ISRAEL-PALESTINA: Hoja de ruta con un atajo menos

La sesión del verano boreal del Knesset (parlamento de Israel) comenzó esta semana con el gobernante y conservador partido Likud sometido a un firme asedio opositor.

El domingo, el Likud rechazó por amplia mayoría el plan de su propio líder, el primer ministro Ariel Sharon, de retirada de las fuerzas militares israelíes de la franja de Gaza y de parte de Cisjordania. Pero la iniciativa no parece estar muerta.

Este miércoles, entrevistado por dos canales de televisión árabes, el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, proponía a los palestinos aceptar el plan de Sharon, aun cuando había sido rechazado por el partido gobernante en Israel.

El primer ministro israelí viajará la semana próxima a Washington en procura de aval a su plan, reformulado para superar las objeciones del ala más derechista de su partido.

El Likud fue ”secuestrado” por la extrema derecha, con los colonos judíos en la vanguardia, dijo un diputado opositor. Esta es, por supuesto, una visión fuertemente teñida de política sobre lo que sucedió en la votación del domingo.

De hecho, el Likud se aferró a su antigua política de defender la ideología del ”Gran Israel”, según el cual este país debe expandir aun más sus fronteras con otros países árabes.

Fue Sharon, otrora abanderado del movimiento de colonos judíos en territorio árabe, quien primero dejó de lado —al parecer— su propia creación.

La estrategia del Likud siempre consistió en defender el status quo de la ocupación de territorio palestino a cualquier costo, al tiempo que creaba hechos consumados que afianzaban las posesiones judías. El propio Sharon fue el principal impulsor de esa línea dentro del partido.

Lo quiera o no, lo que predicó el primer ministro a lo largo de 34 años terminó propinándole la mayor derrota política de su vida.

Y los asentamientos son solo uno de varios obstáculos para la futura paz, si bien en el momento parecen bloquear los avances en todos los restantes frentes. La votación contra el plan significa que el conflicto palestino-israelí se profundiza e ingresa en un impasse indefinido.

Más que ningún otro elemento, el rechazo de las propuestas de Sharon demuestra que ninguno de los bandos en pugna pueden hacer ni siquiera concesiones tan limitadas como las previstas en ese plan.

Si ni siquiera el conservador Sharon pudo impulsar un programa que muchos perciben como ampliamente beneficioso para Israel, entonces, ¿quién podrá? Esa es la pregunta que muchos se hacen hoy en la comunidad internacional.

Cualesquiera sean los méritos del plan, la iniciativa ofrecía algún movimiento, incluido el primer desmantelamiento significativo de los asentamientos judíos en territorio palestino.

Sin eso, sólo queda la ”hoja de ruta”, plan internacional de paz cuyo principal impulsor es Estados Unidos y que ha demostrado ser una receta para el estancamiento.

El secretario general de la ONU, Kofi Annan, lo reconoció la semana pasada, al enviar una carta inusualmente dura al presidente de Palestina, Yasser Arafat, en la que le reclamaba que le diera una oportunidad al plan de Sharon, a pesar de sus fallas.

”Acciones decisivas de su parte ayudarían a la comunidad internacional a asegurar que cualquier retirada de Gaza es parte de la implementación de la hoja de ruta y no un sustituto de ésta”, escribió Annan.

Además, advirtió que la no implementación de la hoja de ruta no era solo atribuible a las agresiones israelíes.

”Usted está al tanto que tampoco el lado palestino cumplió con sus obligaciones. La Autoridad Palestina debería comenzar a tomar inmediatamente medidas efectivas para terminar con el terrorismo y con la violencia”, sostuvo Annan.

Sharon atribuye a esa violencia su fracaso en el Likud. En la tarde del domingo, palestinos mataron a una colona judía embarazada y a sus cuatro hijos en Gaza. Pero las encuestas anteriores preveían la derrota del primer ministro.

Fue un duro golpe no sólo para el gobierno israelí, sino también para el presidente George W. Bush, quien había apoyado dos semanas antes el plan de Sharon con entusiasmo.

Bush también anunció que no se negaría a que permanecieran algunos asentamientos judíos en Cisjordania y a que no se permitiera el regreso de los refugiados palestinos a Israel.

Parecía que Bush hubiera asignado a Sharon la elaboración de su política en Medio Oriente, y que no preveía siquiera la posibilidad de que el Likud rechazara el plan.

Estados Unidos advirtió a Sharon que esperaba el mantenimiento del plan a pesar del rechazo del partido, según informó el lunes la televisión israelí.

El modo en que Sharon intentará eludir el obstáculo quedó claro esta semana. Más que desafiar directamente a su partido y a quienes le devolvieron su iniciativa, anunció que lo enmendará tomando en cuenta las objeciones.

Ahora, el primer ministro propondrá la eliminación de apenas cuatro asentamientos en Gaza, aquellos en los que resulta más difícil mantener la seguridad, y a dos en Cisjordania. El plan original preveía el desmantelamiento de todos los de Gaza y de cinco cisjordanos.

Pero la extrema derecha del Likud rechaza aun esa posibilidad.

El primer ministro afronta presiones desde dentro de su propia coalición de gobierno para que tome la iniciativa.

El ministro de Justicia, Joseph Lapid, dijo que su partido laico Shinui —el principal socio del Likud— abandonará la coalición si el proceso de paz continúa congelado, y cuestionó al partido de Sharon por pretender dictar la política de todo el país. ”El Likud no es Israel”, dijo.

Por su parte, los palestinos aplaudieron la derrota de Sharon, pues consideraron que abría la oportunidad de que volviera a ponerse la mesa de negociación. Portavoces de la Autoridad Nacional Palestina se mostraron confiados en que terminaban así los intentos de Israel por imponer una solución unilateral.

Los palestinos pretenden volver a la hoja de ruta. Annan advirtió en la carta que deben demostrar su disposición con hechos y no con declaraciones.

Ningún bando parece a los ojos del otro creíble en estos momentos, y Palestina podría querer aprovechar políticamente los problemas internos de Israel. (

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