Leena Nikula tiene 65 años y es jubilada en Finlandia. Su ingreso mensual de 1.550 dólares apenas le alcanza para cubrir sus necesidades básicas de alimentación, vivienda y electricidad.
"Me siento exprimida. Si mi oftalmólogo me receta un nuevo par de lentes o me enfermo de gravedad, mi única opción será pedir un préstamo bancario", dijo Nikula.
Este caso no es extraordinario. Los pobres de Finlandia afrontan crecientes dificultades debido a que en los últimos 10 años el gobierno ha dispuesto recortes presupuestales de servicios sociales, e incluso la privatización de varios.
La proporción de pobres, definidos como los que integran familias que reciben un ingreso inferior a la mitad del promedio, aumentó de 2,4 en 1994 a 3,0 por ciento en 1997, según el Ministerio de Asuntos Sociales y Salud. La tendencia ascendente se mantiene, según expertos.
Suele creerse que la liberalización económica y el recorte de gastos estatales que caracterizan el actual rumbo del proceso de globalización solo perjudican a los pobres de los países en desarrollo. Pero eso no es así, según los participantes en el Foro Social Finlandia, reunido a comienzos de este mes.
Vivan ya en Bolivia, en Angola o en un estado rico del Báltico como Finlandia, la tendencia es similar: la reducción progresiva del presupuesto de servicios públicos cobra víctimas en grupos sociales vulnerables, como jubilados, jefas de hogar, niños y niñas y desempleados.
"A primera vista, podría pensarse que los finlandeses han vivido durante mucho tiempo amortiguados por un sistema de bienestar social inmune al impacto adverso de la globalización. Pero esa es una ilusión que gradualmente se va disipando", dijo Katarina Sehm-Patomaki, secretaria ejecutiva del finlandés Instituto para la Democracia Mundial.
Los servicios sociales básicos a cargo del Estado eran una de las piedras fundamentales del sistema finlandés, que garantizaba a un costo mínimo guarderías infantiles, servicios de salud y asistencia a los ancianos y discapacitados.
Pero estos beneficios se están convirtiendo en mercancías transables en el mercado, dada la lógica económica de la globalización, según asistentes al Foro.
Los recortes presupuestales de los últimos años dejaron a muchas municipalidades incapacitadas de brindar servicios básicos a quienes más los necesitan.
La cantidad de guarderías públicas de Helsinki, por ejemplo, se redujo sustancialmente en el último año. En las escuelas, la falta de dinero limita la contratación de profesores que cubran el aumento de los alumnos matriculados.
El seguro nacional de salud abarca a los cinco millones de habitantes de Finlandia, pero no brinda una cobertura total, sostuvo Nikula.
De ese modo, los pacientes deben esperar largos periodos para ver a un médico, aun si necesitan someterse a una operación importante. La atención privada es demasiado costosa para los pobres.
Los jóvenes descontentos que asistieron al Foro Social Finlandia dirigieron su resentimiento al Partido Socialdemócrata que ha gobernado en el último decenio, hoy en coalición con sectores de centroderecha.
Muchos finlandeses consideran que en ese periodo se redujo su ingreso real.
"El actual gobierno no se resiste con suficiente fuerza a las políticas de liberalización de mercado dictadas por la Organización Mundial del Comercio, la Unión Europea o el Banco Mundial", dijo el sindicalista Jarkko Eloranta, de la asociación de trabajadores municipales.
"Por el contrario, ha demostrado consistentemente su voluntad de acompañarlas", aseguró.
Asistentes al foro trazaron un paralelo entre la debacle de los fondos destinados a servicios públicos y los recortes de impuestos. Las municipalidades se quejan de falta de fondos para desempeñar sus tareas, pero los tributos a la renta y a la ganancia de las empresas se reducen.
"Es una profesión de fe de ortodoxia económica pensar que la reducción de impuestos impulsará la economía al alentar la inversión corporativa, y a los consumidores a gastar más en bienes y en servicios, lo cual a su vez produciría un aumento del empleo", dijo Timo Voipio, asesor en cooperación para el desarrollo de la cancillería.
Pero la reducción de impuestos no provocó ningún crecimiento importante en la creación de impuestos de Finlandia, agregó.
La parlamentaria del Partido Verde Rosa Merilainen consideró: "Los economistas neoliberales afirman que para que las empresas mantengan su competitividad en una economía crecientemente globalizada, y para que los países atraigan inversión extranjera, los gobiernos deben reducir impuestos."
"Así, se reducen los impuestos ambientales, corporativos y a la renta", consideró Merilainen. Pero aun así Finlandia no ha podido atraer inversiones extranjeras, sostuvo.
Por el contrario, siguiendo la tendencia mundial, las empresas tecnológicas finlandesas y centros de atención telefónica se están instalando en los países ex soviéticos del Báltico, Letonia, Estonia y Lituania. Muchas firmas, incluso, trasladan sus operaciones a China.
Pero Tarja Kantola, jefe de relaciones internacionales del sindicato de empleados de servicios, dijo que grandes cadenas de supermercados están reduciendo los salarios y rebajando las condiciones de trabajo, aprovechándose de la situación.