IRAQ: Entrenando al enemigo

En el centro y sur de Iraq, el ejército iraquí entrenado por Estados Unidos se niega a combatir una creciente insurgencia popular encabezada por el líder musulmán chiita Moqtada al Sadr.

Funcionarios estadounidenses reconocieron que la mitad del Nuevo Ejército Iraquí se negó a combatir cuando los infantes de marina de Estados Unidos lanzaron el día 5 un ataque masivo contra la central ciudad de Faluya, al oeste de Bagdad, para aplastar a los partidarios de Sadr alzados contra la ocupación.

”Cuarenta por ciento (de los soldados iraquíes) renunciaron a sus puestos porque fueron intimidados, y 10 por ciento de hecho nos sabotearon”, declaró a la prensa el general Martin Dempsey.

Según la agencia de noticias Reuters, las fuerzas estadounidenses pusieron en prisión a 200 soldados iraquíes por negarse a participar en el ataque a Faluya.

Se estima que al menos 800 iraquíes —hombres, mujeres y niños— murieron en el ciclo de violencia de las últimas tres semanas, las más sangrientas en Iraq desde la caída del régimen de Saddam Hussein, hace un año. La mayoría murieron dentro o en los alrededores de Faluya.

En Kadamiya, un barrio de Bagdad de mayoría chiita, un soldado iraquí entrenado por Estados Unidos hace guardia mientras un helicóptero militar estadounidense sobrevuela la zona.

El guardia se incorporó al nuevo Ejército Iraquí para mantener a Bagdad libre de ladrones y saqueadores, pero dice que abandonaría su puesto si el Ejército Mehdi del líder chiita Sadr, opuesto a la ocupación estadounidense, intentara tomar el edificio municipal.

Sadr es un clérigo de unos 30 años, a quien Estados Unidos se propone capturar ”vivo o muerto”. Tiene su base de poder en una red de instituciones religiosas de caridad fundadas por su padre, un alto clérigo asesinado en 1999 por agentes del gobierno de Saddam Hussein.

En sus enardecidos discursos, Sadr exige la retirada de las tropas extranjeras, la aplicación de la ley islámica y la participación activa de los líderes espirituales en el futuro político de Iraq. Organiza elecciones locales democráticas en el sur chiita, y tiene su propio ejército de milicianos (el Ejército Mehdi) y una publicación semanal, llamada Al-Hawza, que fue proscripta por los ocupadores.

El soldado iraquí apostado en Kadamiya lleva en su cartera de bolsillo una fotografía de Moqtada al Sadr y su padre, el ayatolá Mohammed Sadik al Sadr. Contó a IPS que fue encarcelado por el régimen de Saddam Hussein en 1979, el mismo año en que el gobierno ejecutó a Mohammed Bakir al Sadr, tío de Moqtada, por negarse a apoyar al gobernante Partido Socialista Arabe Baas.

Mientras estaba en prisión, conoció a muchos miembros de la organización del ayatolá Mohammed Sadik al Sadr, que fue asesinado por agentes gubernamentales en 1999.

El guardia distingue entre la familia de Sadr y los terroristas que juró combatir. ”Yo estuve en prisión con esa familia, y aun antes de eso yo la respetaba”, dijo.

”Esto es una especie de revolución”, comentó a IPS Majid al Samarai, columnista de un diario iraquí y ex conductor de un programa televisivo de entrevistas bajo el gobierno de Saddam Hussein.

”Los estadounidenses cometieron un gran error en Faluya. Intentan aparentar que combaten a árabes extranjeros y a terroristas como Zarqawi (lugarteniente de Osama bin Laden, líder del grupo extremista islámico Al Qaeda), pero en realidad están luchando contra iraquíes comunes cansados de la ocupación, dentro de sus casas”, agregó.

Este lunes, Estados Unidos decidió postergar una gran ofensiva contra la sitiada ciudad de Faluya.

Mientras amplios sectores árabes del Nuevo Ejército Iraquí desertan, flaquea el apoyo a los invasores por parte de ex guerrilleros kurdos iraquíes, los ”peshmerga”, que combatieron al régimen de Saddam Hussein durante años antes de aliarse con las fuerzas de ocupación el año pasado.

”No vamos a combatir a los árabes, sino a detener el terrorismo”, declaró Abulá Fermende, comandante de división de los peshmerga de la Unión Patriótica del Kurdistán.

”No pelearemos con los árabes de Faluya o de Nayaf (donde las fuerzas estadounidenses tienen sitiado a Sadr). Tenemos muchos amigos allí. Pero a veces hay terroristas y árabes radicales que quieren hacer cosas terribles en el Kurdistán y otras partes”, dijo Fermende.

Como muchos otros kurdos, Fermende siente que tiene una deuda con Estados Unidos por haber derrocado a Saddam Hussein. ”El era el peor tipo de dictador, y ahora tenemos una posibilidad real de libertad y democracia en Iraq. Vale la pena pelear por eso”, expresó el comandante kurdo.

Sin embargo, Estados Unidos está repensando su línea dura contra miembros del antiguo aparato de poder de Saddam Hussein. Ante las crecientes deserciones del ejército iraquí, el administrador civil en Iraq, Paul Bremer, anunció el viernes que aliviaría la proscripción sobre esos antiguos funcionarios.

”El ministro de Defensa me informó que se reunirá con altos funcionarios proscriptos del antiguo régimen para discutir cómo construir el nuevo orden militar iraquí. Más de esos ex funcionarios con antecedentes honorables entrarán en servicio en los próximos meses a medida que crezca el nuevo ejército”, anunció Bremer en un discurso televisivo.

Pero no le será fácil a Bremer fortalecer al Nuevo Ejército Iraquí. Aun antes de las deserciones de este mes, la fuerza tenía sólo 6.000 miembros, y 32.450 servían en el paramilitar Cuerpo Iraquí de Defensa Civil. La cifra es muy pequeña en comparación con el ejército de 350.000 miembros que Bremer licenció cuando llegó a Bagdad el pasado mayo.

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