El soldado estadounidense Matt Maupin, de la compañía motorizada 74 de Bartonville, Illinois, es el primero capturado por la resistencia iraquí a la ocupación militar extranjera desde la caída de Saddam Hussein, en abril del año pasado.
La captura fue el viernes 9 de este mes durante el ataque a un convoy militar en las afueras de Bagdad. El ejército estadounidense, en cambio, tiene más de 20.000 iraquíes entre rejas, la mayoría arrestados en operativos y requisas casa por casa.
Eso fue lo que pasó en la aldea de Abu Siffa, a una hora de automóvil al norte de Bagdad. El ganado pasta a un lado del camino y las palmeras datileras se balancean con el viento. El río Tigris corre cerca.
Rejan Mohammed Hassen está de pie frente a una montaña de escombros que fueron su casa y recuerda la noche de julio en que soldados de Estados Unidos se llevaron a sus hijos y destruyeron la vivienda.
”En la madrugada nos sacaron de la casa, nos rodearon y nos interrogaron. Mientras, pegaban a las mujeres. Luego, dos tanques se aproximaron y comenzaron a disparar a la vivienda”.
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Cuando las fuerzas estadounidenses dejaron la aldea, una hora después, se llevaron a 73 hombres, incluyendo los cuatro hijos de Hassen. Los aldeanos aseguran que las tropas no hallaron las armas que buscaban, pero confiscaron varios camiones y mucho dinero.
Nueve meses más tarde, Ahmed Itar Hassen, de 15 años, es uno de los dos únicos aldeanos que recuperaron la libertad, sin ningún cargo.
”En los primeros seis días de detención estuvimos en un campo abierto rodeado de alambradas eléctricas. No había siquiera una tienda ni nada con qué cubrirse, y estábamos expuestos al sol y la lluvia”, recuerda Ahmed.
Los soldados tampoco les suministraron instalaciones sanitarias, por lo que debían hacer sus necesidades al aire libre. ”Era imposible dormir. Los estadounidenses nos arrojaban piedras toda la noche”, continúa.
Finalmente, Ahmed fue trasladado a la prisión Abu Grahb de Bagdad y sometido a confinamiento solitario en una celda de 0,9 por 1,2 metros, donde se solía recluir a los presos políticos durante el régimen del depuesto Saddam Hussein (1979-2003).
No podía salir de allí para hacer ejercicio, ni ver a su familia ni consultar a un abogado. ”De noche ponían un perro dentro de la celda para asustarme”, añade.
El animal desapareció luego de que Ahmed se quejó ante un observador de la Cruz Roja que lo visitó.
Organizaciones de derechos humanos aseguran que incidentes como el de Abu Siffa son, demasiado frecuentemente, protagonizados por las fuerzas ocupantes.
Un informe de Amnistía Internacional reúne 15 incidentes confirmados de demolición de viviendas y subraya denuncias continuas de torturas y golpizas perpetradas contra prisioneros de Estados Unidos en Iraq.
El informe también asegura que a los prisioneros se los priva del sueño, se los somete a luces brillantes y se los encapucha rutinariamente.
Sa'ad Sultan Hussein, abogado del Ministerio de Derechos Humanos en el gobierno provisorio creado por Estados Unidos, señala que las fuerzas ocupantes han prometido que autorizarán a su cartera a abrir una oficina en Abu Grahb, pero hasta ahora sólo han permitido visitas guiadas a las prisiones.
”Sólo he visto lo que quieren mostrarme. No ingresamos a salas de interrogatorio ni se nos ha permitido presenciar ninguno”, dice Hussein.
Según el abogado, las tropas extranjeras mantienen 15.000 prisioneros en Abu Grahb, la inmensa mayoría por presuntos delitos políticos.
Otros 7.500 se encuentran en la cárcel estadounidense-británica de la meridional ciudad portuaria de Um Qasr, construida el año pasado para alojar a prisioneros de guerra.
Ha transcurrido un año desde que Bayadin Sayid Jassem, de 70 años, vio por última vez a su hijo Riyad, reclutado por el ejército iraquí para luchar contra la invasión. Riyad fue visto por última vez en una batalla en al-Yusifia, unos kilómetros al sur de la capital.
”Un amigo de mi hijo me dijo que fue herido y que los estadounidenses se lo llevaron. Pero nadie sabe adónde”, dice Jassem, temblando mientras habla.
Ha visitado cada prisión estadounidense en el área de Bagdad antes de oír hablar de la cárcel de prisioneros políticos de Um Qasr.
”Fui a Um Qasr. Relaté lo ocurrido y cuando revisaron la computadora me dijeron que el nombre de mi hijo estaba registrado”, relata. ”Les pregunté dónde estaba y contestaron: 'No podemos decirle ahora, por la situación de inseguridad'”.
Entre los miles presuntamente retenidos por el ejército de Estados Unidos, se encuentra el hijo mayor de Hussein Salem Khleff. El 6 de abril del año pasado, en mitad de la guerra, toda la familia huía en un minibús por una de las principales vías del sur de Bagdad.
”Fuimos sorprendidos por fuerzas estadounidenses. Comenzaron a dispararnos. Mi hijo viajaba arriba, llevando una bandera blanca de paz. Una bala le dio en la pierna. Los soldados se acercaron y cuando vieron la herida, llamaron a un médico”, relató.
Media hora después, un helicóptero se llevó al herido. Fue la última vez que su familia lo vio.
Los soldados dijeron que ”cuando se repusiera, lo devolverían al mismo lugar donde fue herido. Lo he buscado en todas las bases estadounidenses. Nadie puede decirme dónde está”, dice Khleff.
Un año después de la desaparición de su hijo, Kleff se ha rendido a las formalidades. Ha puesto fotos del joven en muros callejeros y ha pedido a los canales árabes de televisión satelital, como Al Jazeera, que muestren su imagen. Pero hasta ahora nada ha funcionado.
”El problema más grave que sufre el pueblo iraquí es la detención aleatoria por parte de fuerzas estadounidenses”, dice el abogado Sa'ad Sultan Hussein.
”Una vez que alguien desaparece nadie puede decir dónde está o las razones del arresto. Tampoco se permiten las visitas familiares a los detenidos, aunque eso debe permitirse según los Convenios de Ginebra”, sobre el trato a prisioneros de guerra y a población civil en conflictos.
Soldados estadounidenses que sirven como guardia-cárceles en Abu Grahb se negaron a comentar estos hechos. Los únicos oficiales autorizados se encontraban en la base militar de campo Victoria, el ex aeropuerto internacional Saddam Hussein, dijeron.
Y allí los altos oficiales no estaban disponibles.