No se sabe cuántos ni quiénes son los muertos que dejaron los últimos ataques de Estados Unidos contra las sitiadas ciudades iraquíes de Faluya y Nayaf. Lo que sí se sabe es que los musulmanes sunitas y chiitas están dejando de lado sus diferencias para enfrentar al enemigo común.
En la central Faluya, corazón del llamado triángulo sunita, las fuerzas de ocupación lanzaron en la madrugada de este miércoles el bombardeo más intenso desde que comenzó el sitio a esa ciudad, el 5 de este mes. Los atacantes dirigieron su artillería terrestre y aérea contra insurgentes sunitas concentrados en un barrio precario.
La ofensiva estadounidense del día 5 había sido para aplastar a seguidores del líder chiita Moqtada al Sadr alzados contra la ocupación. Sólo los combates de esa semana en Faluya y sus alrededores dejaron cerca de 600 iraquíes muertos.
Según fuentes oficiales, los ataques de esta semana contra supuestos milicianos de Sadr en la ciudad de Nayaf, sagrada para los chiitas, dejaron unos 64 combatientes iraquíes muertos. Pero personal hospitalario declaró al canal de noticias árabe Al Jazeera que muchos de los fallecidos no parecían combatientes, sino civiles.
Faluya se encuentra unos 50 kilómetros al oeste de Bagdad, y Nayaf, 200 kilómetros al sur.
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Cada vez hay más señales de solidaridad entre la resistencia de la mayoría chiita y la minoría sunita, dos ramas del Islam cuyas diferencias se remontan a hace 14 siglos, con la sucesión del profeta Mahoma.
Las diferencias se prolongaron en las generaciones siguientes y persisten hasta hoy por el énfasis de los chiitas en el papel de guía de los clérigos, aunque ambos grupos comparten las costumbres del Islam.
Bajo el derrocado régimen de Saddam Hussein, la minoría sunita retuvo el control del gobierno y las fuerzas armadas, y la mayoría chiita (60 por ciento de la población) fue reprimida.
Pero esas diferencias parecen borrarse hoy frente al enemigo común, y cada vez se habla más de ataques de fuerzas de Estados Unidos contra iraquíes.
Las fuerzas de ocupación no parecen amedrentarse por esto. Haremos morder el polvo a ese tipo, Sadr. O le dice a su milicia que deponga sus armas, forme un partido político y luche con ideas, no con armas, o muchos de sus hombres morirán, declaró a la prensa el brigadier general Mark Herling.
El ataque de la noche del lunes constituyó el primer intento de tropas estadounidenses para entrar en Nayaf, donde se encuentra refugiado Sadr, a través de una base militar española en las afueras de la ciudad.
En ese lugar comenzaron los primeros combates a principios de este mes, luego de que las fuerzas de ocupación cerraran el semanario Al-Hawza, de Sadr, y detuvieran a uno de sus principales lugartenientes. Luego, las autoridades de ocupación lanzaron una orden de captura contra Sadr, vivo o muerto. Desde entonces, fuerzas chiitas leales al clérigo enfrentan ataques de Estados Unidos.
Nos preocupa principalmente la seguridad de la población de los santuarios religiosos de Nayaf y Karbala, declaró Sa'ad Jawad Kindil, del Consejo Supremo de la Revolución Islámica en Iraq (CSRII), que tiene un asiento en el Consejo de Gobierno Iraquí establecido por Estados Unidos.
El CSRII, una organización chiita con presunto respaldo iraní, intenta mediar entre Sadr y las fuerzas estadounidenses.
El gran ayatolá Alí Sistani (máxima autoridad chiita en Iraq) y otros líderes exhortaron a todas las partes armadas a salir de las ciudades, y eso incluye al ejército de Estados Unidos, dijo Kindil a IPS.
Para Kindil, la retirada de las fuerzas estadounidenses de Nayaf sería la mejor manera de proteger a la población de esa ciudad y al santuario musulmán sagrado del imán Alí.
Cualquier proscripción contra Sadr debe tomarse por los debidos canales de autoridad iraquí. Ninguna proscripción justifica una acción militar de Estados Unidos en el área, opinó.
Según Kindil, para aliviar la crisis es esencial otorgar a los iraquíes un papel más importante en el mantenimiento de la seguridad.
Desde el comienzo estuvo claro que las fuerzas estadounidenses no podrían mantener la seguridad. No conocen a la gente ni el país. No existe confianza entre las partes, como podría haberla entre fuerzas iraquíes y ciudadanos iraquíes, observó.
Pero Estados Unidos no acepta la propuesta del CSRII y en cambio planea mantener su fuerza de 135.000 hombres en Iraq después del 30 de junio, fecha en que supuestamente traspasará la soberanía a un gobierno iraquí, además de mantener el control del Nuevo Ejército Iraquí que formó y entrenó tras el derrocamiento de Saddam Hussein, hace un año.
El secretario de Estado (canciller) estadounidense, Colin Powell, declaró al canal de noticias Fox News que es necesario mantener el control de las fuerzas iraquíes para tener una unidad de comando.
Pero esa política parece destinada a provocar más derramamiento de sangre. En su sermón del pasado viernes en Nayaf, Sadr exigió elecciones antes de que sus milicias, llamadas Ejército Mehdi, considere deponer las armas.
Si aceptara la ley de los estadounidenses y sus seguidores, sería como si los aceptara a ellos, y un hombre como yo nunca podría hacer eso, declaró el líder chiita.
Al Sadr citó a uno de los principales mártires del Islam chiita, el imán Hussein, para explicar su posición. Nuestro pueblo nunca se entregó al demonio. Tenemos nuestra dignidad, no podemos traicionarnos, exhortó.