Diez años después del fin del apartheid, los negros de Sudáfrica todavía siguen segregados de la riqueza económica de su país.
La historia de Sudáfrica dio un vuelco radical en abril de 1994, cuando se realizaron por primera vez elecciones multipartidarias y multiétnicas, en las que Nelson Mandela se convirtió en el primer presidente negro.
Las urnas le dieron a los negros libertad política, pero ningún poder sustancial sobre la economía. Los blancos, que representan apenas 13,6 por ciento de los 44 millones de habitantes, todavía controlan el comercio y los negocios, como legado de décadas de discriminación.
Durante la era del apartheid (régimen de segregación racial institucionalizada), los negros eran confinados a sus tierras tribales y no se les reconocía los derechos a la libertad privada ni al voto.
Si se mudaban a las ciudades, no tenían alternativa a vivir en suburbios pobres, sin posibilidad de obtener buenos empleos.
Lo que se consiguió en 1994 fue solamente independencia política. Los blancos le transfirieron el poder a los negros, pero se quedaron con la riqueza, comentó a IPS James Molefe, guardia de seguridad en un suburbio de clase media de Johannesburgo.
El desempleo afecta a unos 5,3 millones de sudafricanos, la gran mayoría pertenecientes a la comunidad negra, que constituye 76 por ciento de la población.
Para cambiar esta situación, el presidente Thabo Mbeki lanzó la iniciativa Poder Económico para los Negros, similar a los programas de acción afirmativa —también conocidos como de discriminación positiva— en beneficio de las minorías en Estados Unidos y en otros países.
En esencia, la iniciativa intenta fomentar el ingreso de los negros a la economía formal pero sin imponer reglas severas que puedan afectar la marcha de los negocios.
Mbeki prometió invertir más de 2.400 millones de dólares para este programa en los próximos cinco años.
Por ahora, el gobierno promulgó dos leyes para promover la iniciativa. Una procura transferir a los negros la propiedad de 26 por ciento de las minas del país dentro de una década, y la otra, que sean dueños de una cuarta parte del sector de servicios para 2010.
Pero la iniciativa de Mbeki, del gobernante Congreso Nacional Africano, no ha sido aplaudida por todos los partidos.
Lo único que quieren es que haya millonarios. Lo que Sudáfrica necesita es desarrollar una pasión por el crecimiento, y con el crecimiento podemos crear empleos y reducir la pobreza, dijo a IPS Douglas Gibson, de la opositora Alianza Democrática.
Por su parte, Patricia De Lille, del también opositor partido Demócratas Independientes, sostuvo que la iniciativa de Mbeki no es la solución para los problemas económicos de Sudáfrica.
Segurián siendo los ricos los que se beneficien, afirmó.
Sin embargo, analistas señalan que, más allá de la iniciativa del gobierno, hay señales de esperanza para los negros.
Hubo muchos cambios positivos en los últimos 10 años, destacó a IPS Shoni Makhari, de la agencia de información bursátil EmpowerDEX.
Por ejemplo, el número de directores de empresas negros aumentó notoriamente el año pasado, indicó por su parte el jefe ejecutivo de la agencia, Vuyo Jack.
Según EmpowerDEX , 14,7 por ciento de los directores de empresas registradas en la Bolsa de Valores de Johannesburgo son negros. En 1992 eran apenas 1,2 por ciento.
Varias empresas importantes ya comenzaron aplicar algunas medidas de la iniciativa de Mbeki. La minera AngloAmerican, la más grande en Sudáfrica, anunció que invertirá 1.700 millones de dólares en programas para estimular el ingreso de negros a la firma.
La compañía señaló que intentará que los puestos de administración ocupados por negros pasen del 20 por ciento actual a más de 40 por ciento dentro de cinco años.
Sin embargo, muchos también critican el hecho de que los negros sean beneficiados especialmente por una acción del gobierno.
La iniciativa fue desde el comienzo ideada, no para una ayuda general a los pobres, sino como un esfuerzo de los empresarios negros para obtener ciertas ventajas. Quieren políticas económicas que los beneficie especialmente, afirmó Dan Habedi, líder de la opositora Organización del Pueblo de Azania (la Sudáfrica negra).
Apoderarse de determinados servicios o cargos empresariales no necesariamente quiere decir tener más control de la economía, subrayó.
Como la experiencia ha demostrado, la propiedad sin control le impide a ese propietario la oportunidad de determinar el perfil y dirección de sus emprendimientos, añadió.