La lentitud con que se transfieren la propiedad y el control de los bosques a las comunidades locales disminuye el interés de éstas en participar activamente en el manejo forestal, advirtió el secretario general de la ONU, Kofi Annan.
La apatía de los gobiernos y de la sociedad conspiran contra la consecución de los objetivos de desarrollo del milenio, un conjunto de metas establecidas por la ONU (Organización de las Naciones Unidas) que procuran reducir la pobreza, el analfabetismo, la desigualdad de la mujer y la enfermedad, entre otros fines, observaron activistas ambientales.
En los países donde se han aplicado políticas de incentivos y de concesiones forestales destinados a pequeños propietarios y grupos comunitarios, los resultados han sido beneficiosos para la protección del bosque.
El manto boscoso cubría en 2000 un 35 por ciento de los 108.000 kilómetros cuadrados de la superficie total de Guatemala.
Pero la política de sostén a los pequeños propietarios permitió que en 2003 el bosque abarcara 40 por ciento del territorio, según Luis Barrera, gerente del Instituto Nacional de Bosques de ese país.
El fenómeno no se circunscribe a Guatemala pues en los últimos 10 o 15 años se han producido grandes cambios en la propiedad y en el manejo de los bosques de los países en desarrollo, dijo a IPS John Hudson, funcionario del Departamento de Desarrollo Internacional de Gran Bretaña.
El origen de las inversiones orientadas al sector comprueba esa transformación. Los gobiernos le destinan 1.600 millones de dólares por año, la asistencia oficial al desarrollo, 1.200 millones, mientras el aporte de propietarios y comunidades rurales oscila entre 1.300 y 2.600 millones de dólares anuales, dijo Hudson.
La relación de la propiedad y del manejo forestal con el combate a la pobreza surgió este lunes como uno de los temas centrales de la sesión inaugural del Foro de las Naciones Unidas sobre los Bosques que se prolongará en Ginebra hasta el 14 de mayo.
En su mensaje al Foro, Kofi Annan confirmó que tanto en los países del Norte, como en los del Sur se ha observado un cambio notable de la perspectiva de las cuestiones forestales, más centradas ahora en las personas.
La cuestión es cómo continuamos promoviendo el acceso de las personas pobres a los recursos forestales, resumió Hudson.
Sin embargo, el guatemalteco Freddy Molina, uno de los panelistas independientes del Foro, declaró su extrañeza porque algunos sectores descreen de la alternativa de los bosques para combatir la pobreza.
Entre esos grupos, Hudson identificó a empresas privadas que protegen sus intereses y a gobiernos que temen perder el control de la riqueza forestal.
El valor de todos los bosques en el mundo ha sido estimado en unos 4,7 billones de dólares, comentó otro panelista, Tony Simons, del Centro Internacional de Investigación Agroforestal, con sede en Nairobi, la capital de Kenia.
La Organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO) calculó que en 2000 existían 3.860 millones de hectáreas boscosas en el mundo, remanente de las más de 6.000 millones de hectáreas originales.
José Antonio Ocampo, subsecretario general de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU, mencionó la importancia de los recursos forestales, que contribuyen al sustento de 90 por ciento de los 1.200 millones de personas que viven en pobreza extrema.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) refirió que 63 por ciento del empleo originado en el comercio de productos de origen forestal contribuye al sustento de los pobres, recordó Ocampo.
La delegación de Brasil ante el Foro de la ONU sobre Bosques demandó que el organismo establezca vínculos precisos entre sus temas en debate y los objetivos de desarrollo del milenio.
Esa relación ayudará a erradicar la pobreza y a equilibrar la situación de la mujer, dos de los principales objetivos establecidos por la ONU en 2000 para el milenio, dijo la representación brasileña.
En Brasil, cerca de 425 millones de hectáreas, casi la mitad de la superficie del país, se encuentra cubierta de bosques. Del resto del territorio, 17 por ciento lo ocupan áreas de aguas interiores y otros ecosistemas naturales no boscosos, como sabanas y pantanos. Las zonas urbanizadas corresponden a 33 por ciento restante.
La Amazonia, con sus 400 millones de hectáreas, tuvo en 2003 una tasa de deforestación de 2,5 millones de hectáreas, explicó a IPS el director de la división Forestal del Ministerio de Medio Ambiente de Brasil, Tasso de Acevedo.
La deforestación histórica de esa región ha oscilado entre 13 y 15 por ciento de la extensión de las propiedades, precisó el funcionario.
Esa relación deberá cambiar cuando se complete la aplicación de la Ley de la Amazonia, que reserva 80 por ciento de los bosques y autoriza la tala de 20 por ciento.
Brasilia inició dos semanas atrás la aplicación de un plan agresivo para establecer el manejo sustentable del bosque amazónico, dijo Acevedo
Treinta por ciento de la superficie de la Amazonia corresponde a parques protegidos. Del resto, 75 por ciento pertenece al dominio público y 25 por ciento, al privado.
La parte de dominio público se divide en 20 por ciento destinada a pueblos indígenas, 30 por ciento a áreas protegidas y 45 por ciento a superficies reivindicadas por el Estado pero cuya tenencia se encuentra en litigio.