ENERGIA-AMERICA DEL SUR: Gas de integración y dependencia

El gas natural, que impulsó la integración física entre los países del Cono Sur de América en los últimos años, reveló repentinamente su faz más preocupante como es el riesgo de la dependencia energética.

El gas que Argentina deja de exportar a Chile y Uruguay en estos días debido a la crisis energética interna es ahora fuente de tensiones entre buenos vecinos. En ese marco, el gobierno uruguayo parece tener la solución más a mano para evitar los temidos apagones y es la compra de electricidad a Brasil, pero para el caso chileno no existen respuestas alternativas tan inmediatas.

Es que los 22 millones de metros cúbicos diarios que, como promedio, alcanzó la importación de gas argentino representaban la generación de más de un cuarto de la electricidad consumida en Chile. Ese suministro se redujo en 3,3 millones de metros cúbicos diarios este mes y tiende a caer mas aún, ante la persistencia de la crisis energética en Argentina.

Por eso el gobierno chileno de Ricardo Lagos protestó, exigiendo el cumplimiento del protocolo bilateral de integración energética firmado en 1995, por el cual Argentina debe asegurar la provisión de combustible al país vecino con la misma prioridad del mercado interno.

Bolivia, otro gran exportador de gas natural sudamericano, es una fuente cerrada para Chile a causa de la disputa territorial entre los dos países. La Paz le reclama a Santiago la salida soberana al océano Pacífico que le quitó hace 120 años.

En materia de energía, la solidaridad con el vecino termina cuando escasea en casa. Brasil socorrió a Argentina del 30 de marzo al 2 de este mes, suministrándole 500 megavatios medios, pero se negó a atender un pedido para mantener el aporte en el ámbito de un acuerdo bilateral de cooperación para situaciones de emergencia.

Por este acuerdo, la energía no es vendida sino que debe ser devuelta en el futuro, y Brasil fijó esta vez un plazo de 45 días para la devolución.

"La prioridad del gobierno brasileño es la seguridad del abastecimiento interno", justificó el Ministerio de Minas y Energía. El sur de Brasil sufre actualmente una sequía que redujo los embalses y, por tanto, la capacidad de generación hidroeléctrica. Además no puede ya contar con la importación de gas argentino que abastece algunas de sus centrales térmicas.

Además, si Argentina desea importar electricidad brasileña este mes tendrá que aceptar los precios más elevados de generación térmica, a gas natural o carbón, dependiendo de la disponibilidad de excedentes, como dejaron claro las autoridades energéticas brasileñas.

Esta crisis argentina, atribuida a las insuficientes inversiones prospección e infraestructura de distribución interna de las empresas privadas productoras de gas debido al congelamiento de las tarifas impuesto por el gobierno de Néstor Kirchner, desnudó los riesgos de la llamada integración energética entre países inestables.

Desde la década del 90 se multiplicaron los gasoductos que cruzan las fronteras de casi todos los países del Cono Sur americano, a partir de los generosos yacimientos de Argentina y Bolivia y de la mano de la privatización del sector.

Argentina, Chile y Uruguay son países en que el gas natural ganó mayor peso, porque tienen un invierno más riguroso que son vecinos del norte y la necesidad de calefacción creó un mercado para ese combustible, con amplias redes de distribución, explicó a IPS Rosalino Fernandes, coordinador del Comité de Gas en el Instituto Brasileño de Petróleo (IBP).

Esa diferencia climática explica el desarrollo energético tan distinto entre Brasil y sus vecinos al sur, acotó. Además los grandes recursos hídricos brasileños favorecieron la utilización de repreas para generar electricidad, las que responden por más de 80 por ciento del consumo en el país y tiene costos mas bajos.

Pero lo que confirma la crisis argentina es "la diversificación de la matriz energética como ideal", por seguridad, opinó Fernandes, también consultor en tecnología de White Martins, empresa de gases industriales.

En 2001, por ejemplo, Brasil tuvo que aplicar un racionamiento energético porque la escasez de lluvias generalizada en el país limitó la capacidad de generación hidroeléctrica.

Ese problema climático realzó el papel del gas natural en la generación termoeléctrica y la necesidad de cumplir la meta oficial de elevar su participación en la matriz energética de dos a 10 por ciento hasta 2010.

Para eso se cuenta con la importación del gas de Bolivia, iniciada en 1999. Pero el país aún consume solo 22 millones de metros cúbicos diarios de este hidrocarburo, ante más de 70 millones en Argentina, comparó Fernandes.

En tanto, el descubrimiento el año pasado de un gran yacimiento que triplicará, como mínimo, las reservas brasileñas de gas natural reduce la dependencia del país en relación a las importaciones.

Pero si la economía brasileña vuelve a crecer sostenidamente y se mantienen bajas las inversiones en el sector eléctrico, este país necesitará ampliar sus importaciones de gas argentino y boliviano, para no sufrir una nueva crisis energética en 2012, según Leonardo Campos, experto del Centro Brasileño de Infraestructura (CBIE), una empresa de consultoría.

Cumplida esa previsión, Brasil será un importador creciente y los gasoductos seguirán ampliándose en el Cono Sur de América, pese al escarmiento de la crisis argentina.

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