IRAQ: La sombra de Irán detrás de Sadr

Los neoconservadores que dominan la política exterior de Estados Unidos reclaman ahora acciones contra Irán, cuyo régimen islámico, según ellos, patrocina el levantamiento chiita liderado en Iraq por el ayatolá Moqtada al-Sadr.

A pesar de los informes sobre la espontaneidad y origen local de la resistencia, los neoconservadores proponen represalias contra Iraq que van desde el bombardeo de instalaciones nucleares hasta acciones encubiertas para deponer al gobierno islámico.

Pero expertos independientes afirman que, si bien no hay dudas de que Irán brindó asistencia a facciones chiitas en Iraq desde la caída del régimen de Saddam Hussein hace un año, sus relaciones con Sadr han sido escabrosas.

Además, Teherán se opone a acciones radicales desestabilizadoras, agregan.

”Los clérigos chiitas más cercanos a Irán han sido los más moderados” en Iraq, según Shaul Bakhash, experto en asuntos iraníes de la Universidad George Mason en Washington.

Expertos regionales coinciden en que Irán tiene interés en evitar el caos, la guerra civil y la secesión en Iraq, país con el que estuvo en guerra durante los años 80. Uno de los peores enemigos del régimen islámico en Teherán fue el depuesto presidente laico iraquí Saddam Hussein.

Los neoconservadores que rodean al vicepresidente Dick Cheney y al secretario (ministro) de Defensa Donald Rumsfeld se han opuesto con fuerza a cualquier distensión con Irán, país al que atribuyen los obstáculos hallados por Estados Unidos en Afganistán e Iraq.

Mientras, neoconservadores ajenos al gobierno —el ex jefe de los asesores civiles del Pentágono Richard Perle y sus compañeros del American Enterprise Institute, Michael Ledeen y Reuel Marc Gerecht— reclaman a Washington aun desde antes de la invasión a Iraq apoyo para la oposición iraní.

El gobierno islámico iraní es percibido por el gobierno de Bush como un archienemigo tanto de Estados Unidos como de Israel. Algunos neoconservadores consideran la rebelión de Sadr una nueva oportunidad para lanzarse contra Irán y desviar la atención del torpe relacionamiento con la comunidad chiita iraquí.

Funcionarios estadounidenses en Washington y en Iraq todavía no han mencionado a Irán como la mano oculta que apoya a Sadr, aunque sí lo hizo un destacado periodista del diario derechista The Washington Times, Rowan Scarbourough.

Sadr ”es ayudado directamente por la Guardia Revolucionaria Iraní y por (el Movimiento de Resistencia Islámica) Hizbolá, organización terrorista creada por Irán radicada en Líbano”, escribió Scarbourough citando ”fuentes militares” a las que no identificó.

Anónimos ”funcionarios del Pentágono” (Departamento de Defensa) informaron algo similar al diario The New York Times, cuyo reportero James Risen acotó, de todos modos, que expertos de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) discrepaban con esa evaluación.

”Algunos funcionarios de inteligencia creen que el Pentágono está predispuesto a vincular a Hizbolá con la violencia en Iraq para vincular al régimen iraní más estrechamente con el terrorismo antiestadounidense”, anotó Risen.

Irán fue vinculado con la revuelta de Sadr por primera vez por Michael Rubin, experto de la American Enterprise Institute que acaba de regresar de Irán, donde fue ”asesor del equipo de gobierno” de la Autoridad Provisional de la Coalición encabezada por Estados Unidos.

En una columna publicado en el diario Los Angeles Times el domingo, Rubin se quejó de que Washington y la Autoridad Provisional de la Coalición habían fracasado en dar a los dirigentes democráticos y liberales de Irán el tipo de apoyo que Irán daba a los líderes radicales chiitas y a sus ”pandillas”.

Rubin aseguró que, en una visita al sur chiita, detectó flujo de dinero y armas a partidos musulmanes, incluida la Da'wa, el Consejo Supremo para la Revolución Islámica en Iraq y el propio Sadr.

El ascenso del clérigo chiita el año pasado es atribuido a Rubin al ”amplio financiamiento que recibió a través de un clérigo residente en Irán, el ayatolá Kazem al Haeri, aliado del líder supremo iraní, el ayatolá Alí Jamenei”.

El Ejército Mahdi que encabeza Sadr, así como otras milicias chiitas, son armadas y financiadas por Irán con la intención de imponer ”otra teocracia al estilo iraní”, dijo a IPS otro alto asesor de la Autoridad Provisoria de la Coalición, el neoconservador Larry Diamond.

”Irán está embarcado en una campaña concienzuda, hábil y bien dotada dirigida a derrotar cualquier mecanismo para crear una democracia genuina y pluralista en Iraq”, afirmó el especialista del centro académico Hoover Institution.

Al igual que él, muchos integrantes del ala más conservadora del gobierno de Bush atribuyen a Teherán de crecientes problemas de la coalición en Iraq.

”Creo que deberíamos decirle al régimen iraquí que si no cejan en su empeño, jugaremos su mismo juego y los desestabilizaremos”, concluyó Diamond.

El martes, el diario conservador The Wall Street Journal afirmó lo mismo en un editorial. Sadr ”habló abiertamente de crear una República Islámica en Iraq al estilo iraní y ha visitado Teherán desde la caída de Saddam”, sostuvo.

El miércoles, el columnista neoconservador William Safire, del diario The New York Times, trazó un eje que involucra a Sadr, Irán, Hizbolá y Siria. ”Deberíamos romper la conexión Irán-Hizbolá-Sadr del modo en que nuestras fuerzas especiales conocen”, sostuvo.

Bakhash observa estos análisis con suspicacia. Los miembros de la familia Sadr, incluido el propio Moqtada al-Sadr, son del tipo de chiita iraquí que no agrada a Irán.

”El padre de Sadr era un iraquí muy nacionalista, y también lo es el propio Moqtada, quien suele preguntar en público por qué hay ayatolás en Iraq que hablan árabe con acento persa” como los iraníes, dijo Bakhash a IPS.

El apoyo iraní se dirige más al Consejo Supremo para la Revolución Islámica en Iraq y a sus Brigadas Badr que al Ejército Mahdi de Sadr, de quien Teherán desconfía, afirmó Bakhash.

Lo mismo piensa Geoffrey Kemp, experto en asuntos iraníes del Centro Nixon y ex asesor del ex presidente Ronald Reagan. ”La situación es demasiado compleja como para hacer declaraciones simplistas sobre lo que Irán hace o no hace”, dijo Kemp a IPS.

”Los neoconservadores están tan interesados en el éxito en Iraq que, en lugar de acusar al Pentágono por algunas extraordinarias metidas de pata, acusan a todos los demás —el Departamento de Estado, los iraníes o lo sirios— por el caos que es, en parte, su propia creación”, concluyó.

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