IRAQ: Caos total a un año de la toma de Bagdad

La resistencia iraquí contra la ocupación tomó el control total de dos ciudades y mantiene como rehenes a varios extranjeros, en lo que constituye un escenario explosivo al cumplirse el primer aniversario de la caída de Bagdad.

La violencia reflotó dos dudas que permanecen sin respuesta definitiva en la Casa Blanca: quién está detrás de la resistencia iraquí y qué es lo que el gobierno de George W. Bush quiere para el futuro de Iraq.

Sólo la semana pasada, las fuerzas de ocupación lucharon al menos contra dos grupos distintos de combatientes en dos zonas de Iraq.

Estos enfrentamientos acabaron con la vida de al menos 500 iraquíes y unos 50 soldados de Estados Unidos y otros países que participan de la ocupación. Cientos más resultaron heridos.

Los combates se produjeron en lados opuestos del territorio iraquí.

En el norte, las fuerzas estadounidenses rodearon la ciudad de Falluja en los últimos cinco días.

La operación comenzó luego de que la resistencia atacó la semana pasada los dos automóviles en que viajaban cuatro contratistas civiles estadounidenses.

Luego de incendiar los vehículos, los atacantes arrastraron los cuerpos por las calles, los mutilaron y los enseñaron como trofeos.

El ataque provocó gran indignación en la Casa Blanca y en el Departamento de Estado (cancillería), mientras funcionarios estadounidenses en Bagdad prometieron venganza y aseguraron que derrotarán a la resistencia iraquí.

En el sur, miles de partidarios del líder radical chiita Moqtada al-Sadr se enfrentaron con las fuerzas de ocupación. La mayoría de los seguidores de Sadr pertenecen a las clases sociales más bajas y menos educadas, donde predomina el odio hacia Estados Unidos.

Los choques se produjeron luego de que las fuerzas de ocupación ordenaran el cierre del semanario de Sadr, acusándolo de publicar artículos que incitaban a la violencia contra los soldados estadounidenses.

Luego de varios días de manifestaciones violentas en varias zonas de Bagdad y en ciudades del sur, Estados Unidos libró una orden de detención contra Sadr, por su supuesta complicidad en el asesinato el año pasado de su Abdel Majid Khoei, su rival dentro de la comunidad chiita.

La noticia de la posible detención de Sadr complicó aun más la situación, y hubo duros enfrentamientos también en las ciudades sagradas chiitas de Najaf y Karbala.

Sadr se refugió en una mezquita en la ciudad de Kufa, mientras cientos de sus seguidores atacaron edificios de la policía y de la coalición ocupante, prometiendo que defenderían a su líder hasta la muerte.

Luego, tomaron el control total de Kufa, Najaf y de la oriental Kut. Esta última fue recuperada luego por Estados Unidos.

Grupos al parecer también seguidores de Sadr secuestraron a una docena de japoneses, surcoreanos, canadienses y árabes israelíes. Los siete surcoreanos fueron liberados poco después. Un ciudadano británico está desaparecido.

Los políticos iraquíes, aun los opositores de Sadr, criticaron a las fuerzas de ocupación por haber librado la orden de captura.

”Aun cuando hubiese alguna relación entre Sadr y el asesinato de Khoei, y si fuera el caso de que pudiera ser llevado ante un tribunal, detenerlo en este momento, de total tensión es muy perjudicial”, dijo Hamed Bayati, asesor de otro líder chiita prominente, Abdel Aziz Hakim, miembro del Consejo de Gobierno Provisional.

Políticos de Washington también criticaron la orden de captura contra Sadr, y expresan temor por los operativos de las fuerzas estadounidenses en Falluja y en las áreas cercanas.

”Temo que la táctica militar en Iraq sea toda mala. Creo que terminaremos provocando una guerra civil si seguimos con la estrategia militar actual”, dijo días atrás el ex senador Bob Kerry, del opositor Partido Demócrata, en una comisión que investiga los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington.

Kerry, no obstante, apoyó la invasión a Iraq el año pasado cuando se votó en el Congreso legislativo.

El ex senador dijo que las tácticas militares estadounidenses sólo provocan más indignación en los iraquíes y los predispone a integrarse a grupos como la red terrorista Al Qaeda, del líder saudita Osama bin Laden, responsable de los atentados del 11 de septiembre de 2001.

Los últimos incidentes también sacudieron al Consejo de Gobierno Provisional, cuyos miembros fueron designados por la autoridad civil de la ocupación que encabeza Estados Unidos. Dos ministros iraquíes cayeron.

El ministro del Interior, Nouri Badran, dijo que el jefe de la Autoridad Provisional de la Coalición en Iraq, Paul Bremer, pidió su renuncia por considerar que la policía iraquí hizo un trabajo muy pobre en el mantenimiento del orden y no pudo impedir las cuatro muertes en Falluja.

Mientras, el ministro de Derechos Humanos, Abdel Basset Turki, renunció luego de denunciar que las fuerzas de Estados Unidos violaban los derechos esenciales de los iraquíes en vez de protegerlos.

Al mismo tiempo, cada vez más políticos y líderes religiosos y civiles iraquíes exigen la urgente disolución del Consejo de Gobierno Provisional.

Analistas señalan que los esfuerzos de todo un año para estabilizar el país y crear un gobierno fracasaron y tienen pocas perspectivas de avanzar en el futuro luego de los enfrentamientos de la semana pasada.

”Hemos trabajado con muchos iraquíes para reconstruir las instituciones en este país, para enseñarles cómo trabajar unos con otros, cómo trabajar con nosotros, cómo unificar Iraq, y ahora todo parece haberse destruido”, dijo a IPS un funcionario estadounidense en Bagdad que pidió reserva de su identidad.

Muchos iraquíes y observadores extranjeros temen que los seguidores de Sadr cambien la naturaleza que hasta ahora tenía la resistencia a la ocupación.

”Esto ya no es sobre Moqtada al-Sadr” dijo a un canal de televisión árabe Karim Abdel Jaafar, un manifestante del barrio Adhamiyeh, de Bagdad, dominado por sunitas.

En un acto sin precedentes, miles de musulmanes sunitas marcharon en respaldo del líder chiita de Najaf.

”Esto ahora es un movimiento que integra a sunitas y chiitas. Mataremos a los estadounidenses cada vez que podamos hasta que abandonen el país”, añadió.

El viernes pasado, por primera vez desde la caída de Saddam Hussein hace un año, líderes religiosos sunitas y chiitas rezaron juntos en Bagdad.

Algunos de ellos llamaron boicotear los alimentos y medicamentos distribuidos por las fuerzas de la coalición y prohibieron a los iraquíes recibir salario de las autoridades estadounidenses y británicas.

Esto podría afectar a decenas de miles de iraquíes que comenzaron a trabajar en nuevas oficinas e instituciones creadas por las fuerzas de la coalición.

Muchos iraquíes traductores o periodistas han sido objeto de amenazas, y algunos han sido asesinados.

Funcionarios estadounidenses, tanto en Bagdad como en Washington, negaron que el aumento de la violencia en Iraq esté uniendo a ”terroristas extranjeros” con partidarios del régimen de Saddam Hussein.

”Veamos lo que no es. Esto no es un levantamiento general. Estamos peleando contra grupos separados”, afirmó el portavoz del Comando Central de Estados Unidos en Iraq, Mark Kimmit.

”Esto puede ser verdad hoy, pero quizás no lo sea mañana”, dijo por su parte un asesor del Consejo de Gobierno Provisional. (FIN/2004)

Autoridad Provisional de la Coalición en Iraq, en inglés y árabe

Comando Central de Estados Unidos en Iraq, en inglés

Casa Blanca

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