Casada a temprana edad, Kalki es obligada a ofrecer servicios sexuales a los cuatro hermanos de su esposo y a su suegro, porque en la aldea donde vive, en el oriental estado indio de Bihar, faltan mujeres como consecuencia de décadas de abortos e infanticidios femeninos sistemáticos.
Víctima de lo que podría llamarse violación en masa una noche tras otra, Kalki (que significa Apocalipsis) huye de su hogar con el único hombre que la trata con respeto y consideración, Raghu, el sirviente de la familia.
La huida de la joven desata una guerra de castas encabezada por su marido por un lado y los parientes de Raghu por otro. En medio de la destrucción de su aldea, Kalki da a luz a una niña, producto de alguna de las violaciones por hombres que se disputaban los derechos sobre su cuerpo.
No sirve de consuelo que Kalki sea sólo la protagonista de una película indo-francesa que se lanzará el mes próximo, porque su historia es muy semejante a la realidad de numerosas mujeres en India.
El nombre del largometraje es Matrubhoomi (Madre Patria): Una nación sin mujeres, y el personaje de Kalki es encarnado por la actriz Tulip Joshi.
El aborto e infanticidio femeninos son una práctica antigua en India, presente en todas las castas y religiones. Los dominadores coloniales británicos trataron de ponerle fin con duras leyes, pero obtuvieron resultados muy limitados.
Medio siglo después de la independencia, los asesinatos de niñas recién nacidas y los abortos de fetos femeninos han crecido, estos últimos con la ayuda de tecnologías modernas como el ultrasonido, que permiten establecer el sexo de la criatura en gestación.
El economista Amartya Sen, galardonado con el Premio Nobel, y otros expertos estimaron que al menos 35 millones de niñas desaparecieron en la última década en India, una sociedad profundamente patriarcal donde las hijas son consideradas una carga, entre otras razones por la obligación de pagar dote cuando se casan.
La relación entre la población femenina y masculina cayó de 992 mujeres cada 1.000 hombres en 1901 a 978 cada 1.000 en 1981 y a 927 cada 1.000 en 2001, año del último censo de población. En algunos estados, como Punjab o Haryana, la proporción es incluso peor, de hasta 770 cada 1.000 en la franja de uno a seis años.
En un país donde el aborto está permitido como forma de limitar la natalidad, el infanticidio femenino se ha convertido en una práctica predominante y aceptada, una situación similar a la de China, Bangladesh y Pakistán. India tiene 1.000 millones de habitantes y es el segundo país más poblado del mundo después de China.
La violencia doméstica contra las mujeres también es aceptada socialmente en India. Casi a diario aparecen en la prensa casos de mujeres que sufren espeluznantes abusos de parte de su familia política en forma impune.
En enero, una joven que se atrevió a decirles a sus parientes políticos que no esperaran una dote mayor a la que ya les había entregado fue atacada por su esposo y el padre de éste, un cirujano, quienes le amputaron un dedo y parte de una mejilla.
La mujer, Jyoti Chandra, logró encerrarse luego en una habitación, pero su hija de cuatro años quedó fuera y fue atacada sexualmente por su propio padre y su abuelo. Ambas debieron ser sometidas a intervenciones quirúrgicas.
Una ley aprobada en 2001 con el supuesto fin de proteger a las mujeres de la violencia doméstica es deliberadamente vaga y de hecho establece que los esposos pueden recurrir a la fuerza si así lo requiere su propia protección o la protección de su propiedad o la de otro.
Un estudio sobre violencia doméstica realizado por la Red Internacional de Epidemiólogos Clínicos entre 1997 y 1999 estimó que 50 por ciento de las mujeres indias casadas habían sufrido alguna forma de abuso físico en ese período, a manos de sus esposos u otros miembros de su familia política.
Durante décadas, grupos feministas han combatido el trato discriminatorio hacia las mujeres, que incluye la falta de nutrición y educación adecuadas, así como de atención de la salud y derecho a la herencia.
Tras el censo de 2001, el gobierno lanzó una serie de medidas para tratar de detener, si no revertir, la creciente desproporción entre hombres y mujeres, que en la mayoría de los países se aproxima a 1-1.
El 14 de febrero de 2003 se aprobó la Ley de Técnicas de Diagnóstico Prenatal, que prohíbe la selección de sexo. Pero esto sólo hizo que la práctica continuara clandestinamente.
Prassana Kumar Hota, la más alta funcionaria de bienestar familiar, es partidaria de la pena capital para los médicos que permitan o ayuden al feticidio femenino.
Es un ataque a las bases de nuestra sociedad, y una vergüenza que haya médicos que colaboren con esta perversión, dijo.
El pasado octubre, el Fondo de las Naciones Unidas para la Población, el Ministerio de Salud y Bienestar Social y la oficina del Comisionado de Censos de India publicaron un folleto sobre la desproporción entre hombres y mujeres en este país, con el fin de aumentar la conciencia pública sobre el problema.
A la vez, el gobierno lanzó la campaña Salven a las niñas. La embajadora de este proyecto es Sanya Mirza, ganadora del campeonato junior de tenis de Wimbledon.