de las elecciones puso en duda el apoyo canadiense a una iniciativa estadounidense de defensa misilística, y dejó sin efecto las especulaciones de que Canadá integre una fuerza multinacional de mantenimiento de la paz en Iraq.
El parlamento está a punto de recibir una gran dosis de energía nueva. Los canadienses trabajadores y progresistas elevarán su voz, que será más fuerte de la que tuvieron en una década, sostuvo.
Durante casi un decenio, políticos conservadores y sus portavoces en los medios de comunicación consideraban que la unión de la derecha permitiría poner fin a un siglo de dominio liberal. En cambio, los votos demostraron que el apoyo centrista al sector conservador benefició a los liberales.
Los Conservadores se comprometieron a obligar a los candidatos a integrar la Corte Suprema de Justicia a comparecer a comisiones parlamentarias. También se oponen a la despenalización del consumo de marihuana y al matrimonio entre cónyuges del mismo sexo.
Además, se han manifestado proclives a desmantelar parcialmente el sistema de seguro de salud canadiense, que atiende fundamentalmente a los ancianos.
Los Conservadores apoyaron la guerra de Estados Unidos contra Iraq y promovieron una integración económica más profunda con el poderoso vecino norteamericano.
Las encuestas indicaban que Los Conservadores y el Partido Liberal tenían cada uno aproximadamente un tercio del electorado, el Nuevo Partido Demócrata, 15 por ciento, y el separatista Bloc Quebecois, 10 por ciento.
Pero las urnas dijeron que los liberales conquistaron 36 por ciento de los sufragios, los nuevos demócratas, 15 por ciento, y los conservadores, 30 por ciento.
El conservador Stephen Harper, que sostenía durante la campaña que su partido podría obtener una clara mayoría, dijo a la prensa en la noche de las elecciones que el primer ministro Paul Martin recibió un mandato, pero modesto. Nosotros, la oposición, continuaremos llamándolos a responsabilidad.
Varios factores detuvieron a los conservadores. Los liberales afrontaron la campaña asolados por varios escándalos. Los Conservadores intentaron mostrarse como un partido centrista. Los canadienses parecían sentir que era tiempo de cambiar.
Pero legisladores conservadores no ocultaron su oposición al reconocimiento de los derechos de homosexuales y lesbianas, al aborto legal, al bilingüismo y a diluir los derechos cívicos constitucionales, lo cual preocupó a los votantes de centro.
Además, Harper acusó a Martin y a los liberales de apoyar la pornografía infantil, lo cual fue percibido como una acusación injusta.
En los tramos finales de la campaña, los liberales acusaron a sus rivales conservadores de pretender usar el dinero del seguro social para financiar el equipo militar dirigido a asistir la campaña estadounidense en Iraq, y lograron convencer a muchos votantes.
Harper consideraba que el centro del poder del país podría cambiar de la centrista Ontario al más conservador occidente del país. Seguiremos luchando para que algún día la voz del oeste sea escuchada en los pasillos del poder, sostuvo luego de las elecciones.
De todos modos, el líder conservador dijo que no intentaría provocar la caída del frágil gobierno.
Canadá ha conocido gobiernos en minoría, y el país espera y merece estabilidad y certidumbre. Como oposición, actuaremos de acuerdo con eso, aseguró. (