Este jueves se celebra el Día de los Tontos (April Fool's Day), equivalente en Estados Unidos al Día de los Inocentes. Pero nadie en Washington estuvo para bromas, luego del brutal linchamiento de cuatro civiles estadounidenses en la ciudad iraquí de Fallujah.
Imágenes del fin horripilante de los cuatro contratistas a manos de una multitud enfurecida fueron exhibida el miércoles por las cadenas de televisión estadounidenses, muchas de las cuales, no obstante, omitieron las escenas más brutales de mutilación, cremación y asesinato.
El acontecimiento recordó a muchos la muerte de 18 soldados estadounidenses en Mogadiscio hace más de 10 años y que obligó a Washington a retirar sus fuerzas apostadas en Somalia para mantener la paz. Pocos esperan una reacción similar a la de Bill Clinton, el entonces presidente que ordenó la retirada.
Pero el duro resurgimiento de Iraq en la conciencia pública tras un mes de relativa calma deja un velo de desconfianza ante el paisaje optimista que pinta el gobierno de George W. Bush sobre la situación en el país árabe.
Ese optimismo resulta tan engañoso como los argumentos formulados hace más de un año para invadir Iraq, basados sobre el desarrollo de armad de destrucción masiva del régimen del hoy depuesto presidente Saddam Hussein y sobre sus supuestos vínculos con la red terrorista Al Qaeda.
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Eso se vio reforzado el mismo miércoles, cuando, al mismo tiempo que la muchedumbre masacraba a los cuatro civiles, cinco soldados estadounidenses morían cerca de Fallujah, cuando el vehículo fuertemente acorazado en que viajaban pasó por encima de un explosivo de fabricación casera.
El incidente convirtió a marzo en el peor mes para las fuerzas de combate estadounidenses en Iraq, con 48 muertes, más de una y media por día, y elevó a 600 las ocurridas desde que Bush declaró el fin formal de las hostilidades, el 1 de mayo pasado.
Oficiales militares admitieron que los ataques diarios contra las fuerzas de la ocupación se duplicaron desde enero a alrededor de 25, y que el fenómeno crece en lugar de reducirse.
El experto del diario The New York Times en Iraq, John Burns, sostuvo que los ataques del miércoles deberían llevar a las autoridades estadounidenses a reconsiderar si, como afirmaron en febrero, terroristas islámicos sustituyeron a milicias leales a Saddam Hussein como principal enemigo de Washington.
Esto me recuerda tanto a Vietnam que resulta espeluznante, dijo Lawrence Korb, alto funcionario de la Secretaría de Defensa durante el gobierno de Ronald Reagan al diario The Washington Post. Cada vez que decíamos entonces que había una luz al final del túnel, ocurría algo horrible, sostuvo.
Las características del ataque contra los cuatro civiles —todos ellos ex comandos de las Fuerzas de Operaciones Especiales estadounidenses— también impresionaron al experto en asuntos iraquíes Juan Cole, de la Universidad de Michigan.
El grado de odio hacia el nuevo orden entre la gente común es una mala noticia. Ayuda a entender cómo se pudo capturar a tan pocos guerrilleros sunitas, pues reciben refugio y ayudan, escribió Cole en su página en internet (http://www.juancole.com).
El experto también consideró poco probable que posteriores acciones militares estadounidenses logren abatir la insurgencia, dado que la mayoría de las acciones simplemente inflamarían al público contra ellos.
Pero medidas más duras son precisamente lo que propone el conservador periódico The Wall Street Journal, que llamó a las fuerzas de ocupación a procesar juicios militares y ejecuciones de combatientes irregulares.
La insurgencia iraquí no será derrotada en el corto plazo, según el experto militar T. X. Hammes, del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional, quien acaba de regresar de Iraq, donde estuvo dos meses.
Planean golpearnos del país, sostuvo. Los actuales combatientes constituyen una coalición de grupos dispares aliados para expulsar a las fuerzas invasoras, explicó.
Washington confiaba en que la transición hacia la entrega de la soberanía a un gobierno iraquí interino el 30 de junio y el desembolso de 18.000 millones de dólares en fondos para la reconstrucción ayudarían a contener la insurgencia.
Pero las constantes disputas entre facciones y personalidades del Consejo de Gobierno Iraquí nombrado por Estados Unidos y la persistente incertidumbre sobre el rol de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en la transición contribuyeron a un aumento de las tensiones.
Hasta el Departamento de Estado (cancillería) estadounidense advirtió a comienzos de esta seman que no estaba garantizada la seguridad de los empresarios que se aprestan a viajar a Bagdad la semana próxima, para asistir a una conferencia sobre inversiones.
Todos estos acontecimientos vienen en un mal momento para Bush.