La industria cinematográfica de Vietnam, deseosa de revitalizarse, se debate entre la tradición y la innovación.
El éxito de la película Camareras, que se estrenó el año pasado e incluyó en su trama sexo, drogas y sida, pareció alentar a los cineastas que prefieren apuntar a la taquilla.
Pero la secuela de aquel filme, Cenicienta callejera, y varios similares estrenados este año obtuvieron muy malas críticas.
El director de ambas producciones, Le Hoang, dijo que a pesar de los comentarios sarcásticos aún cree en el valor de los filmes entretenidos, y que continuará en esa senda. En marzo anunció que había terminado de escribir el guión de La pirata, que rodará desde junio con apoyo financiero de la empresa Thien Ngan.
Hoang se convirtió en el más polémico director cinematográfico de Vietnam al alejarse del cine tradicional, más preocupado por educar al público que en entretener.
En los viejos tiempos, los cineastas vietnamitas no tenían ninguna intención de hacer dinero. Para ellos, producir una película era intentar hacer una obra de arte con un mensaje para la humanidad implícito. No les preocupaba si iba a ser taquillera, y tampoco que se adecuara a los deseos de la población.
Cada vez más personas en la industria creen que ese tipo de película es aburrido y ha ahuyentado al público de los cines.
Los cineastas usan libretos con temas tradicionales, como los recuerdos de la guerra o la construcción del socialismo, porque de esta manera es más seguro tener la aprobación y el financiamiento del Estado, dijo Hoang.
El director sostiene que sólo con producir películas más entretenidas la industria se salvaría de su estancamiento.
El notable éxito de Camareras el año pasado le dio esperanza a los cineastas como Hoang. Muchos productores ahora se dan cuenta de que deben esforzarse por atraer al público si quieren también dar un mensaje con sus obras.
Las películas de entretenimiento constituirán un importante género que absorberá y producirá nuevos talentos para la industria, dijo Hoang.
Ambiciosos jóvenes directores imitaron a Hoang con películas más entretenidas sobre el secreto mundo de la delincuencia y la vida nocturna en las ciudades vietnamitas.
Pero el impulso inicial se detuvo ante el fracaso de Cenicienta callejera, estrenada en las fiestas tradicionales vietnamitas por el año nuevo lunar o Tet.
La película atrajo a algunos jóvenes curiosos, pero ni siquiera estos pueden decir que les gustó, señaló el crítico de cine Tong Van Hop.
Los espectadores encontraron muchas fallas en la película.
Hay muchos aspectos que son poco realistas. Esto demuestra que la película se hizo e forma apurada, sólo para satisfacer la curiosidad del público, sostuvo el crítico de arte Nguyen Van, de la revista Van Hoa va Doi Song (Arte y vida).
El director Le Hoang está repitiendo esquemas que ya ha usado, pero ahora lo hace peor, añadió.
El joven director de fotografía Pham Hoang Nam, que contribuyó al éxito de Camareras con hermosas escenas, reconoció las fallas de Cenicienta callejera.
La película se hizo sin ningún cuidado. El director no tenía un escenario definido nunca. Por falta de recursos, no pudimos realizar muchas escenas que hubieran añadido un gran valor artístico al filme, admitió.
Para Pham Nhue Giang, directora de la película Valle desierto, elogiada en cinco festivales internacionales pero rechazada por el público vietnamita, sostuvo que la opción es clara: Hay que descartar las películas que no tienen nada para ofrecer.
Giang teme que la industria pase de un extremo a otro.
Para atraer al público joven, los productores están contratando a cantantes y modelos famosos para los papeles principales, aunque no tengan experiencia en actuación.
Además, les piden a los libretistas que en las historias incluyan personajes basados en los estereotipos de héroes de las películas occidentales.
Si quisiera hacer dinero, me iría a otro lugar y lo haría, dijo Nam, criticando a la tendencia comercial que adoptan sus colegas en el estudio de filmación.
Sin embargo, Hoang permanece firme en su determinación de hacer de aquí en más películas comerciales para satisfacer la demanda de las masas.
Los cines vacíos son siempre una tragedia para los cineastas, no importa cuál sea el propósito que tengan con sus películas, afirmó Hoang, y sostuvo que el éxito taquillero de Camareras da testimonio por sí solo del valor que tiene ese tipo de películas.
Es tiempo de que nuestra industria cinematográfica le dé prioridad al público, a menos que queramos dejar que lo hagan por nosotros las películas de Estados Unidos o de Corea del Sur, añadió.
Pero Pham Nhue Giang discrepa. Trato de no pensar en las masas cuando hago una película. Sólo busco libretos que me inspiren, afirma.
No obstante, admite que podría llegarse a un equilibrio: hacer películas artísticas que permitan el desarrollo de la creatividad de los cineastas, y también hacer películas comerciales, que garanticen los ingresos necesarios para mantener a salvo la industria. (