El estreno mundial de una obra de flamenco sinfónico sobre el relato de la pasión, muerte y resurrección de Jesús, previsto como espectáculo principal del IX Festival Iberoamericano de Teatro de la capital colombiana, fracasó dos veces consecutivas por problemas técnicos y graves diferencias conceptuales en materia musical.
La composición del español Javier López, llamado El Limón, se titula La Pasión según San Mateo y fue escrita especialmente para la voz de su compatriota Diego El Cigala, considerado uno de los principales sucesores de la tradición flamenca del cante jondo.
En el novedoso intento de fusionar ese género con la música sinfónica y coral participaron el guitarrista Niño Josele, el percusionista Israel Suárez (Piraña), y las cantaoras Montse Cortés y Genara, con acompañamiento de la Orquesta Filarmónica de Bogotá y el Coro Juvenil Andino de Colombia.
La obra, de tres movimientos, dura una hora y 10 minutos, y los dos intentos de estrenarla se realizaron el viernes en la Catedral de Bogotá, sólo para invitados especiales, y el sábado en la Plaza de Bolívar, con entrada libre y ante unas 20.000 personas.
Los dos conciertos fueron un desastre de principio a final, dijo a IPS Mauricio Lozano, compositor orquestal y de música andina colombiana, y director del Orfeón de Cundinamarca.
Antes de esos intentos hubo un rosario de roces durante los ensayos entre El Limón, director musical además de compositor, y el director de la Orquesta Filarmónica, Germán Céspedes. A eso se agregó, en los dos conciertos, un pésimo manejo de la amplificación, que era responsabilidad de la Filarmónica.
Mariana Gyalui, mánager de Cigala Producciones, acusó de sabotaje a Céspedes y a la orquesta que dirige.
Este era el espectáculo central del Festival y no se escuchó. Es un episodio lamentable, comentó Lozano.
El viernes, en la Catedral, imponente recinto postcolonial pero conocido por su acústica difícil, faltó la ejecución de fragmentos que sumaron unos quince minutos. En la noche siguiente, bajo la luna llena, se suprimió por completo el último movimiento, debido a la pésima calidad del sonido. En ninguna de las dos ocasiones se pudo apreciar en forma adecuada el trabajo de los artistas.
Los roces previos se relacionaron incluso con las partituras enviadas desde España, que según los músicos de la Filarmónica sólo contenían notas, sin el resto de la información necesaria para una interpretación profesional.
Las partituras fueron enviadas con tres meses de anticipación y las comunicaciones que tuvimos por teléfono nos hacían pensar que todo estaba correcto, que estaban ensayando, pero cuando llegamos a Bogotá resultó que no habían mirado la obra y la orquesta prácticamente no tenía ni idea de que tenía que hacer este concierto, replicó Gyalui.
Recortamos la obra porque vimos que no había competencia, dijo la mánager.
No quiero demeritar artísticamente el trabajo de la Filarmónica. Critico que deliberadamente omitieron contratar el sonido necesario y que no miraron la partitura con anterioridad, alegó.
Según Gyalui, el día del primer ensayo (general, incluyendo a los artistas españoles), el director de la orquesta preguntó si había tubas en la partitura, cosa que es inaceptable.
Pero Aníbal Dos Santos, primer viola de la Filarmónica, rechazó esa acusación, que calificó de irresponsable.
Cualquier material que tengamos enfrente lo tratamos con el mismo respeto, aseguró.
Hubo problemas en los ensayos. El compositor pretendía dirigir la obra, pero él no es director de orquesta y fue necesario pasarle la batuta al director musical de la Filarmónica, Céspedes, relató Lozano.
Es muy loable que El Limón haya tenido esta idea, pero de ahí a dirigir (la ejecución de la obra) hay un trecho grande, comentó Dos Santos.
El intérprete de viola se ha referido a El Limón como un arreglista en todas sus declaraciones a periodistas tras el fracaso bogotano de La Pasión.
Nosotros manejamos otro estándar de lo que significa un director artístico. Para nosotros, decirle a un director que no dirija es un asunto muy serio, arguyó.
Pero Gyalui enfatizó que El Limón no es un arreglista, es un compositor y tiene una carrera como director de orquesta.
Esta era una obra difícil, porque se trata de empatar dos mundos distintos: el del músico popular autodidacta con el del músico de academia, y tiene que ser un director de orquesta experimentado el que haga el enlace entre esos dos universos, comentó Lozano.
La Filarmónica de Bogotá, dependiente de la alcaldía de esa ciudad, es una de las orquestas más famosas de América Latina y, según solistas internacionales como el violinista uruguayo Jorge Risi, participante invitado en sus principales conciertos de 2002, es la mejor de América del Sur.
De todos modos, es difícil saber si la obra se interpretó fielmente. No se puede opinar. Debe haber, de lado y lado (en ambas partes), mucha frustración, opinó Lozano.
En la orquesta son todos profesionales y debe haber mucha pena porque la obra no salió, como también debe haber mucha pena entre los músicos flamencos.
El Limón y El Cigala afirman que emprendieron el experimento inspirados por el hecho de que la Biblia y el flamenco son áreas de intersección de las culturas judaica, cristiana y musulmana.
Hemos mezclado tres culturas, tres músicas, tres ritmos, tres armonías, dijo el compositor en un encuentro con periodistas previo a los conciertos, en el que el cantaor se definió como profundamente religioso.
De todo este embrollo, el propio Cigala sale incólume, así como los músicos de flamenco que lo acompañaron.
Precisamente porque adoramos a Cigala, protestamos. Esto es un irrespeto con él, con su arte y con el público, dijo a IPS el catedrático y jurista Ricardo Sánchez, quien lideró una protesta por el mal sonido en la Plaza de Bolívar.
Durante ese concierto, se había instalado a un costado de la Plaza un generador de electricidad con motor diésel, que invadía el ambiente con su ronroneo característico. El coro y la orquesta apenas se escuchaban, y El Cigala tuvo que pedir repetidamente frente al micrófono que los encargados del sonido permitieran escuchar la guitarra flamenca.
Dos Santos no explicó la presencia de la planta generadora, y atribuyó el mal sonido del sábado a que los españoles cambiaron toda la distribución de la orquesta a las cinco de la tarde, dos horas antes de la hora de inicio prevista.
Eso hizo imposible lograr una amplificación adecuada, afirmó.
Una fuente del consejo directivo del Festival, que pidió no ser identificada, explicó que la Filarmónica aceptó hacerse cargo de la amplificación como una forma de apoyo al Festival, pero agregó que en su opinión nunca se instaló lo que se dijo que se iba a instalar.
Falló el sonido, no la Filarmónica. La Filarmónica se esmeró, expresó a IPS la directora del Festival, Fanny Mikey.
Fue por confiar en otra gente, añadió.
La Pasión según San Mateo se presentará en las meridionales ciudades españolas de Córdoba, Sevilla y Granada, en Montevideo, y en octubre en la oriental ciudad israelí de Masada, ante un público de judíos y palestinos, informó El Cigala.
Hasta la próxima presentación de La Pasión, en España, no se sabrá cuánto incidieron los problemas de acústica y amplificación para que el crítico colombiano Ignacio Ramírez escribiera que el híbrido flamenco-filarmónico-coral no se siente arder como una sola llama sino como fulgores casi independientes, que tratan de acoplarse. (