Francia y Ruanda se acusan mutuamente por el genocidio ruandés de hace 10 años, pero documentos oficiales estadounidenses desclasificados el miércoles dejan claro que funcionarios de Washington atribuyeron a extremistas de la etnia hutu de Ruanda el ataque contra un avión en que viajaba el dictador de ese país, cuya muerte desencadenó las masacres.
Esos trece documentos, obtenidos por el independiente Archivo de Seguridad Nacional al amparo de la Ley de Libertad de Información, son informes del Pentágono (Ministerio de Defensa), la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) y el Departamento de Estado (Ministerio de Relaciones Exteriores).
Los informes fueron manejados por Washington desde el 6 de abril de 1994, cuando el avión del presidente ruandés Juvenal Habyarimana fue derribado, en momentos en que se disponía a aterrizar en el aeropuerto de Kigali. El mandatario regresaba de una reunión en Tanzania junto con su par de Burundi, Sylvestre Ntibantunganya.
Rebeldes de la minoritaria etnia tutsi fueron acusados de la muerte del dictador, y los integrantes más radicales de la mayoría hutu, que controlaban entonces el gobierno, el ejército y las milicias paramilitares, lanzaron una ola de asesinatos contra tutsis y hutus moderados.
Las víctimas fueron unas 800.000 en tres meses, según cálculos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), pero el ministro de Cultura de Ruanda, Robert Bayugamba, dijo la semana pasada que se recuperaron los cadáveres de 937.000 personas masacradas en ese periodo, y que se esperaba hallar aun más.
Hace 10 años, el jefe militar de los insurgentes tutsi, responsables de numerosas violaciones de los derechos humanos, era el actual presidente ruandés, Paul Kagame.
La Oficina de Inteligencia e Investigación (INR, por sus siglas en inglés) del Departamento de Estado manejó en primera instancia la posibilidad de que ex miembros del Frente Patriótico Ruandés (insurgentes tutsi) fueran los responsables del atentado, pero en los dos días posteriores al mismo creció la convicción de que los culpables eran extremistas hutu, y probablemente miembros de la Guardia Presidencial de Habyarimana.
Los radicales de la Guardia Presidencial estaban en una posición adecuada para actuar, indica el Sumario Matinal para el Secretario (de Estado y otros altos funcionarios) del 8 de abril de 1994, uno de los documentos desclasificados, aunque también admite que no había pruebas porque la propia Guardia precintó el sitio donde se produjo el atentado.
Nadie en el alto mando de Ruanda culpa al Frente Patriótico Ruandés, destacaron los autores de ese Sumario, un documento diario muy reservado.
Aquella convicción de los funcionarios de inteligencia estadounidenses fortalece la tesis de Kagame, que ha insistido durante años en que los insurgentes no sólo fueron ajenos al ataque, sino que negociaban un acuerdo para compartir el poder con Habyarimana cuando éste fue asesinado.
Varios investigadores han sostenido que el atentado de 1994 fue cometido por extremistas hutu, precisamente para evitar un acuerdo del presidente con los rebeldes tutsi, pero esa hipótesis se debilitó el mes pasado, cuando el diario francés Le Monde reveló que el juez francés Jean-Louis Bruguiere, tras investigar el atentado a pedido de la familia de uno de los pilotos del avión, concluyó que el responsable había sido el Frente Patriótico, por orden directa de Kagame.
El informe de Bruguiere no ha sido divulgado en forma oficial, pero Abdul Ruzibiza, ex integrante del Frente Patriótico Ruandés, afirmó que él mismo se encargó de preparar el atentado, por orden de Kagame, en una entrevista con la emisora británica de radio y televisión BBC.
El presidente ruandés rechazó con vehemencia esa acusación, que llevó a un punto crítico las ya complicadas relaciones entre Ruanda y Francia.
No puedo comentar lo que el juez Bruguiere puede haber hallado o falsificado. La historia es un invento, dijo Kagame a la agencia de noticias francesa France Press.
Kigali sostiene desde hace años que el gobierno francés fue cómplice del genocidio, y Kagame repitió esa acusación el miércoles, en una ceremonia oficial conmemoratoria del inicio de la matanza.
Francia entrenó y armó a los soldados del gobierno y las milicias que iban a cometer genocidio, a sabiendas de que iban a cometer genocidio, aseveró.
El presidente ruandés acusó a París de descaro por enviar un representante a la ceremonia y no pedir perdón por su responsabilidad- Eso causó que el vicecanciller francés, Renaud Muslier, se retirara del acto oficial, y luego el gobierno francés alegó que la acusación de Kagame era totalmente infundada e incluso completamente escandalosa.
Estados Unidos ha mantenido excelentes relaciones con Kagame y el Frente Patriótico Ruandés, pero nunca se le acusó de responsabilidades importantes en relación con el genocidio, tenía fuentes de información propias e independientes en 1994, y en aquel momento no se le consideraba aliado del gobierno ni de los insurgentes tutsis.
De todos modos, Washington nunca ha revelado resultados de una investigación profunda de su propio desempeño mientras ocurría la matanza y en el proceso que condujo a ella.
El ex presidente estadounidense Bill Clinton (1993-2001) pidió perdón por no haber logrado detener el genocidio, cuando visitó Ruanda en 1998. Según otros documentos desclasificados obtenidos por el Archivo de Seguridad Nacional, los servicios de inteligencia estadounidenses estaban bien informados sobre la magnitud e intensidad de las matanzas a medida que se desarrollaban, e incluso empezaron muy pronto a describirlas como un genocidio, el 23 de abril de 1994.
Los funcionarios de inteligencia estadounidenses que señalaron a extremistas hutu como responsables del ataque contra el avión eran las personas con mayor conocimiento de lo que ocurría, a partir de fuentes en el terreno y deducciones basadas en numerosos informes aseguró William Ferroggiaro, el investigador que obtuvo los documentos.
Ya en la noche del 6 de abril de 1994, la subsecretaria de Estado asistente para Africa, Prudence Bushnell, informó al secretario de Estado, Warren Cristopher, que los militares ruandeses habían impedido a funcionarios de la ONU inspeccionar el lugar en que se estrelló el avión, y que según informes, desarmaron a los integrantes (belgas) de una fuerza de mantenimiento de la paz desplegados en el aeropuerto.
En el Sumario Matinal del día siguiente, la INR señaló como posibles culpables a soldados hutu extremistas, ex rebeldes del Frente Patriótico Ruandés o algún otro interesado en aumentar las tensiones entre hutus y tutsis.
Al mismo tiempo, la CIA predecía en su muy secreto Diario Nacional de Inteligencia, para el presidente y otros altos funcionarios, que los hutus de Ruanda podían buscar vengarse de los tutsi y que la guerra civil podía reanudarse.
Horas después, el INR mencionó un informe del embajador estadounidense en Ruanda, David Rawson, que acababa de reunirse con el coronel Theoneste Bagosora (luego identificado como ideólogo del genocidio) y los principales jefes de la policía ruandesa. Según el informe, los interlocutores de Rawson le dijeron que militares hutu descarriados, posiblemente de la Guardia Presidencial habían derribado el avión.
También se informó que los combates en la capital eran encabezados por hutus ultraconservadores opuestos al acuerdo de paz entre el gobierno hutu y los insurgentes tutsis del Frente Patriótico.
En la tarde del 7 de abril, el secretario de Estado supo que la Guardia Presidencial estaba fuera de control en las calles de Kigali, mientras todas las demás unidades militares permanecían acuarteladas, sin intentar detenerla.
El Sumario Matinal del 8 de abril destacó que el alto mando del ejército había culpado a radicales hutu de la Guardia Presidencial del asesinato de Habyarimana. En la tarde de ese día, el secretario asistente de Defensa para operaciones especiales describió a los integrantes de la Guardia Presidencial como extremistas hutu que probablemente derribaron el avión presidencial.