La agricultura brasileña no repetirá en 2004 el crecimiento espectacular de los años anteriores, pero sus ingresos por exportación podrán incluso aumentar, debido a los azares típicos del sector.
El alza de los precios, especialmente de la soja, principal producto de exportación de Brasil, compensa con creces las pérdidas físicas provocadas por la sequía en el sur del país y el exceso de lluvias en otras zonas, reconoció Flavio Turra, experto de la Organizaciones de las Cooperativas de Paraná (Acepar).
De los 11,8 millones de toneladas previstas inicialmente en el meridional estado de Paraná, la cosecha de soja este año ya se redujo en cerca de 1,8 millones de toneladas, básicamente a causa de la sequía, informó a IPS.
En tanto, la Confederación de Agricultura y Ganadería de Brasil (CNA), gremio empresarial de todo el sector, calcula que las pérdidas alcanzarán en todo el país a 6,1 millones de toneladas, de una cosecha antes estimada en 57,6 millones. Si esa proyección se confirma, la producción quedaría en el mismo nivel de 2003.
Pero esa frustración del crecimiento hizo subir los precios internacionales. Lo que pasa en Brasil, segundo mayor productor mundial detrás de Estados Unidos, tiene fuerte influencia en las cotizaciones. Además Argentina, el tercer productor en importancia, también afronta problemas climáticos similares.
En consecuencia, la exportación de soja brasileña, que representó ingresos por 8.100 millones de dólares el año pasado, este año podrá alcanzar 10.000 millones de dólares, prevé la CNA.
Los precios subieron más de 20 por ciento, mientras el meridional estado de Paraná perderá cerca de 15 por ciento de su cosecha esperada, comparó Turra. Es decir, se gana al final, pero sólo en promedio, y hay agricultores que perdieron 60 por ciento de su siembra, destacó.
Río Grande del Sur, el estado del extremo meridional del país limítrofe con Uruguay, fue más castigado por la sequía todavía. Su cosecha de soja este año debe limitarse a 6,05 millones de toneladas, con pérdida de 29 por ciento, estimó la Empresa de Extensión Rural del gobierno local.
Los precios en alza beneficiarán especialmente a los agricultores de las nuevas áreas de expansión de la soja en Brasil, especialmente los del centrooeste, que concentra la mayor producción nacional, pese a la lejanía de los puertos que encarece el transporte.
Esa región, al revés, fue afectada por el exceso de lluvias, pero en intensidad mucho menor. Además enfrenta una nueva amenaza, como es la roya, una plaga que preocupa las autoridades fitosanitarias y centros de investigación por su agresividad.
De todas maneras, las frustraciones de este año no deberán desalentar la siembra de soja, evaluó Turra. Hace unos cinco años sus productores brasileños disfrutan buenas cosechas y precios que les ofrecen un margen de utilidad de por lo menos 40 por ciento y la perspectiva de un largo período favorable, pese a la intemperie, concluyó.
La soja, casi inexistente en el país hace 40 años, representa hoy casi mitad de la producción de cereales, leguminosas y oleaginosas en Brasil, que alcanzó 123,2 millones de toneladas el año pasado y que inicialmente se preveía elevar a 132,9 millones este año, según datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística.
La tecnología agrícola, desarrollada principalmente en la estatal Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa), permitió adaptar la leguminosa original de clima templado a áreas tropicales e incrementar su productividad.
Es el principal factor de la euforia que vive la agricultura en los últimos años. Es el sector que respondió por prácticamente todo el superávit comercial del país el año pasado, de 24.824 millones de dólares.
El agronegocio representa hoy un tercio del producto bruto interno brasileño y por 44 por ciento de las exportaciones, según el ministro de Agricultura, Roberto Rodrigues, un gran empresario del sector.
Su producción de granos más que se duplicó desde 1990, mientras la zona sembrada se expandió sólo 24,3 por ciento y Brasil aún tiene disponibles más del doble de las tierras que cultiva actualmente, que es poco más de 40 millones de hectáreas.
La infraestructura logística empieza a aparecer como un obstáculo a esa expansión vertiginosa, urgiendo inversiones en esa área, paralizadas por el ajuste fiscal del gobierno. Largas colas en los puertos, carreteras precarias e insuficiencia de almacenes son síntomas ya visibles.
Pero hay otros problemas, como un sistema precario de defensa sanitaria, que también pueden poner en riesgo el crecimiento del agronegocio brasileño, advirtió Antonio Buainain, economista y profesor de la Universidad de Campinas.
Ultimamente plagas y enfermedades como la de las vacas locas en otros países favorecieron las exportaciones brasileñas, pero el país dispone de pocos recursos para prevenir su contaminación. Además tiene una insuficiente capacidad de generar innovaciones tecnológicas en agroindustria, sostuvo Buainain.