Sindicatos de Estados Unidos y Canadá consideran acusar de abusos a la compañía de indumentaria deportiva Nike ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT), porque la ONU ignoró sus denuncias
La disputa pone otra vez en tela de juicio la eficacia del Pacto Mundial, iniciativa del secretario general de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), Kofi Annan, por la cual varias trasnacionales se comprometieron a respetar principios de derechos humanos y laborales ambientales.
El compromiso, destinado a lograr un mayor acercamiento entre las firmas y el foro mundial, fue firmado en julio de 2000, y ahora es suscrito por más de 1.400 compañías de todo el planeta. Este mes se unieron tres grandes empresas estadounidenses
La empresa Nike lo apoyó en 2000 mediante una carta de adhesión a los principios, y en 2001 ya fue acusada de violar los derechos de sindicalización de sus empleados.
Los empresarios deben respetar la libertad de asociación y reconocer en forma efectiva el derecho de negociación colectiva, dice el tercer principio del documento de la ONU.
En una carta a Annan fechada el 14 de abril, cuatro sindicatos canadienses y estadounidenses dijeron que Nike viola de forma sistemática los derechos de asociación y negociación colectiva de los trabajadores de Canadá.
La compañía compró en 1995 a la productora de indumentaria para hockey Bauer, con tres fábricas en territorio canadiense que tenían 1.100 trabajadores sindicalizados. Pero luego cerró dos de ellas y la tercera quedó con apenas 225 trabajadores sindicalizados.
Si bien sabemos que el Pacto Mundial no tiene mecanismos de fuerza para obligar el cumplimiento de los principios, vuestro sitio en Internet señala que existe un consejo asesor que estudia formas de presionar a las compañías adheridas, dice la carta.
Creemos que Nike debería ser objeto de alguna acción si no cambia su actitud, añade.
Pero el jefe ejecutivo de la Oficina del Pacto Mundial, Georg Kell, descartó cualquier tipo de acción, porque el foro mundial no puede interferir en disputas laborales.
Lamentablemente, no podemos interferir en las leyes nacionales sobre estos asuntos. Hay muy pocas cosas que pueda hacer el Pacto para cambiar las relaciones en la industria, dijo Kell a IPS.
Por su parte, Nike negó que haya cerrado las fábricas para despedir a sus empleados sindicalizados. Toda la industria de equipamiento para hockey está en crisis, aseguró la portavoz de la firma, Michelle McSorley.
Seguiremos teniendo dos sindicatos en Canadá. Estamos contratando servicios en otros países para que fabriquen nuestros productos, pero no sé si en esos lugares hay sindicatos formados. De todas formas, eso no incidirá en nuestra decisión, añadió.
Mientras, Kell sostuvo que el Pacto Mundial puede influir en la imposición de los principios laborales en países donde no son respetados, como China.
El verdadero desafío para el Pacto es convencer a las compañías de que cuando invierten en China, por ejemplo, permitan a sus propios trabajadores que se organicen, señaló.
El Pacto Mundial no ha hecho nada significativo aún, dijo el activista Kenny Bruno, de la Alianza para una ONU No Corporativa.
De verdad nos gustaría ver al secretario general de la ONU apoyando en forma entusiasta esos mecanismos obligatorios para las empresas, como los que fueron discutidos en Johannesburgo, en la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible, realizada en 2002, señaló.
En esa ocasión se discutió la posibilidad de aprobar un tratado sobre la responsabilidad de las corporaciones trasnacionales.
Las propuestas Normas de las Naciones Unidas sobre la Responsabilidad de las Corporaciones Trasnacionales y otras Empresas con los Derechos Humanos aún son analizadas por la Comisión de Derechos Humanos con sede en Ginebra.
La Oficina del Pacto Mundial se reunirá en junio para analizar sus progresos y estudiar formas para presionar a las compañías que cumplan con sus compromisos.
Bruno sostiene que la ONU tiene que mirar a las corporaciones de otra manera.
Georg Kell y otros en la ONU dejaron en claro que no aplicarán mecanismos de resolución de disputas. Es claro también que el Pacto Mundial no va a estudiar el actuar de las corporaciones, ni aceptar quejas, ni discutir nada malo para las compañías, dijo.
Hacer un foro de discusión no alcanza. También hay que analizar toda la agenda política de las compañías. Si el Pacto es usado como un arma retórica, entonces tiene consecuencias totalmente negativas contra los derechos humanos, añadió.
Claro que hay espacio para la cooperación, pero también para obligar a otros a ser responsables. Los grupos de nuestra alianza no creen que la sociedad entre la ONU y el sector privado sea lo mejor. Pero los líderes del foro parecen estar convencidos de que sí lo es, concluyó Bruno.