Dos fotografías colgadas en un cibercafé en Bagdad sirve como recordatorio de cómo se sienten los iraquíes ante la ocupación estadounidense.
Una de ellas muestra una mujer abrazando a su perro en Estados Unidos. La segunda muestra un prisionero iraquí encapuchado y sentado en el suelo, con sus manos atadas a la espalda. Un soldado le apunta a la cabeza con un revólver.
El panorama empeora día a día en Iraq, tanto para la población como para las fuerzas ocupantes.
Muchos musulmanes están furiosos por los daños ocasionados a mezquitas en Faluya y en el sur de Iraq por operaciones militares estadounidenses, y toda la población se muestra agraviada ante las fotografías que documentan torturas en la prisión de Abu Ghraib.
Ahora, la matanza esta semana de al menos 40 invitados a una boda, la mayoría mujeres y niños, bombardeados desde un helicóptero en Makr al-Deeb, cerca de la frontera con Siria, agravó la ira popular. Estados Unidos niega haber cometido ese ataque.
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Los estadounidenses no tienen religión, dijo Hashmiya Al-Abdulla, una ama de casa bagdadí. Nadie que la tenga puede torturar, destruir mezquitas y casas o matar a los que asisten a una boda. Los estadounidenses oran a la fuerza, no a Dios.
En Haditha, pequeña ciudad al nordeste de Bagdad sobre el río Eufrates, el comerciante Alí Zamhuir habla sobre la siembra que cosechará Estados Unidos. Sus empresas no podrán nunca más trabajar en Iraq después de lo que sus militares hicieron aquí. Los mujaidín (combatientes islámicos) no lo permitirán, advirtió.
Las acciones militares estadounidenses lograron, incluso, mejorar la imagen del depuesto y encarcelado presidente iraquí Saddam Hussein.
Saddam no era tan cruel como ellos. No torturaba como ellos. Todos en Haditha creemos que Saddam era un criminal, pero lo preferimos por sobre los estadounidenses, sostuvo Tassin Awad, un residente en la ciudad.
Los iraquíes no son optimistas respecto de la transferencia de soberanía de las autoridades de la ocupación a un gobierno nacional programada por Estados Unidos para el 30 de junio.
Los estadounidenses no cumplieron ninguna de sus promesas, dijo Sa'adoun Aziz, un obrero de la construcción desempleado. ¿Dónde está la reconstrucción?
Muchos, incluso, quieren que Saddam Hussein regrese al poder porque la situación es terrible, afirmó Aziz. Después del 30 de junio, los ministerios de Petróleo, Finanzas y Comercio permanecerán en manos de Estados Unidos, y no tendremos ejército propio, aseguró.
El trabajador señaló con la mano hacia el Eufrates, donde se veía el perfil de una torre de transmisión de electricidad caída. Eso es libertad, ironizó.
Hammed Abdulla cree que el ataque contra la boda fue intencional. Los estadounidenses provocan a la gente para obtener una reacción. Iraq está sentada en la cumbre del volcán, sostuvo desde su hogar en Haditha.
Preferiría ver al señor Bush y decirle que Saddam es mejor que él, agregó con furia.
El maestro de escuela Mohammed al-Hakim dijo que los estadounidenses hablan de libertad y de democracia, pero tienen el ejército más cruel y brutal de la historia.
Cerca de él, otro residente de Haditha pronosticó que el 30 de junio no habrá cambios reales. No se irán. Pero no pueden controlar Iraq. Prometen demasiadas cosas, pero no cumplieron ninguna, sostuvo.
Varios hombres y mujeres alrededor suyo asentían en silencio. Prometían prosperidad, pero destruyeron todo. Dispararon contra la boda porque son terroristas, dijo.
Un hombre agregó: Dijeron que traerían libertad, pero vemos a nuestra gente torturada en prisión, saqueada y con sus hogares bajo registro.
Los ataques diarios contra las fuerzas estadounidenses en Iraq aumentan a medida que se acerca el 30 de junio.
En la carretera a través del desierto a Haditha se ven los hoyos que dejan explosivos improvisados detonados debajo de los vehículos estadounidenses que patrullan el área.
(Dahr Jamail es también corresponsal de The NewStandard)