Líderes religiosos de diferentes denominaciones cristianas de Africa meridional se congregaron en Zimbabwe para protestar pacíficamente contra el gobierno de Robert Mugabe de un modo peculiar: rezando.
Divididos en dos grupos, uno en la capital, Harare, y otro en la sudoccidental ciudad de Bulawayo, la segunda del país, protestantes y católicos oraron el sábado por la paz en Zimbabwe, escenario de una gran violencia política desde 2000.
Además, acordaron dejar abiertas las puertas de sus respectivas iglesias todos los miércoles por la tarde para recibir a aquellos que quieran rezar por la reconciliación en este país.
A la reunión del sábado también asistieron obispos de las fronterizas Botswana, Sudáfrica y Zambia, a pesar de que fue convocada en medio de una gran tensión política.
El fin de semana, el opositor Movimiento para el Cambio Democrático denunció que al menos uno de sus partidarios murió al ser atacado por jóvenes simpatizantes de la gobernante Unión Africana de Zimbabwe-Frente Patriótico (ZANU-PF).
Cada vez que vengo a este país, hay sólo una palabra que se repite en mi mente: dolor, dolor, dolor. Hoy hemos venido a orar contigo. Algún día, venceremos, afirmó el reverendo Emmanuel Buthelezi, de la oriental ciudad portuaria sudafricana de Durban.
La reunión del sábado sirvió también para movilizar al pueblo. El ZANU-PF es una máquina militar armada hasta los dientes, y tenemos que resistirla, pero de una manera pacífica, fijo a IPS el pastor Raymond Motsi, de la Iglesia Bautista de Bulawayo.
El gobierno de Zimbabwe promulgó una serie de leyes para amordazar a sus opositores. Una de ellas es la Ley de Orden y Seguridad Pública, que restringe el derecho de reunión y prohíbe declaraciones públicas que socaven la autoridad del presidente Mugabe.
Motsi señaló que, de esta manera, las organizaciones civiles no cuentan con ninguna plataforma para expresar sus ideas, pero dijo que las iglesias no están comprendidas dentro de esa ley.
El líder religioso, citando los Evangelios, exhortó a sus pares a ser sabios como las serpientes y sencillos como las palomas, y advirtió que el gobierno de Mugabe pronto atacará también a las congregaciones religiosas.
Dos días antes del encuentro de obispos, la policía realizó una redada en las oficinas de Agenda Bulawayo, un grupo de presión, en la que confiscaron libros, cartas, documentos y grabaciones de vídeo, al parecer buscando información sobre las reuniones de oración que se estaban organizando.
Los policías luego regresaron y detuvieron a la administradora de fondos del grupo, una joven de 23 años, a la que sólo dejaron en libertad cuando se presentó voluntariamente el coordinador, Gorden Moyo.
La policía también ingresó a una estación de radio comunitaria católica que realiza una campaña a favor de la instalación de emisoras independientes en el país.
El director de la radio, el sacerdote jesuita Nigel Johnson, estaba en Sudáfrica cuando se realizó la redada. Parece que estaban buscando algún documento sobre la reunión de oración, dijo a IPS.
Johnson también sospecha que las autoridades buscaban información sobre quiénes colaboraron con la cadena británica BBC para que ésta realizara un documental sobre las milicias del gobierno.
Las autoridades sostuvieron que las redadas estaban justificadas por el contenido de unos panfletos distribuidos en vísperas de las reuniones de los obispos. Los panfletos revelaban que esos encuentros eran en realidad actos políticos prohibidos por la ley, según el gobierno
La reunión en Bulawayo se realizó en la principal iglesia católica de la ciudad, a cuyo cargo está el obispo Pius Ncube, uno de los más duros críticos de Mugabe.
En su discurso el sábado, Ncube lamentó que uno de cada cinco zimbabwenses haya dejado el país en los últimos años debido a los problemas económicos y políticos.
Por su parte, el sacerdote Jerome Arones, de la sudoccidental ciudad sudafricana de El Cabo, dijo estar indignado porque el precio del pan se duplicó desde su última visita a Zimbabwe en septiembre.
Me pregunto cómo puede vivir un hombre común aquí, afirmó.
Zimbabwe comenzó 2000 con una gran tensión, cuando las propiedades de granjeros blancos fueron ocupadas por veteranos de la guerra de independencia.
Mugabe dijo que las invasiones eran una manifestación contra la distribución injusta de la tierra en perjuicio de los negros y prohibió el desalojo de los invasores, lo que sumió al país en el caos y provocó escasez de alimentos, combustible y otros alimentos esenciales.
La oposición señaló que las ocupaciones fueron parte de una estrategia del ZANU-PF para ganar las elecciones de 2002. El presidente necesitaba el apoyo de los veteranos de guerra y de los campesinos pobres para un triunfo.
En 2002, una prolongada sequía combinada con la política agraria de Mugabe arrastró a Zimbabwe, otrora uno de los países más ricos de Africa subsahariana, al borde del colapso económico.
Se calcula que cerca de dos millones de zimbabwenses se han trasladado a Sudáfrica en busca de trabajo en los últimos años. (